"Si mi nombre fuera Allardici, ya sería entrenador de un equipo del 'top 4' de la Premier" o "no estoy hecho para Blackburn o Bolton sino para el Inter o el Real Madrid. No tendría problema en ir allí porque ganaría el doble de veces y podría conseguir la liga todo el tiempo" son algunas de las frases con las que Sam Allardyce lleva años ofreciéndose para grandes oportunidades y, por fin, tiene una entre manos.
El nuevo seleccionador inglés se ha creado una fama de técnico milagro de la zona baja de la tabla. Mr Fix It (Míster Arréglalo), como le han definido estos días, siempre tuvo la selección como su gran obsesión y fue el año pasado al llegar al Sunderland, cuando era colista en la Premier, cuando volvió a dejarlo claro: "Espero que hacerlo bien aquí me abra las puertas de la selección". Un puesto para el que ya fue entrevistado en 2006 pero que acabó en las manos de Steve McClaren, en lo que Allardyce definió como "la gran decepción" de su carrera.
Diez años después, su carrera ha ido a menos. En 2006 estaba jugando en Europa con el Bolton, equipo al que cogió en mitad de tabla de la segunda inglesa y lo dejó 5º en Premier League. En los últimos años, Big Sam ha ido capeando temporales en plazas difíciles, demostrando que no hay entrenador más eficaz que él en la zona baja: salvó al Blackburn del descenso, revivió al West Ham desde segunda y ha cogido al Sunderland siendo colista y le ha salvado. Un camino lejos de la nobleza. Por ello, Allardyce ha vuelto a ser la segunda opción. Al menos, su fama de duro tendrá por fin un grupo que necesita disciplina y motivación.
Mano dura para un grupo acomodado
En una entrevista a The Times, Sam Allardyce tenía claro cuál era el problema de la selección: la Premier League. Acusaba a la competición de haberse vuelto tan global que dificultaba el correcto desarrollo del talento inglés, tanto en el campo como en los banquillos. Con 467 partidos, es el segundo técnico inglés con mayor experiencia en la Premier, una competición que encumbra a jugadores con apenas un par de semanas buenas como nuevos salvadores del fútbol patrio.
El nuevo seleccionador se definió con una frase sobre su infancia: "Mi padre me enseñó que no importa lo inteligente que seas o tu nivel de educación. Nadie te da nada, te lo tienes que ganar tú y dependes del nivel de trabajo". Big Sam sabe qué es eso de trabajar. Antes de opositar al puesto de seleccionador, sufrió mucho para tener una oportunidad en los banquillos; tanto es así, que tras dos años esperando, en 1991 se marchó al Limerick irlandés para ser entrenador-jugador. Allardyce no tuvo las cosas fáciles: se paseaba por la ciudad junto al cura local -y dueño del club- en busca de financiación para dar 100 libras semanales a sus mejores jugadores.
A base de dedicación y pasión por entrenar fue mejorando el nivel de todos los equipos a los que entrenó. Se embarró en los campos tercera y cuarta, logrando ascenso tras ascenso. Su Blackpool estuvo cerca, su Notts County con cinco defensas rompió todos los récords del fútbol inglés desde el período de entreguerras. En el Bolton y el Blackburn no le dejaron culminar el proyecto por disputas en los despachos.
En la Premier, pronto demostró su fuerte carácter, la importancia de la motivación y la unión con el vestuario, algo que se ha valorado en la decisión de darle la oportunidad. Glenn Martin, jefe ejecutivo de la Federación, lo dejó claro hace unos días: "El nuevo seleccionador debe ser capaz de inspirar a la gente a sacar lo mejor de ellos, construir capacidad de adaptación y comprender la importancia de los aspectos psicológicos". Aunque se trata de un perfil algo más polémico de lo que acostumbra la FA inglesa, era el candidato con más apoyos.
