¿Por qué hablar de política cuando hay tantos argumentos futbolísticos? El Barcelona no puede permitir más que una estelada borre tantos éxitos. El de este sábado, en su enésima Copa del Rey ganada, fue escandaloso. Qué baño, qué recital, qué manera de jugar al fútbol. Qué Copa tan bien ganada.
El Barcelona machacó al Sevilla en una final que ya debe ser historia del fútbol español. La manera en la que los culés ganaron el título, con una goleada sonrojante para los sevillistas, hace de la Copa un trofeo con mayor valor del que tenía. El baño es incalificable por lo sorprendente y escandaloso que fue. Es
En el último baile de Iniesta, que quiso mostrar a España la última pincelada de su fútbol en el primer nivel (¡y qué pincelada!), Messi, como el manchego, se emborrachó de aplausos. Y Suárez de goles. Fue la final de los tres, sin desmerecer al resto. El argentino, por un gol y una asistencia. El uruguayo por dos goles. E Iniesta, por todo. Marcó el cuarto, pero fue mucho más que eso. Hizo su mejor partido en años. Justo al final, como si se hubiera querido guardar su fútbol tanto tiempo para mostrarlo en la final.
¿Y dónde estuvo el Sevilla? En el Wanda Metropolitano, no. Ni al inicio ni durante ni al final. El Sevilla hizo el mayor ridículo que se recuerda en una final de Copa con un partido infame, lleno de miedo y achicado hasta límites de ser un equipo de regional. Esta imagen no se la merecían los más de 20.000 sevillistas que trasladaron a Madrid la Feria de Abril. No fue justo.
Comenzó rápido el baño, con un gol de Luis Suárez que reflejó muy bien la final. Una defensa de regional con un ataque hambriento. David Soria, el portero al que Montella puso quitando a Sergio Rico, se quedó a media salida y la zaga sevillana se quedó mirando. En el segundo, igual. Dejaron a Jordi Alba solo, que asistió a Messi de tacón. El argentino no perdonó. El tercero, en una asistencia exquisita de Leo a Suárez. El Sevilla, KO.
Y así siguió. Tras el descanso, lejos de mejorar, empeoró. El quinto llegó de penalti (Coutinho), pero merece la pena pararse en el cuarto gol, el que quedará siempre en la retina de Andrés Iniesta. Fue la máxima representación del fútbol del Barcelona en la última década. Sociedad Iniesta-Messi, con ambos leyendo el fútbol a otro ritmo. La cogió Iniesta, se la dio a Messi, se la devolvió a Iniesta... y gol. Golazo, porque en vez de tirar de primeras, regateó al portero. Brillante.
El Barça cierra el año del 3-0 en Roma con la Copa y, en nada, la Liga. Un Doblete que le hace ser indiscutiblemente el mejor equipo de España, el más regular y el que mejor interpretó las dos competiciones. Pero siempre quedará el pero. Los culés, cuando reposen la victoria, deberán darse cuenta de que una versión mucho peor les hubiera dado el pase a semifinales de Champions, una ronda con infinitamente más valor que la Copa.
El 5-0 es mucho más que humillante. Es un resultado que hiere en lo más profundo al Sevilla y que puede cambiar su historia reciente. Una cornada brutal que hace ya daño. Se gritó "Pepe Castro (presidente del club) dimisión" pero . El Sevilla no tiene entrenador, porque Montella es un mal parche que llegó a cuartos de la Champions pero tiene a su equipo en el abismo. El Sevilla puede caer, pero no de esta manera. Aún tiene riesgo de quedarse fuera de puestos europeos este año, lo que sería una hecatombe mayúscula. Y más si el Real Betis, su eterno rival, queda por delante de ellos. Ahora le sacan los verdiblancos siete puntos.
El Barça vuelve a ganar la Copa de España. Cuarta consecutiva y sexta en la última década. En realidad, a este Barcelona en Copa solo le paró el Madrid, que le ganó las dos finales de 2011 y 2014 y le eliminó, en el Camp Nou, en 2013. El Barça gana las Copas ante Sevilla, Athletic y Alavés, pero ya es otra cosa contra el Madrid. Igual que Messi, que se hincha a marcar en finales de Copa contra estos equipos pero se queda seco en las finales contra el Madrid o en los momentos decisivos de Champions. ¿Tiene el mismo valor? Juzguen ustedes.
Entre olés de la afición del Barça, el mejor reflejo de la españolía de la hinchada culé, los azulgrana fueron otra vez campeones de España. ¿Para qué independizarse? ¿Para dejar de ganar la Copa? ¿Para que tus aficionados no disfruten de una jornada festiva? Quizá algún día alguien en el Barcelona se den cuenta que con tantos argumentos futbolísticos es mejor dejar de lado algo que empañe eso.