La noche no estaba para demasiado. Hacía frío, la eliminatoria -pese a lo que nos quieran vender- estaba del lado del Atlético de Madrid en cuanto a favoritismo y las taquillas ni siquiera llegaron a colgar el "aquí no hay billetes". Así, obviamente, lo normal es que ocurriera lo previsto. Es decir, que el Guijuelo, equipo de solera, con una camiseta para comérsela -era necesario hacer la broma-, opusiera resistencia un tiempo prudencial. En concreto, lo hizo hasta el minuto 27, pero hasta ahí llegó su atrevimiento. Después, ya saben -si lograron aguantar hasta el final del choque delante del televisor-, el partido acabó con una goleada de escándalo. Como casi todos los encuentros de la Copa del Rey, desiguales, aburridos y con 90 minutos de sobra para los grandes. [Narración y estadísticas: 0-6]
Toca decir -incluso es recomendable hacerlo-, que esta Copa gusta poco. Es difícil opinar otra cosa. Tiene una previa, un desarrollo y un final preconcebido. Es, de alguna manera, como una de esas películas en las que el espectador ya conoce el final. Se sabe que Barça, Madrid y Atlético juegan. Y se sabe, también, que ganarán más pronto que tarde. Hasta ahí la emoción, principal reclamo de cualquier deporte, anulado en un formato que sólo tiene un objetivo: que los grandes no caigan eliminados pronto. Pues bien, no se preocupen, al menos, mientras las eliminatorias sean a ida y vuelta. Todos ellos estarán en las próximas rondas. Por si alguien lo dudaba.
Dicho lo anterior, que no es una crítica al equipo, sino al formato, toca hablar de un partido con nula emoción, pero del que se pueden sacar algunas conclusiones. La primera, que Lucas sigue confirmándose como un lateral de garantías; la segunda, que Gaitán, de vuelta a la titularidad, tiene ganas; la tercera, que hay canteranos, como Caio, muy interesantes; y la cuarta, que Saúl, de mediocentro, rinde igual de bien que en su posición natural. En definitiva, un choque que, a efectos de equipo, sirve. Y mucho. Para que unos entren, otros cojan confianza y los nuevos vayan integrándose.
A partir de ahí, goles, goles y más goles. De Saúl, de penalti; de Carrasco, con un doblete; de Correa, que lo hizo llegando desde atrás; de Vrsaljko, que empalmó un balón largo que jamás imaginó; y de Roberto Núñez, como un ‘9’ de los de siempre. Todos ellos se fueron a Madrid con su nombre inscrito en el marcador. Y, al otro lado, el Guijuelo, un equipo voluntarioso, con ganas de agradar e, incluso, con calidad para su categoría, Segunda División B. Pero ya está, hasta ahí la historia de un partido que tendrá su segunda parte en el Calderón. La película esperada en el formato deseado, que exige que se jueguen 90 minutos más. Y así será, aunque no tenga ningún sentido ni emoción.
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