Lisboa

Con sorprendente serenidad ante una multitud compuesta por decenas de miles de sus conciudadanos, Cristiano Ronaldo presentó la Eurocopa a los portugueses con un discurso de apenas un par de frases.

“Esta victoria, esta copa de Europa es de todos, de los que estamos en Portugal, de los emigrantes, de los jugadores, del seleccionador, de nuestro ‘staff’… Todos entramos en la historia de Portugal hoy”, declaró el capitán de la selección lusa. “Esta copa es vuestra, os la merecéis porque siempre creísteis en nosotros. Obrigado”.

Al capitán le siguió Fernando Santos, el seleccionador nacional, que también dedicó sus palabras al pueblo luso. “Esta victoria es vuestra, de los portugueses, de Portugal. Es el orgullo de nuestra patria y nuestra nación. ¡Vivan los héroes de Portugal!”.

Por su parte, Éderzito António Macedo Lopes –conocido como Éder–, el jugador de origen guineano que marcó el gol decisivo en la final, también habló poco, limitándose a dar las gracias al pueblo portugués por el apoyo recibido y animar al público “a celebrar, porque hoy es festivo”.

No es festivo en Portugal, pero dada la euforia generalizada que se ha vivido por todo el país durante las últimas 24 horas bien podría serlo.

Celebraciones sin cesar

Desde el momento en el que “los chicos de Ronaldo” se hicieron con la victoria anoche toda Portugal ha estado de fiesta, con aficionados tomando las calles de las principales ciudades del país, la plazas de las aldeas más recónditas, e incluso los sitios más emblemáticos de las ciudades internacionales donde se encuentran colectivos de la comunidad lusa expatriada.

Sin embargo en ningún sitio se ha vivido la victoria con tanta emoción como en Lisboa, una ciudad normalmente conocida por ser de las más tranquilas de Europa, pero que desde la noche del domingo vive una celebración desenfrenada nunca antes vista a las orillas del Tajo. Cláxones y trompetazos de vuvuzelas se mezclan con rendiciones improvisadas del himno nacional y eslóganes cantados, muchos de ellos insultando a la madre de Dimitri Payet, el jugador francés que lesionó a Ronaldo durante la final.

Desde la emblemática rotonda del Marqués de Pombal a la famosa Plaza del Rossio, hasta las callejuelas de Alfama a los barrios marginales de Odivelas y Amadora, la calles están galardonadas de rojo y verde, y las principales avenidas de la capital se han llenado de espontáneos que cortan el tráfico portando la bandera nacional.

“¡Somos los más grandes!”, exclamaba João Amaro entre la multitud congregada en la emblemática Alameda de Dom Alfonso Henriques para recibir a la selección. El joven de 25 años, camarero en Oporto, hizo el viaje de 300 kilómetros para ver la copa en cuanto llegara a suelo luso. “Esto es histórico, nunca antes hemos ganado una Eurocopa… ¿Cómo me lo iba perder?”.

A pocos metros, Ana Rita Carvalho, lisboeta de 38 años, se mostraba estática mientras bailaba, su cara pintada con los colores nacionales. “¡Ya somos campeones de Europa! Nunca dudé que lo lograríamos, y me alegra que haya sido en París, donde hay tantos de nosotros”, declara, refiriéndose al más de medio millón de emigrantes portugueses que viven en Francia.

Al otro lado de la ciudad, en la céntrica Praça do Comércio, cientos de aficionados gritaban con alegría al ver la retransmisión de imágenes de fans de Portugal celebrando la victoria en las antiguas colonias lusas en África y Asia. Miles de timorenses desfilaban con banderas lusas por las calles de Dili, mientras que en otra multitud bailaba en una de las principales avenidas de Luanda, Angola.

“Esta victoria refleja lo mejor de Portugal”, opinaba Nuno Fernandes, madeirense de vacaciones en la capital portuguesa. “No hay quien pueda resistir un éxito tan merecido por una selección tan ejemplar”.

Condecoración presidencial

El día de la victoria comenzaba con la selección todavía en París. Al aterrizar en el Aeropuerto Humberto Delgado de Lisboa fueron recibidos por la compañía de bomberos de la ciudad, quienes lanzaron agua colorada, de nuevo en los colores de la bandera portuguesa.

Desde ahí, los jugadores fueron conducidos a la ceremonia de bienvenida en el Palacio de Belém, sede de la Presidencia de la República Portuguesa, donde fueron condecorados con el título de comendador de la Orden del Mérito por el Jefe del Estado, Marcelo Rebelo de Sousa.

El apoyo nacional a la selección era evidente en la ceremonia, en la que el Jefe del Estado conservador recibió a los jugadores acompañado por líderes políticos de todos los colores, entre ellos figuras como el secretario general del Partido Comunista Portugués.

“Hoy no es un día normal”, declaró el presidente. “Somos un país con problemas políticos y económicos. Pero esos problemas se quedan atrás hoy, porque hoy somos un país que cuenta con vuestro ejemplo como referencia”.

Los jugadores recibieron diplomas certificando sus condecoraciones pero tendrán que volver para una segunda ceremonia en Palacio la semana que viene, pues la decisión de otorgarles el título fue tomada tan espontáneamente que todavía no se han podido acuñar las correspondientes medallas.

“Todos reciben la misma condecoración porque no se trata de un equipo de primeros o segundos, sino uno compuesto por el talento de todos”, afirmó el presidente. “No es una victoria de un solo genio. Ha sido tan importante el gol marcado por un delantero brillante, como la defensa feroz de los penaltis”.

“Vuestra victoria no fue cuestión de suerte”, concluyó Rebelo de Sousa. “Es evidente es que sois los mejores de Europa, debido a vuestras capacidades físicas, vuestro talento, vuestra inteligencia, pero sobre todo por vuestra unidad y humildad”.