Sin bajar los brazos ni subirse a las nubes. La corta vida de Nico Williams (Pamplona, 2002) transcurre a pasos agigantados, pero en ningún momento se deja cegar por todo lo que supone ser una estrella en ciernes del fútbol mundial. Siempre con sus orígenes, familia y amigos en la memoria y utilizándolos como motivación para seguir escribiendo su historia con letras doradas.
Será mañana cuando se cumplan 22 años del nacimiento de Nicholas Williams Arthuer (así quedó registrado su nombre en el censo). En plenos Sanfermines y en el seno de una familia humilde a la que las circunstancias de la vida le habían llevado hasta Pamplona.
Originarios de Ghana, sus padres Félix y Maria vivieron toda una travesía. Una vida llena de dificultades que tuvo su recompensa al tener dos hijos que lograron ser futbolistas profesionales. La pareja se conoció en la década de los 90 y emigró en busca de un futuro mejor. Su idea inicial fue viajar al Reino Unido. Sin embargo, se inclinaron por España por recomendación de un amigo que les dijo que les iba a costar menos dinero, algo que finalmente resultó un engaño.
Acabaron llegando, pero no lo tuvieron nada fácil. Cruzaron a pie el desierto del Sáhara, descalzos y con la arena a más de 40 grados. "Es muy peligroso, ya que por el camino hay ladrones, violadores y mucho sufrimiento. Pagaron a los traficantes de seres humanos y en un momento les dijeron que se acababa el viaje y les dejaron abandonados. Entonces no lo sabía, pero mi madre ya estaba embarazada de mí", cuenta Iñaki Williams, futbolista del Athletic y compañero de Nico.
Félix y María acabaron llegando a Melilla. Lo hicieron sin papeles y la Guardia Civil los detuvo. Cáritas les ayudó y les puso en contacto con un abogado de Bilbao que les guio para poder aterrizar en la cuidad vizcaína. Allí nació Iñaki, el 15 de julio de 1994. Ocho años después lo hizo Nico, pero en Pamplona.
Sus inicios con el balón
Nico Williams comenzó a dar sus primeras patadas al balón en la capital navarra. Tenía el espejo de su hermano y el sueño de llegar a jugar juntos algún día. Ese momento llegó, pero antes tuvo que quemar distintas etapas.
Después de jugar en el San Jorge y en el Pamplona Nico fue captado por los ojeadores de Osasuna para jugar en las categorías inferiores, pero tan solo estuvo un año en la entidad rojilla.
Su potencia física y goles asombraban. Retenerle iba a ser casi imposible. El club lo sabía. Su hermano mayor, Iñaki, había irrumpido en Bilbao en un año extraordinario de goles con el Juvenil de División de Honor, nada menos que 35. Así se ganaba su primer gran contrato.
El Athletic quería a Nico, pero solo había un camino. No podía ser que la familia estuviera separada. El padre (Félix) estaba en Londres, la madre (María) tenía trabajo de media jornada en Pamplona, Iñaki vivía en Bilbao en residencia y Nico, por edad, solo podía vivir en caseríos familiares si se iba. Finalmente, el Athletic ofreció un piso para el traslado con su madre y con Iñaki orbitando en Bilbao. Se acabó confirmando el fichaje.
Comenzó ahí la creación de una de las mejores perlas que han salido en Lezama en los últimos tiempos. Sin prisa, pasando por todas las categorías y debutando con el primer equipo con tan solo 19 años. Fue en la temporada 20-21 y en la siguiente ya se convirtió en una pieza clave del equipo vasco.
Su salto definitivo
Desde su llegada a la élite la carrera de Nico Williams no ha parado de crecer. Tuvo la oportunidad de disputar el Mundial de Qatar, donde ejerció la función de revulsivo, pero no ha sido hasta esta temporada cuando se ha convertido en una de las grandes promesas del fútbol europeo.
Ha tirado del carro de un Athletic campeón de Copa y que ha peleado hasta las últimas jornadas de Liga por entrar en la Champions. Ahora, en la Eurocopa, ha dado el salto definitivo. Titular indiscutible en el once de Luis de la Fuente, el pequeño de los Williams ha dejado varias actuaciones notables. Se ha convertido en la alegría e ilusión de la Selección y volverá a ser crucial en la final del torneo.
Del mismo modo, su actuación ante los ojos de todo el mundo del fútbol le ha servido para revalorizar su caché y tener numerosos pretendientes. Él ha repetido en varias ocasiones que únicamente piensa en el Athletic, pero su cláusula de 58 millones es un caramelo para muchos clubes de Europa.
Interesa en la Bundesliga, en la Premier League e incluso también en La Liga. De hecho, el presidente del Barça Joan Laporta ha confirmado públicamente su interés y la capacidad económica del club para acometer su fichaje.
El verano es largo y de momento Nico Williams está centrado en hacer historia en la Eurocopa y guiar a España hacia la gloria. Como siempre, sin bajar los brazos ni subirse a las nubes. A la espera de poner su apellido en lo más alto y liderar a una generación con el sueño de repetir gestas de épocas pasadas.
Un chico familiar
Nico Williams ha demostrado con creces ser un futbolista extraordinario, pero también ha dejado entrever su calidad humana. Lo ha hecho con sus compañeros de Selección, basta ver su gran relación con Lamine Yamal, así como su fama dentro del vestuario del Athletic por su habilidad para dar masajes.
De hecho, en una entrevista con la revista Esquire, Nico habló sobre una posible profesión en caso de no ser futbolista. "Gracias al fútbol he descubierto el trabajo de los fisioterapeutas. Lezama es una familia y al final te fijas mucho en el trabajo que hacen los demás, y lo que hacen los fisios me gusta. Además, a veces les doy algún masaje a mis compañeros y, por lo que me han dicho, tengo buenas manos", dijo.
También es un chico muy unido a su familia. Sus padres quienes le ayudan a tener los pies en el suelo. Nunca deja del lado sus raíces y uno de sus grandes vínculos llega con la comida. Su plato preferido es el Fufú, un plato tradicional africano que prepara su madre y que "me viene muy bien para los partidos".
Le gusta estar en su barrio y pasar tiempo con los amigos, además de tener un gran vínculo con su hermano Iñaki. Es el espejo en el que se mira todos los días y entre los dos no dejan de dar alegrías al Athletic. También a sus padres, sus "héroes".