En el fútbol pocos intangibles son más peligrosos que un equipo esté convencido de lo que hace. Austria lo humanizó ante Países Bajos y salió victorioso de un intercambio de golpes que le tuvo por momentos en la lona y otros en el cielo. Al final se impuso el segundo intangible que les clasifica a octavos de final y deja a los de Koeman como terceros de grupos. [Así hemos vivido la victoria de Austria sobre Países Bajos].
Austria arribó en Berlín fiel a los argumentos que le habían llevado hasta la ciudad alemana. Intensidad y ambición, dos intangibles que el profesor Rangnick eleva al máximo y que convierte a los suyos en un combinado difícil de ganar.
De hecho, de sus 16 últimos enfrentamientos anteriores antes de la Eurocopa, solo habían hincado la rodilla en uno de ellos. No obstante, al de Países Bajos llegaron con urgencias y poco tiempo. Estaban obligados a ganar a una selección a la que no vencían en partido oficial desde el siglo pasado. Aunque las estadísticas, como las barreras, están para romperse.
Desde muy pronto Países Bajos comenzó a darse de bruces con la realidad, su realidad, esa que le impide cumplir con las expectativas generadas y relega a pelear con selecciones de un teórico nivel inferior. La duda antes del partido era si a los de Koeman les bastaba con el centro del campo para sostener a un equipo tan convencido de sus ideas.
Las respuestas comenzar a llegar en forma de negación superado los primeros compases. En una de las prolongaciones ofensivas de Prass, Malen trató de despejar su centro y acabó batiendo a su propio guardameta. Cinco minutos y primer golpe al mentón que echaba por tierra el plan neerlandés inicial basado en busca el contragolpe.
El de Rangnick se impuso. Envió a los suyos a una elevada presión para recuperar pronto y, tras ello, atacar los espacios ganados. La 'Oranje' no se había levantado de la lona cuando el bofetón de Arnautovic rozó la red. Sólo el trastabilleo inicial y el posterior palmeo de Verbruggen lo evitaron. Tal era la zozobra neerlandés que Koeman envió al frente a Xavi Simons en lugar de Veerman cuando ni siquiera se había cumplido la media hora de partido.
Su bufido despertó a Países Bajos que encaró de otra manera el partido. Recuperaba el balón a más altura y salía rápido al contragolpe ante una Austria que se defendía juntando las líneas. Las desdibujó Gakpo al encarar, perfilarse y fusilar. A raíz de ese momento se desataron las hostilidades y un intercambio de golpes del que Austria salió mejor parada.
Su orden prevaleció cuando el agotamiento hizo mella en las piernas de los jugadores. Sabitzer engañó a su marcador, Arnautovic a los centrales y Schmid entró en el segundo palo para romper el empate. La respuesta la tuvo Depay cuando iniciaba el tramo final, pero Sabitzer recibió filtrado de Baumgartner y fusiló al meta neerlandés. Ahí murió el intercambio de golpes.
Austria se mantuvo en pie y reventó el grupo al clasificarse como primera de grupo, Países Bajos como tercera y Francia como segunda, lo que le lleva por el lado del cuadro de España. Los de Rangnick golpean y el seísmo llega hasta la concentración de Luis de la Fuente.