En Alemania sólo se habla de fútbol. En esta Eurocopa no se habla de la violación de los derechos humanos, de la persecución al colectivo LGTBI ni de las muertes en las gigantescas construcciones de los estadios. El tema principal de conversación tiene que ver con lo que pasa en el terreno de juego, con lo que sucede cuando el balón echa a rodar.
Esto es el contrapunto exacto a lo que sucedió hace un año y medio en Qatar. Aquel Mundial estuvo envuelto en la polémica desde el minuto uno, desde el instante en el que la FIFA accedió a organizar su producto más valioso y venderlo a los intereses de los petrodólares.
Todo fue extraño en aquella Copa del Mundo, empezando por las fechas. La temporada se paralizó en mitad del curso de manera abrupta en pleno mes de noviembre, y la final se jugó bordeando las Navidades. Algo insólito que jamás había ocurrido hasta ese momento.
Pero sobre todo hubo muchos momentos en los que se habló más de lo extradeportivo que de fútbol. Demasiadas circunstancias anómalas como los aficionados falsos o los estadios medio vacíos que pusieron el foco muy lejos de lo que realmente debe importar en una cita deportiva de este calibre.
Ahora en Alemania las aguas han vuelto a su cauce y el plano deportivo es lo que centra la atención en todo momento. Tan sólo algunos altercados indeseables entre algunas aficiones han manchado la previa de algunos encuentros, un par de borrones que aún así están muy lejos de todas las cosas que rodeaban al Mundial de Qatar.
El recuerdo de Qatar
En Qatar se habló casi de todo menos de fútbol, al menos en los primeros días de la competición. El hecho de que la FIFA mandara a un país sin tradición alguna en este deporte su torneo más importante y uno de los mayores eventos del mundo levantó muchas ampollas, pero sobre todo evidenció el gravísimo error cuando llegó la hora de la verdad.
Durante los meses previos la diana se puso en las condiciones de inseguridad que existieron en la construcción de los estadios. Varios recintos se crearon exclusivamente para la ocasión y fueron muchos los obreros que fueron contratados en un entorno de dudosa certificación. Una investigación del diario The Guardian desveló un gran número de muertes de operarios en este proceso de construcción, una cifra que superaba los 6.000 fallecidos.
La falta de respeto a los derechos humanos y la desprotección del colectivo LGTBI fue algo que escamó también en los días previos. El país asiático alivió sus restrictivas normas con la llegada del Mundial en señal de apertura, pero realmente desde la sociedad esto siempre se entendió como un pequeño lavado de cara provisional.
A medida que se acercaron los partidos salieron a relucir otras grandes vergüenzas impropias de un Mundial de fútbol. El mundo entero vio vídeos a través de las redes sociales con los denominados 'falsos aficionados', personas que se hacían pasar por hinchas de diferentes selecciones para tratar de darle algo de ambiente a la previa del torneo. Las mofas fueron inevitables.
Más grave aún fue ver cómo los estadios, en pleno Mundial, se vaciaron en los primeros partidos. Fue flagrante el caso del primer encuentro entre Qatar y Ecuador, cuando tras el descanso las gradas quedaron desangeladas. En algunos choques incluso llegaron a abrirse las puertas tras unos minutos para que la imagen a través de televisión no fuera tan nefasta.
Alemania sí quiere fútbol
El mal sabor de boca que dejó lo que sucedió en Qatar parece que está siendo superado por lo que está pasando ahora en Alemania. La Eurocopa en un país occidental y con una gran tradición futbolística ha sido un soplo de aire fresco, y todo lo ambiental está saliendo a pedir de boca.
En el país germano se respira fútbol. Aunque tan sólo estamos en la fase de grupos y apenas se ha cumplido poco más que la primera jornada de campeonato al completo, todos y cada uno de los estadios han presentado entradas excepcionales y ambientes de primera en la grada.
Los aficionados, reales y no postizos como sucedía en Qatar, se han desplazado en masa hacia Alemania para vivir en sus carnes el ambiente real de una Eurocopa. Esta vez no hay asientos vacíos al descanso, ni tornos que se abren para que entre la gente porque el espectáculo no atrae. En esta ocasión la fiesta es completa y no hay tampoco distracciones más allá de lo futbolístico.
El único 'pero' lo han puesto algunos pequeños grupos de manera aislada. Es cierto que se han registrado incidentes tanto en algunas ciudades en la previa de algún encuentro, como más recientemente en el choque entre Turquía y Georgia dentro del estadio. Unos borrones que, sin embargo, no empañan el gran ambiente de fútbol que se vive en Alemania 2024.