Levantar la cuarta Eurocopa de la historia ya es suficiente motivación para España de cara a la final del próximo domingo. Seguir ampliando el palmarés y quedarse en solitario en el ranking como el país con más títulos supondría mandar un mensaje al continente entero de autoridad y de poderío. Algo, por cierto, inimaginable hace poco más de 16 años. 

Sin embargo, el hecho de que sea Inglaterra la selección que estará enfrente en la gran final va a añadirle al partido un punto extra de motivación para la Selección. Hay cuentas históricas pendientes entre los ingleses y los españoles, deudas sin saldar que vienen de lejos y que todavía escuecen cuando se echa la vista atrás.

Todo tiene que ver con lo que sucedió en la Eurocopa de 1996. En aquella ocasión España volvió a toparse con el maleficio de los cuartos de final y, cuando parecía que tenía opciones para hacer algo grande en el torneo, Inglaterra mandó para casa al combinado nacional de una manera muy dolorosa, en la tanda de penaltis.

Era 'su' Eurocopa, porque aquel torneo se disputó en Inglaterra y el escenario de este partido de tan doloroso recuerdo fue Wembley. Algunas generaciones tienen grabado a fuego ese instante y el próximo domingo se presenta una oportunidad perfecta para cobrarse la venganza.

Aunque los ingleses han llegado a duras penas a la final, de una manera muy diferente a la que lo ha hecho España, en una final las fuerzas se igualan y nada importa el camino que se haya hecho hasta el momento. Eso sí, las rencillas del pasado siguen ahí y no se borran ni con el paso del tiempo.

28 años después

Ha llovido mucho -sobre todo en Inglaterra- desde que sucedió la catástrofe de 1996. Aquella España de Zubizarreta, Alkorta, Sergi, Hierro, Nadal, Caminero, Salinas o Alfonso se dio de bruces contra su maleficio de los cuartos de final. Ese equipo soñaba con hacer algo grande y por fin romper la barrera, y estuvo a punto, pero terminó perdiendo como siempre.

Todavía son muchos los que pueden visualizar cómo aquel partido terminó sin goles y se marchó a la prórroga. También cómo este tiempo extra terminó con el mismo resultado y todo se tuvo que decidir en la tanda de penaltis.

La suerte, como era habitual por entonces con España, le fue esquiva a la Selección y la anfitriona de aquella Eurocopa de 1996, Inglaterra, consiguió el pase por el 4-2 de los penaltis. Un equipo formado por Seaman, Neville, McManaman, Robbie Fowler, Alan Shearer... O incluso su seleccionador actual, Gareth Southgate.

La conexión entre 1996 y 2024 se hace por lo tanto más evidente con la presencia del entrenador, titular en aquella final y uno de los culpables de eliminar a España del torneo.

Ahora España tiene una ocasión pintiparada para cobrarse la venganza. El escenario, de hecho, es mejor que aquel porque ganar a Inglaterra en una final y hacer que pierda su segundo título de manera consecutiva en el último momento supondría un alivio con respecto a lo sucedido hace casi 30 años. Una manera ya no sólo de equilibrar la balanza histórica, sino de decantarla de su lado.

Incluso es curioso cómo el destino ha hecho que la Selección vista en esta Eurocopa, en su ropa de calle, una réplica de la camiseta que utilizó en la Euro de 1996. Otra conexión con el pasado.

Harry Kane y Gareth Southgate, durante la Eurocopa Reuters

Desde aquella ocasión, España e Inglaterra tan sólo se han enfrentado en dos ocasiones más en un partido oficial, y fue en la Nations League, un torneo menor de reciente cuño. Tan sólo enfrentamientos amistosos habían provocado el reencuentro de los dos equipos, pero la cita de Berlín el próximo domingo va a ser muy especial.

Dos selecciones muy distintas

El momento en el que van a llegar España e Inglaterra a la final del domingo es completamente opuesto. Las actuaciones de unos y otros en esta Eurocopa de Alemania no tienen nada que ver ni en cuanto a resultado, ni mucho menos en cuanto a juego.

Inglaterra ha demostrado ser una selección ramplona durante todo el torneo. En ningún momento ha llegado a convencer ni a practicar un fútbol digno de elogios. Como mucho, algunos minutos de la primera parte en la semifinal contra Países Bajos, pero hasta entonces todo había sido demasiado vulgar en el juego de los de Southgate.

Los ingleses tienen estrellas de primer nivel como Jude Bellingham, Harry Kane, Foden o Saka, pero ninguno de ellos está brillando y todos parecen lejos de su mejor versión. Aún así, se han aliado con la suerte en momentos puntuales, sobre todo en las eliminatorias, para ir quemando etapas.

En los octavos de final ante Eslovaquia tuvo que ser Bellingham el que marcara en el minuto 95 un golazo de chilena para forzar la prórroga, en los cuartos de final contra Suiza la eliminatoria llegó a los penaltis, y en semifinales el gol de Watkins en el último minuto decantó todo. 

Un camino muy diferente al de España, que tan sólo ha tenido que recurrir a una prórroga contra la anfitriona Alemania y que ha sido, de largo, el equipo que mejor fútbol ha desplegado en todo el campeonato. Ahora este juego tan atractivo puede también tener el premio de la venganza histórica.