Hay una jugada fundamental en el España-Italia de cuartos de final de la Eurocopa de 2008. Con 0-0 y apenas tiempo que consumir de la prórroga, Di Natale cae fuera del campo después de un encontronazo, o una falta. Enseguida, quizá antes de empezar a agarrarse el muñón de la pierna recién arrancada para contener la hemorragia, el italiano hace algo decisivo: rueda algo menos de un metro y continúa con la representación, pero ahora dentro del campo. El movimiento implica que el juego no puede seguir, hay que acercarse a ver cuántos minutos de vida le quedan, si prefiere un chorretón de agua o un cura. El tiempo corre y los jugadores españoles se desesperan. Ahí está, retorciéndose sobre la hierba, el atasco histórico de España con Italia. A punto de repetirse.
En realidad, en aquel momento nada indicaba que para ellos fuera mejor dejar pasar el tiempo y acabar en los penaltis en lugar de seguir jugando. Sin embargo, ya podía estar el tipo desangrándose y agarrando los intestinos con sus propias manos para no perderlos, que un italiano siempre da la impresión de estar a punto de jugársela a uno. Si Di Natale quería ir a tirar penaltis, por algo sería. El muy canalla. La desesperación de los jugadores españoles ardía también en los bares españoles. Todo dependía de aquella simulación: o se levantaba ya o nos íbamos a casa otra vez en cuartos.
Durante décadas Italia ha destrozado rivales con gestos como la croqueta de regreso al campo de Di Natale. Con la mera amenaza de que esconden algo para el último instante, el contrario se cuece en el jugo de su propia desesperación. Como sucede con las elecciones de este domingo, con Italia puede conocerse el resultado en todo momento, pero eso no es suficiente para saber cómo va a acabar la cosa.
Aunque aquella noche de 2008, al llegar a la tanda de penaltis, Casillas se lo paró a Di Natale (y a Di Rossi). Ya no son los únicos que pueden jugar a eso. Después de la derrota de España contra Croacia —la que provocó este cruce contra Italia en octavos—, Del Bosque dejó flotando en el aire algo enigmático. Andaban los periodistas angustiados por el lado del cuadro en el que caía la selección, pero él pareció hablarle al rival: "Nunca se sabe dónde está el peligro", dijo. Un par de días después, Croacia desapareció del torneo al perder contra una Portugal moribunda. Para terminar de encarrilar el partido contra Italia, a Del Bosque sólo le falta amagar con que juega Casillas.