Gales e Irlanda del Norte nos trasladaron a un partido de divisiones inferiores del fútbol británico profundo en términos de calidad y juego. De hecho, que el único gol fuera en propia puerta es justicia poética. Una Gales agarrotada por la presión de estar entre los ocho mejores del continente, este duelo de octavos de final fue un efectivo somnífero. Precisamente lo que Irlanda del Norte buscó con una presión sin balón espléndida, pero que evidencia que esta parte ‘fácil’ del cuadro está a años luz de los otros conjuntos presentes en los octavos de final.
Irlanda del Norte fue inteligente y quiso aburrirnos
Los primeros 45 minutos fueron posiblemente los más difíciles de ver en lo que llevamos de torneo. Y será complicado algo peor en lo que queda de Eurocopa. Tanto galeses como norirlandeses estaban felices con el empate al descanso. Ninguno arriesgó. Irlanda del Norte presionó la salida de balón de manera ordenada y Gales acabó conformándose con envíos largos a Sam Vokes que consiguió ganar algunos balones divididos, pero que no conseguía nada sin apoyos cercanos. Un ritmo lento que Irlanda del Norte buscó y consiguió para minimizar la diferencia de talento individual.
Irlanda del Norte salió mejor al choque y en el minuto 9 un disparo de Dallas desde la frontal demostró que Gales tendría que ganarse el pase. Con los minutos el partido se volvió más timorato, las acciones sin fe se sucedieron en ambos ataques y el hastío se impuso. Dentro de ese aburrimiento generalizado, Aaron Ramsey dejó un par de llegadas desde la segunda línea que metieron el susto en el cuerpo del meta norirlandés, incluyendo un gol bien anulado al jugador del Arsenal en el minuto 18. A partir de ahí se acabó Gales.
La presión de Irlanda del Norte sin balón fue a más. Entrega y trabajo en equipo ahogando a Joe Allen en la medular galesa y a unos centrales que acabaron despejando balones sin más. Un remate de Ward desde la frontal al borde de la media hora fue la más clara de Irlanda del Norte, pero se vio que esa organización para robar muy arriba no estuvo acompañada de talento. Entre pases errados, controles malos y centros laterales precipitados se acabó una primera parte mala. Algo que era parte del plan de Irlanda del Norte.
Gareth Bale fue el despertador
En un partido en el que incluso el resumen al descanso era aburrido, la segunda parte fue algo más alegre, pero careció de la calidad esperada en unos octavos de final de la Eurocopa. De hecho, lo más interesante era ver si el ardiente Will Grigg debutaría en el torneo, pero nos quedamos sin cántico. En este ambiente de partido digno de segunda división inglesa aparecieron un par de chispazos de Gareth Bale y eso bastó para decidir.
Irlanda del Norte continuó brillando con su presión en campo rival, pero cuando tenían el balón no había ni talento, ni un plan definido. Lafferty encontró metros para correr y pelear pero el delantero norirlandés no tenía con quien asociarse. Para despertar a Bale, y de paso a todos nosotros, Coleman dio entrada a Robson-Kanu en la delantera. Apenas un par de minutos después, en el 59, vimos el primer chispazo del madridista. Un disparo de falta que McGovern detuvo bien. Gales se empezó a creer capaz y Coleman realizó otro cambio ofensivo con Williams por Ledley. Irlanda del Norte también puso más atacantes con Washington y empezó a notar físicamente el esfuerzo sin balón. En pleno desconcierto apareció Bale tras un buen pase de Ramsey para despertar a todo el mundo.
El madridista recibió en banda, recortó y puso un balón muy tocado al corazón del área que McAuley introdujo en su propia portería cuando evitaba el remate del galés Robson-Kanu en el minuto 75. A partir de ahí, Irlanda del Norte volvió a demostrar todo lo que les falta arriba. Un par de balones colgados que no incomodaron a los galeses y poco más. Los de Bale llegan a cuartos tras su peor partido en lo que llevamos de torneo. Un par de chispazos de su estrella que metieron a su selección entre las ocho mejores del continente. Un partido histórico para esta generación galesa, pero un suplicio para el aficionado neutral.
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