Tres finales de Champions en dos años y medio como entrenador. Zinedine Zidane desafía al tiempo. Lo que él ha conseguido nunca nadie lo logró. Lleva más finales que años completos como entrenador del Real Madrid. Llegó a mitad de una temporada (2015/16) y cinco meses le valieron para la primera final. Después, dos cursos completos le valieron para otras dos.
La Champions League trata muy bien a Zidane. O Zidane a la Champions League. Pese a que el francés, en un ejercicio de honestidad, dice que la Liga para él es más importante, es la Copa de Europa la que más ha encumbrado a Zizou. El último equipo que llegó a tres finales de Champions seguidas fue la Juventus (1996-98) y ahí estaba él. Dos décadas después, repite hazaña en los banquillos y con mejor final, ya que aquel equipo italiano perdió dos de las tres que jugó.
El Real Madrid se clasificó este martes para el partido en el que puede ser otra vez campeón de Europa. Y esta frase vale ya en los dos últimos años, donde el Madrid sigue sin perder. Y en eso tiene que ver mucho el entrenador francés, que llegó en una previa de Reyes al banquillo blanco y va a acabar regalando tantas Copas de Europa que habrá que plantearse si la reforma del Bernabéu se debe hacer para acoger a tanto trofeo.
Criticado y ninguneado por el sector más 'purista' del fútbol, aquel que te dice sin rubor alguno que Guardiola es el mejor entrenador del mundo haga lo que haga y pese a que lleve cinco años consecutivos sin pisar una final de Champions, que ha jugado sólo dos años en nueve entrenando a los equipos más potentes de cada país, Zidane ha vuelto a demostrar que desde la tranquilidad y el buen manejo del vestuario se pueden conseguir gestas. No hacen falta ni revolución ni inventos. Ni desesperación en los malos momentos.
Los datos son los que son y reflejan una clara tendencia en el mundo del fútbol. Mientras los entrenadores con un entorno mediático detrás van desinflándose (Guardiola, Mourinho, Ancelotti...), crecen aquellos que trascienden cualquier análisis, que demuestran que este deporte es mucho más que una táctica enrevesada o un mensaje épico. Ahí estarían Jupp Heynckes (brillante, se retira recuperando al Bayern de siempre, dejándolo con honor), Ernesto Valverde y, por supuesto, Zinedine Zidane.
Y no es que el francés se limite a alinear, como le dicen aquellos que no aceptan que un entrenador nuevo, sin apenas experiencia en los banquillos, haya llegado a la tercera final de Champions. En esta competición, Zidane es protagonista de movimientos que fueron muy decisivos. La apuesta de Lucas Vázquez en el lateral es la más reciente, pero no se deben olvidar las figuras de Asensio y el propio Lucas en París, la de Isco en todo el torneo y los cambios, aquello que más se le resistía. Y también por seguir contando con aquellos que ya estaban, pese a las presiones. Keylor Navas, héroe de la semifinal, es una apuesta personal de Zidane.
Zidane ya tiene tres finales de Champions consecutivas. A eso jamás llegó Guardiola, que ni se acercó con Barcelona o Bayern. Aquél Barça espectacular, con Leo Messi en modo estrella, tampoco lo alcanzó. Y lo que se recuerda, porque al fútbol se viene a ganar, son los títulos. Este Real Madrid, con cuatro finales en cinco años, ya ha logrado lo que no consiguió el Barcelona de Guardiola. No jugará mejor y no tendrá tanta posesión, pero, y a falta de lo que pase en Kiev, levanta más Champions (el torneo, con diferencia, más importante y el que mejor juzga a estos proyectos), que cualquier otro, también aquél de Pep.
La comparación con el técnico catalán es obligada por el mensaje que se ha querido instaurar en la opinión pública en los últimos tiempos, especialmente después de que Guardiola cayera humillado (5-1 global, 3-0 en Anfield) ante el Liverpool de Jürgen Klopp. Entonces se pasó a hablar de que las ligas eran más difíciles que la Champions y que a un buen entrenador se le ve en el torneo liguero y no en el europeo. Cambio de 'normas' para justificar lo injustificable, para no reconocer la obviedad y para proteger una idea que hace aguas.
Pese a todo, todavía se ve en Zidane, primer técnico del Real Madrid que llega a tres finales de Copa de Europa seguidas, un entrenador menor que otros. Siempre hay alguna excusa que poner para minimizar sus éxitos. El año pasado, con un doblete histórico (no de Copa y Liga, sino de Liga y Champions, el que más valor tiene por ser las dos competiciones principales), se le achacó a la suerte ('flor' en el lenguaje de esta tendencia que tanto desprestigia los éxitos de Zidane). A los arbitrajes o a su inferioridad en todas las eliminatorias, como si sus rivales hubieran sido de divisiones inferiores.
La realidad es que un entrenador tranquilo, sin mucho cartel y sin el beneplácito de los 'expertos', se ha 'comido' a Pep Guardiola, denominado por muchos como inventor de un nuevo fútbol. A él y a tantos otros, porque Zidane se ha 'cargado' a cada uno de los que se cruzaron en su camino. Ni una sola eliminatoria de Champions perdida y ninguna fue igual. Zidane ganó a los mejores equipos de Europa. Este año al campeón de Francia, al de Italia y al de Alemania. Al de Inglaterra no ha podido, porque ya le eliminó el Liverpool.
Mientras el mensaje futbolístico va por un lado, la realidad va por otro. Zinedine Zidane, en otra final de Champions. Ha llegado a todas las que ha podido, incluso más de las que se le podrían haber exigido. Recuperó a un equipo muerto, al borde del KO en 2016, y lo tiene en la situación más idílica de un equipo de fútbol desde el Bayern de la década de los 70. Y eso es ser un buen entrenador, el que transforma a un equipo hundido en un equipo al que el cielo se le queda pequeño.
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