El Real Madrid confirma su naufragio. Eliminados en cuartos de Copa del Rey en el Bernabéu ante el Leganés, el equipo de Zidane se hundió definitivamente. No hay justificación posible para el enésimo desastre de los blancos este año. Abroncados por el Bernabéu, que explotó contra su equipo, el Madrid tocó fondo. [Narración y estadísticas: Real Madrid 1-2 Leganés]
Este miércoles se vio en Chamartín el final de una idea. El Madrid de Zidane está agotado y electrocutado. Hasta aquí ha llegado. Todo aquello que le funcionó durante los dos últimos años, que supuso conquistar dos Champions, una Liga y cinco títulos en un solo año, ya no vale. O cambias o te 'comen'. Y al Madrid le devoraron. No modificar nada, vivir del pasado y confiar en que las cosas cambiarían con el paso del tiempo han matado a este equipo.
Quedar eliminado ante el Leganés en cuartos de final es un golpe grande, quizá el mayor desde los tiempos pre-Mourinho. Al Madrid le elimina un equipo muy inferior, que jamás había estado en rondas tan altas (es histórico lo que ha logrado este Leganés) y, para más dolor, en el Bernabéu. Este 'Lega' ha remontado en el estadio del Madrid, lo que hace mayor su hazaña, porque en el partido de ida los blancos ganaron 0-1 en Butarque.
Fue un partido insoportable del Madrid. Toda una primera parte (en la segunda no cambió en exceso) sin ningún tiro a puerta, solo dos faltas cometidas, lentitud en el juego... los datos indicaban lo que había pasado: el Madrid fue un equipo insulso, sin ganas, pasota. Normal que el Leganés le castigara con un precioso zapatazo de Javi Eraso desde fuera del área que dejó sin telarañas la escuadra de la portería del Bernabéu. Ese 0-1 llevaba el partido a la prórroga, pero lo que vino después era peor.
Porque aunque apareciera al rescate Benzema en el primer minuto de la segunda parte, con un buen remate picado sobre Champagne, el Madrid siguió su proceso de autodestrucción. Volvió a retrasar líneas, dejó jugar al Leganés... y se volvió a encontrar contra el abismo. Un cabezazo de Gabriel Pires a la salida de un córner, en una pésima marca de Theo, enmudeció al Bernabéu. Ese gol eliminó al Real Madrid.
Ahí comenzó una eliminación a cámara lenta. Zidane sacó a Carvajal y Modric para buscar un gol que nunca llegó. Su único delantero, Borja Mayoral, salió a falta de 15 minutos en lugar de un Isco que era el que más lo estaba intentado. Cristiano y Bale no estaban en la convocatoria, algo incomprensible sabiendo lo justa que estaba la eliminatoria y los precedentes: Bale, por ejemplo, ya ha salvado a este equipo en situaciones similares.
La agonía se hizo más dura cuando en tres ocasiones estuvo muy cerca de empatar el Madrid, primero con un disparo de Benzema, después con un cabezazo de Mayoral y más tarde con otro remate de cabeza del francés. Champagne, portero del Leganés, acabó salvando a su equipo. El desastre estaba confirmado.
Este Madrid también ha perdido ese aura de campeón que siempre tuvo. Ya no llegan ni los goles en los últimos minutos ni nada. Es un equipo sin alma. Eliminado en Copa con un global de 2-2 (por los goles fuera de casa), el Bernabéu se cansó. Este Madrid ha enterrado su credibilidad.
El Leganés, justísimo semifinalista de Copa del Rey. Por primera vez en su historia estará ronda, a tan solo dos partidos de una final. Lo que tiene es el merecido premio a un proyecto perfectamente creado. Asier Garitano es el hombre milagro de este equipo del sur de Madrid que sigue dejando su nombre en la historia del fútbol español.