La hoja de ruta de Allardyce
El mal carácter de este entrenador que llegó a definirse como "un error que salió de una noche extraña entre mamá y papá" debe despertar el orgullo de Inglaterra. Él siempre encontró la vía rápida para el éxito en la mejoría defensiva de sus equipos. Para ello no ha mostrado reparos en jugar con planteamientos ultradefensivos, cuyos esquemas han variado entre el 5-4-1 y el 4-5-1, acumulando hombres atrás capaces de sufrir. Centrales fuertes, mediocentros de pase fácil y bastante duros, con delanteros que sepan jugar en inferioridad para el equipo y que no tienen por qué ser grandes goleadores. Nervios de acero atrás y prisas arriba. Conjuntos con algunas gotas de talento arriba y mucho de sacrificio sin balón.
Big Sam también se convirtió en Fat Sam (Sam el gordo) para la afición del West Ham cuando pidieron su cabeza a raíz del juego centrado en el balón largo y la pelea. A decir verdad, nunca se le ha visto disponiendo de un grupo tan bueno como la selección inglesa, pero él siempre ha mostrado capacidad para adaptarse y conseguir el objetivo. El primer paso tendrá que ser un cambio por su parte: adaptar algunos nombres en la convocatoria pero sobre todo a él mismo.
No puede romper de un día para otro con el juego de posesión que intentó (y no consiguió) Roy Hodgson, algo que él dice que es capaz de mantener: "Hay dos tipos de entrenador. En mi caso me gusta adaptar la táctica en función del rival. Ferguson era similar. Mourinho también. Luego están los Wenger, Rodgers o Pellegrini que no se adaptan ni en Champions. Ellos dicen 'siempre jugamos así' y por eso se les puede ganar. Es más difícil si te adaptas al rival”. No sabemos qué propondrá pero los equipos de Allardyce siempre han tenido una fuerte personalidad, no como la indefinición de los de Hodgson.
Su fútbol llegó a ser definido por Mourinho, quien ahora le respalda para seleccionador, como "balompié del siglo XIX", ante lo cual Allardyce reaccionó con preocupación: "Me gusta. Puede decirme lo que quiera de mis tácticas, de veras, que me importa una mierda".
El Plan B constante
En 2006 recibió el 'no' de la federación pese a que le avisaron que estaba entre él y Steve McClaren. En 2007, el Manchester City le ofreció su gran oportunidad y, cuando fue a aceptarla, el club cambió de dueño y canceló la oferta. Incluso ahora, en 2016, la federación tanteó otras opciones como Klinsmann y ya había elegido a Wenger para levantar el proyecto, pero la negativa del francés ha sido la llave para el sueño de Allardyce.
Este entrenador especializado en recibir el 'no' en las grandes oportunidades de su carrera tiene ahora un grupo con talento, pero desestructurado. Big Sam necesita mostrar que es cierto que está preparado y que puede adaptar su libreto. Que en esta última Eurocopa haya quedado claro que se puede ganar de otra forma también le ayuda. Sam Allardyce debe buscar la mezcla para aprovechar lo bueno que hay y tapar las lagunas sin balón: "Eso de que hay una manera correcta de jugar al fútbol y que debe ser con la posesión es un montón de mierda". Aunque tampoco es un fundamentalista de lo opuesto ("el estilo clásico del balón largo es basura, no es algo que haya querido"), seguramente en el punto medio esté lo que necesitarán jugadores y seleccionador.
La reticencias a confiar en un extranjero sin experiencia en la Premier, sumado a la ausencia de un candidato fiable y la poca experiencia de Eddie Howe (Bournemouth), han facilitado la elección. Como dijo Ferguson, es "la elección obvia". Clichy, lateral francés del City, resumió el nombramiento de Big Sam: "Jugar contra sus equipos no era algo placentero. Algunos creerán en él y otros no. Ha conseguido mucho a base de llegar, sumar puntos y conseguir el objetivo. A veces no necesitas más que eso".