Dos goles en los diez últimos minutos doblegaron al Atlético de Madrid e impulsaron al Sevilla en el Wanda Metropolitano, conquistado por el argentino Joaquín Correa con el 1-2 en el minuto 90 en los cuartos de final de la Copa del Rey, aún pendientes de resolución, pero con los locales contra las cuerdas. [Narración y estadísticas: Atlético de Madrid 1-2 Espanyol]
Es más que un gol de ventaja, porque la vuelta se jugará dentro de seis días en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán, porque le vale incluso al equipo andaluz con una derrota por 0-1 y porque el partido pareció durante mucho rato del Atlético, incluido con el 1-0 de Diego Costa, pero terminó en poder del Sevilla, sostenido alguna vez por Sergio Rico y vencedor entre la fortuna y el talento.
A lo primero correspondió el empate, un centro de Jesús Navas que tocó en Lucas Hernández y se envenenó camino de la portería de Moyá, cuyo despeje lo empujó hacia dentro; a lo segundo pertenece el 1-2 de Joaquín Correa, veloz en la conducción y decisivo en la definición, con el toque justo para sortear al portero rojiblanco.
Aún era sólo el primero de los dos partidos de la eliminatoria, el martes que viene se disputa la vuelta en el Sánchez Pizjuán, pero pareció ya un duelo decisivo, por el ritmo, por la intensidad, por la ambición de los dos equipos, afilados hacia el gol, aunque aún haya mucho por jugar y por competir para avanzar a las semifinales.
Un choque trepidante desde el principio, desde el primer intento de remate de Diego Costa en unos segundos, desde la respuesta de Franco Vázquez minutos después, desde el tiro de Pablo Sarabia que silenció instantes el Wanda Metropolitano, hasta que lo vio fuera, o desde el gol anulado al Atlético por una falta en el área, de Griezmann sobre Sergio Rico, antes del testarazo de Diego Costa.
Los dos bloques se movieron con más destreza en el segundo registro. Desde ahí provocaron un primer tiempo vibrante, expresado con ratos de ida y vuelta, con más oportunidades y apariciones decisivas de los porteros; de Sergio Rico, que voló a un cabezazo de Costa, al que atajó después un mano a mano, y de Miguel Ángel Moyá, salvador en un contragolpe del Sevilla culminado por Joaquín Correa.
La segunda parte ya comenzó sin Vitolo, desbordante, con buen pie y participativo durante todo el primer tiempo, en el que alternó la banda izquierda y la derecha, pero reemplazado por Ángel Correa al descanso. Una decisión sorprendente para muchos en el estadio Wanda Metropolitano, mientras el duelo se reanudó más contenido, a menos revoluciones uno y otro equipo y con más conformismo del Sevilla.
Ya era una partida más táctica, menos imprevisible, todo más medido por los dos conjuntos, reaparecidos en ataque con ocasiones puntuales; las dos, una para cada uno, desde dos lanzamientos desde fuera del área mansos a las manos de los porteros, primero de Pablo Sarabia para el Sevilla; después de Ángel Correa para el Atlético.
Un duelo menos divertido, también para los propios futbolistas, quizá también por el inaguantable desgaste del primer tiempo. No lo había sufrido Ángel Correa, por entonces el jugador más fresco en el equipo rojiblanco, profundo, activo y con desborde por la derecha. Un centro suyo terminó en el poste, previo despeje de Lenglet.
El argentino fue un problema por ese costado para el Sevilla en el que quiso incidir Simeone con la entrada de Yannick Carrasco, como también lo fue siempre en cada de sector del campo Diego Costa, más aún cuando irrumpe en el área, desde el que transformó el 1-0. Le bastó un balón suelto para conectar un zurdazo decisivo.
Un gol aparentemente sencillo pero que no lo es tanto, porque remató de primeras con potencia para batir a Sergio Rico. El portero le había ganado el duelo al delantero hasta entonces, hasta ese momento, el primer golpe del partido y la eliminatoria que recibió una respuesta contundente del Sevilla apenas ocho minutos después.
Primero afortunada, con una carambola que terminó adentro de la portería del Atlético, después de un centro desde la banda derecha de Jesús Navas que rebotó en Lucas Hernández y tomó parábola hacia la meta rojiblanca, donde terminó con el fallido despeje de Moyá; después ganadora, en un contragolpe culminado por Joaquín Correa.