El fútbol son momentos y, actualmente, Hungría no atraviesa el mejor de ellos. Los de Marco Rossi, que no habían perdido ni un solo partido en la fase de clasificación para la Eurocopa 2024, con cinco victorias y tres empates de sus ocho partidos, y ha ganado dos amistosos en Alemania e Inglaterra, se dio de bruces con una seria Suiza, especialmente en el primer tiempo. [Así hemos vivido el triunfo de Suiza sobre Hungría].
A los de Murat Yakin les bastó con una primera parte dominadora para lograr la renta necesaria que les permitió dominar los tiempos del partido. Suiza era el único combinado que tenía una propuesta de juego. Xhaka y Freuler filtraban por dentro y Widmer y Ndoye atacaban los espacios por banda. Todo ello sin rechazar la tenencia del balón. Una diversidad de alternativas que aplastaba a Hungría.
En una de esas posesiones largas, Duah, que había debutado hace once días con el cuadro helvético, asestó el primer golpe tras una jugada coral histórica, en la que hilvanaron 22 toques, la secuencia más larga en una Eurocopa desde 1980. El futbolista del Ludogorets aprovechó un pase filtrado por Aebischer, quien, justo antes del descanso, hizo el segundo con un latigazo desde larga distancia.
Hungría, que se había presentado en la Eurocopa con más expectativas que certezas, estaba fuera del partido, no conectaban los de Marco Rossi que se veían superados incluso en su mejor cualidad: la ganancia de los duelos individuales. Ni siquiera Szoboszlai, que, por cierto, se convirtió en el capitán de selección más joven en la historia de la Eurocopa, era capaz de desajustar el funcionamiento de los helvéticos, que parecían un reloj suizo.
Y, para colmo, la defensa húngara hacía aguas. Orban se durmió en el primer tanto; Varga concedió una clara ocasión poco después y el naufragioa magiar acabó con dos goles encajados en tres disparos a puerta. Rossi agitó la coctelera en el vestuario. Bolla pasó a ocupar el puesto de Lang y Hungría fue creciendo con el paso de los minutos.
Varga dio vida a un partido que decaía tras aprovechar un centro medido de un Szoboszlai que amagaba con echarse el equipo a la espalda. No fue así y Hungría tan sólo tuvo un par de conatos en busca del empate, que nunca llegó, principalmente porque ninguno de sus remates fue entre los tres palos.
Lo que sí se produjo fue la sentencia. Embolo la picó a la salida de Gulacsi y precintó un triunfo trabajado que permite a Suiza encarar con más tranquilidad el duelo ante Escocia. Los de Murat Yakin funcionaron como un reloj suizo primero, pero se quedaron sin cuerda después. Hungría inició dormida y despertó tarde.