Si ustedes vieron el partido de hace un mes del Barcelona en Lisboa y no han visto el de este martes en Grecia, no se preocupen, el primero vale por el segundo. El encuentro del Barcelona ante el Olympiacos fue un calco al de Portugal. Idéntico, pero con una sola diferencia, que es la más importante: el resultado. El Barça fue incapaz de ganar en Grecia [Narración y estadísticas: Olympiacos 0-0 Barcelona]
Un aburrimiento es lo que protagonizó el equipo culé en El Pireo. Fue un equipo triste. El encuentro apenas tenía tensión de Champions y parecía más un amistoso que un partido de este nivel. El Barça apenas se esforzó. Habría que desempolvar la hemeroteca para recordar un duelo tan tímido del Barcelona.
A falta de cosas, porque verdaderamente no pasó nada, los análisis deben centrarse en aquel que siguió la línea de los últimos partidos: Luis Suárez. Al uruguayo le está condenando su pasado, porque las comparaciones son odiosas. El que fue el mejor 'killer' del mundo, el '9' puro y total, el que convertía cada disparo en gol, es ahora un delantero fallón, incapaz de marcar, desesperado ante tanto error. En el Georgios Karaiskakis, ese estadio que ya dejó de ser el infierno griego que tantas veces se vendió, el uruguayo otra vez agonizó en lo que mejor se le daba. Incluso se estrelló ante la madera.
La verdad es que el empate afecta poco al Barcelona, ya que sigue líder de su grupo y con la misma distancia (el empate entre Sporting y Juventus en el Alvalade deja a los italianos a tres puntos). Pero quedarse a cero en Grecia si representa algo mejor a este Barça que siendo el mejor de España en este arranque tampoco su nivel estaba como para sacar ocho puntos a Atlético y a Madrid y para solo haber cedido un empate.
En otras ocasiones con versiones muy similares, a este Barça le salvó una jugada aislada de Messi (por ejemplo hace tres días en Bilbao) o algún gol en propia puerta (como en Lisboa). Ante el Olympiacos no tuvo esos componentes. Por no tener no tuvo ni ocasiones claras. Dominó el juego, la posesión la tuvo casi al completo, pero el peligro jamás apareció. Para los locales, un equipo que marcha quinto en la no muy competitiva liga griega, ya debe ser un éxito.
El Barça es humano y por eso empatar en algún partido no solo no es alarmante sino que es normal. Aunque tampoco pueda valer el discurso de la Champions y su competitividad, ya que el Olympiacos está a años luz del primer nivel de Europa, al final esto es fútbol y un pinchazo se puede tener. Los culés lo tuvieron quizá en el mejor momento, cuando tiene poco efecto y puede servir de aviso.