A pancartas, Messi. A proclamas, Messi. A gritos independentistas, Messi. A democracia, Messi. Y a fútbol, también Messi. El Barcelona tiene al mejor jugador de su historia y así debería disfrutarlo. Todo lo que haya en el Camp Nou debería girar en alabanzas al argentino, el único que mantiene viva la llama de la victoria en el Barça, actualmente 'Messi FC'. [Narración y estadísticas: Barcelona 3-0 Juventus]
El Camp Nou asistió a otro recital de Messi, ese que pide protagonismo a base de hacer muy bien su trabajo. El estadio culé, que realizó una gran performance antes del encuentro en apoyo a la independencia, acabó rendido a un imparable Messi. Bien haría el culé en animar más al argentino y dejar de lado, durante dos horas, a Puigdemont. Merece la pena disfrutar del fútbol en el Camp Nou.
De nuevo el argentino lo hizo todo. Dos goles, una asistencia, un remate al palo... Messi es todo en el Barcelona, un equipo que se basa en el arte de Leo. Visto lo visto este inicio de temporada, los de Valverde aguantarán hasta que pueda Messi. Cuando falle el argentino, los azulgrana tendrán un grave problema.
A la Juventus, una caricatura de aquel muro que fue en los cuartos del año pasado, solo la quedó mirar. Y lo hizo además poniendo una alfombra impropia de un equipo italiano. Cada vez que tocaba el balón Messi todos sabían que iba a pasar. Eran jugadas muy características del argentino. Y todas le salían. La defensa fue plastilina en manos de Messi y a Buffon, un portero en un momento de forma lamentable, notando ya su edad y en clara decadencia, solo le quedó quedarse de pie (no tiene fuerzas ni para reaccionar).
Una pared con Suárez y un remate cruzado de Messi abrió la goleada del Barça. Era el minuto 46, en el tiempo añadido de la primera parte, un momento muy psicológico. La Juventus había aguantado en una primera parte en la que dio sustos muy tibios, pero se mantenía el pie. De esa Juve poco quedó en la segunda mitad. Messi acabó deshaciendo al cuadro de Allegri y más aún después de una amarilla tan tonta como justa. El árbitro Skomina le mostró la tarjeta después de que el argentino se la pidiera a un rival. Llegó incluso a tocar al colegiado. Esa acción enrabietó a Messi.
Una carrera por banda acabó en pase de la muerte cuyo rechace le llegó a Rakitic, que remató a placer. Después, otra jugada muy característica de Messi, cogiendo el balón en la frontal, internándose en el área y rematando allí donde no llega nadie sentenció el encuentro. Una goleada contundente.
Este Barcelona, en el campo, va bien. Y la victoria de este martes empuja a creer en un proyecto que nació lleno de dudas y que no convence al 100% por la guerra que existe en su interior y cuya tregua durará lo que le dure la gasolina a Messi. Él es al final el que tranquiliza al socio. Las pancartas deben ser exclusivamente para él. Welcome to the Messi Republic.