España volvió a la isla de Ré en la madrugada del martes al miércoles con la estupefacción de alguien que acaba de recibir una paliza sin casi darse cuenta. No había alternativa al día de descanso que decretó Del Bosque para reflexionar y descomprimir un ambiente enrarecido por una derrota durísima y cierto desánimo entre los futbolistas menos (o nada) utilizados en la primera fase.
Bajada de su nube por una selección llena de suplentes, el seleccionador era perfectamente consciente de haber perdido crédito y algunas naves en una derrota absurda: un cuarto de hora antes del golazo de Perisic, el ademán croata reflejaba su aceptación del empate y de unos octavos de final contra Italia que motivaban a la federación balcánica. Un repaso más pausado al infortunio español ofrece estos argumentos:
La ausencia de rotaciones: de torero a toro
La decisión menos comprensible del seleccionador fue alinear por tercera vez consecutiva el mismo once inicial (ha sido el único técnico del torneo en hacerlo). Valorado antes del partido como una muestra de la determinación por ganar y no ceder a la tentación del empate útil, terminó siendo la peor manera de perder cohesión grupal, recursos y después la primera plaza: ni siquiera hubo rotaciones para justificar un encuentro en el que España fue perdiendo jerarquía de forma irremisible.
La sutitución de Nolito por Bruno en el minuto 60 fue la primera señal de alarma: la ‘Roja’ había perdido el control del mediocampo y era superada por una selección briosa, joven, solidaria y técnicamente cualificada.
Con excepción de Silva y Fábregas (sobre todo en la primera parte), ningún futbolista estuvo a la altura de su rendimiento en las dos primeras jornadas. En la segunda mitad España se fue transformando de torero en toro, utilizando aquella vieja expresión de César Luis Menotti: lánguida, algo despreocupada y deshidratada por el calor de Burdeos, le faltó la persistencia y la continuidad en la defensa de una idea, de una autoridad en el juego, que había vuelto a elevarle a los altares del fútbol la semana pasada.
Particularmente rebajado fue el rendimiento de Iniesta y Busquets, cerebro y sostén (respectivamente) del equipo español hasta ahora. Después de una temporada tan larga, con los jugadores del Barça, Atlético y Real Madrid alcanzando las finales de mayo, resulta complicado entender la renuencia del entrenador a utilizar a Koke, Thiago, Lucas, Bruno, Bellerín o Adúriz para refrescar a un equipo ya clasificado. Los goles croatas llegaron al final de ambos periodos, cuando la posibilidad de reacción tiende a cero. Mala suerte, decían en la selección, pero también una muestra del cansancio de la ‘Roja’, que llegó desfondada al tramo final.
La derrota española fue un derroche inútil de recursos: a partir de ahora, ante las grandes selecciones, la alternativa de alinear jugadores en los que no se ha mostrado confianza es menos sugerente, entre otras cosas porque significaría señalar al titular ‘sacrificado’. Las declaraciones inoportunas de Pedro resultaban algo más comprensibles durante el miércoles de asueto en el puerto de Ré y sus alrededores, donde los futbolistas fueron vistos sentados en un restaurante, dando paseos, charlando en la playa o recorriendo en bicicleta el espacio entre las dunas y los viñedos.
La mala noche de De Gea
Dubitativo e incómodo desde el minuto 1 al 90, la actuación extrañamente torpe del portero español contagió a la defensa durante todo el partido. Su error contra Kalinic en el minuto 11 no terminó en gol de Rakitic por centímetros. Posteriormente falló en varias salidas por alto (una de sus virtudes). Para rematar la velada, encajó un tanto inaceptable por su palo en el remate de Perisic, independientemente de que el balón fuese ligeramente desviado por Piqué; un fallo que condena a España a atravesar un campo de minas en su ruta hacia la final de Saint-Denis.
El penalti, Ramos y Del Bosque
Dejando de lado la inexistencia de falta en la caída de Silva, una vez que el árbitro había decretado la pena máxima, cabe indagar en el proceso de toma de decisiones sobre quién debe ejecutarlo. Del Bosque explicó en el estadio que tal resolución no le corrspondía a él, puesto que depende de la “confianza” de los jugadores sobre el campo. No obstante, existe un escalafón de lanzadores en la ‘Roja’, encabezado por Cesc (ante la sequía de delanteros incuestionables en los últimos años).
Fábregas estaba en el campo, donde también había ingresado Adúriz, habitual ejecutor de penaltis en el Athletic Club. Permitir la enésima demostración de carácter y ambición por parte de Ramos (capitán en ausencia de Casillas) fue una decisión infausta. Los falla el que los tira, como dijo el sevillano en zona mixta; pero se fallan más si no intervienen los futbolistas más diestros en ese lance.
Relajación en el último tercio de partido
Con Bruno en el campo fortificando el doble pivote y el primer puesto del grupo asegurado a falta de tres minutos (contra una selección también satisfecha), “el despiste” de la búsqueda de la victoria con tantos hombres adelantados parece especialmente grave. Croacia se vengó del gol postrero de Jesús Navas en la Euro 2012 con un contragolpe fulgurante, conducido con perfección por Kalinic y finalizado espléndidamente por un Perisic que había recorrido 70 metros mientras en la banda derecha, más solo todavía, entraba como un puñal el joven Pjaca: el mejor retrato de la diferencia física que marcó el final del encuentro en el Malmut Atlantique. No estaba Juanfran, no llegó a interceptar Piqué. La imprudencia hundió a España, la selección más capaz del mundo en el arte de mantener el balón para defenderse y esperar el final del partido. Un disparate necesariamente vinculado a la fatiga.
Mantener la armonía: “Somos culpables todos”
Pocos seleccionadores hay más comedidos en esta Eurocopa que Del Bosque, cuya principal intención durante su rueda de prensa fue descargar de responsabilidad a las principales caras del infortunio: De Gea y Ramos (añádase a su penalti el hecho de que dejó completamente solo a Kalinic en el primer gol, permitiendo un taconazo insultantemente sencillo).
España tiene ahora más días para recuperarse, pero también para rumiar una derrota en una concentración sin las sensaciones fraternales de los primeros días. No se perdía hace doce años en el torneo y ese escenario ni siquiera se imaginó el martes, pese a la calidad de una Croacia que ahora, en la parte fácil del cuadro y con los regresos de Modric y Mandzukic, se suma al grupo de favoritos.
El mensaje más optimista de la noche lo dio Piqué: “Para ganar el torneo hay que ganar a las mejores, y seguro que Italia no está contenta tampoco con el cruce”. Iniesta, a su vez, recordó a todo el mundo que “somos España”. La ‘Roja’ gana sistemáticamente a Italia en partidos oficiales desde 2008. Si continúa la tendencia, la extrema igualdad del campeonato podría incluso librarle de Alemania o Francia en el futuro.
El resbalón de Burdeos, sin embargo, fue formidable. España se metió sola en un berenjenal y habrá de desfacer el entuerto con un once de gala que juega como nadie, sí, pero al que le faltó gasolina el martes. Una derrota en octavos, aunque sea contra la subcampeona vigente, sería un fracaso injustificable para una selección que volvía por sus fueros y se había ganado el derecho a vivir con cierta comodidad hasta las semifinales e incluso a no exprimir a sus mejores hombres contra una Croacia con cinco suplentes.