Álvaro Morata ha sido uno de los grandes nombres de España en esta Eurocopa. Para lo bueno y para lo malo. Protagonista de debates y tertulias desde que fuera pitado por la afición en el único partido de preparación contra Portugal celebrado en el Wanda Metropolitano. La montaña rusa de Morata ha sido la de la Selección, pero también un reflejo de la carrera de un delantero que jamás ha terminado por explotar y triunfar.
La trayectoria de Morata es de gran ariete, de uno de esos que están llamados a marcar época. Real Madrid, Juventus, Chelsea y Atlético han sido sus equipos hasta la fecha y ha movido casi 200 millones de euros entre traspasos y cesiones. Sin embargo, su cruz ha sido que nunca se ha consolidado como titular indiscutible en ninguno de ellos ni se ha erigido como un gran goleador.
Esa sombra le ha perseguido también en la Selección y, muy especialmente, en esta Eurocopa. Los pitos le persiguieron de Madrid a Sevilla y la polémica giró en torno a su figura después de fallar una clara ocasión en el empate ante Suecia. Días más tarde se desquitó con un gol frente a Polonia, pero la tragedia continuó tras su figura y erró un penalti contra Eslovaquia y con 0-0 en el marcador.
Su mejor momento en la Eurocopa llegó en octavos de final. Morata hizo un golazo en la prórroga y dio el pase a España a cuartos de final. Ya nadie le discutía. Todo el mundo sabía que el equipo de Luis Enrique era Morata y diez más. Sin embargo, tras una floja actuación ante Suiza en cuartos, fue la gran ausencia en el once que sacó el seleccionador para medirse a Italia.
Morata salió con La Azzurra ganando 1-0 y se convirtió en héroe marcando el tanto del empate a diez minutos del final del partido. El delantero, por fin, tocaba el cielo con la camiseta de España. Forzó la prórroga y nada parecía poder ensombrecerlo, pero entonces llegó la tanda de penaltis.
Tiró el cuarto, con 2-2 en el luminoso tras los errores de Locatelli y Dani Olmo, y Donnarumma se interpuso en el camino de la pelota hacia la red. Jorginho no perdonó e Italia eliminó España. Morata era otra vez el villano nacional. Como Salinas en el 1994 y la jugada ante Pagliuca que le persiguió el resto de su carrera.
Hay jugadores que fallaron el penalti decisivo en una tanda y de los que la gente ni se acuerda a día de hoy, y otros que jamás se olvidan. Por ejemplo, el error de Joaquín contra Corea del Sur en 2002 ha sido borrado de la memoria colectiva entre lo que sucedió con Al-Ghandour y la personalidad del bético que le hace ser uno de los futbolistas más queridos.
Italia, amor y odio
Sin embargo, Morata pasará al otro grupo. Una eterna promesa que se fue del Real Madrid para ser titular y que acabó en el Atlético, paso previo por el Chelsea. De hecho, su mejor temporada fue la que disputó a las órdenes de Zidane en la 2016/2017 y en la que el conjunto blanco conquistó el doblete ganando La Liga y la Champions.
En el Atlético tampoco triunfó ni se asentó y terminó en la Juventus cedido. Precisamente, Italia siempre ha marcado su vida. Durante su primera etapa en el equipo turinés conoció a la que hoy es su mujer, Alice Campello, y con la que ha formado una gran familia con tres hijos.
Italia siempre será para Morata la tierra de la felicidad personal, pero, a partir de hoy, también el país que le 'quitó' una Eurocopa con un fatídico penalti. Esta Eurocopa siempre quedará con su nombre grabado a fuego. Y luchó para que fuera en la copa, pero Donnarumma terminó con su sueño.
Morata siempre deja sensaciones encontradas. Su entrega durante la Eurocopa fue digna de admiración, pero sus errores también marcaron la trayectoria de la Selección y, sobre todo, su final. Morata siempre será el superclase, el goleador que triunfó en la cantera del Real Madrid y que llegó al primer equipo, el delantero de los millones y millones de euros en traspasos que nunca llegó a ídolo en ningún sitio. En España y con la Selección, de momento tampoco. Porca miseria de penalti.
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