La tocaron en Cardiff y también en Skopje. Campeón en Gales y en Macedonia. Hace un año fue en Milan y en Oslo. El Real Madrid, como manda la tradición, es otra vez campeón de Europa. Esta vez, supercampeón. Otro título más, sexto en la era Zidane, para confirmar su poder mundial. [Narración y estadísticas: así te hemos contado el Real Madrid 2-1 Manchester United]
Pese a tener seis caras nuevas con las que contar, Zidane tiró de los mismos y confirmó su predilección por aquellos que le han llevado a lo más alto. Con solo Theo de los nuevos en el banquillo (todos los demás en la grada) y con un solo cambio respecto a Cardiff (Bale por Cristiano, que salió más tarde al campo) se presentó el técnico francés en el Felipe II.
En ese once histórico apareció Casemiro, el futbolista total, el centrocampista que abarca el campo entero, la figura más fundamental en el esquema de Zidane. Si ya en los primeros minutos dejó su sello robando balones, además de su trabajo incansable en el centro del campo, su presencia cada vez mayor en el área rival le hace el mejor centrocampista (pivote) del mundo.
Carvajal, experto en Supercopas, regaló medio gol al brasileño con otra de sus asistencias que tantos goles acaban dando al Madrid. De banda a banda fue el balón y en el segundo palo apareció Casemiro, que tras partir de posición muy justo se lanzó con todo y remató cruzado. El '14' blanco repitió gol en una gran cita y sigue confirmando su relevancia en este equipo. Ya marcó en Cardiff, también en el último Clásico y su trabajo es imprescindible para entender este Madrid tan exitoso.
Solo pudo el United con el Madrid cuando se paró el partido dos minutos para hidratarse por las altas temperaturas que había en Skopje. Esa interrupción paró a un Madrid que ya se estaba gustando y cuyo dominio era absoluto. El Manchester, agazapado, aguantaba el chaparrón como podía. Tras el parón, los de Zidane salieron fríos y el equipo inglés adelantó líneas, teniendo dos ocasiones claras, ambas por fallos en la salida del balón del Madrid.
El encuentro, espeso, no regaló prácticamente nada. El ritmo no ayudaba a ello. Y ante ese panorama, la diferencia de plantillas y calidad individual se notaba más. No necesitó el Madrid grandes alardes para aumentar distancias. Una exquisita conexión entre Bale e Isco, con pase preciso del galés y definición perfecta del malagueño, dejó casi sentenciado el encuentro en el 52'.
Pero un partido de fútbol es largo, larguísimo, y más en estas fechas en la que todo esfuerzo cuesta mucho más y las piernas pesan el triple que en noviembre o en marzo. Un gol de Lukaku en el 61', aprovechando un rebote por un mal despeje de Keylor a disparo de Matic, metió al United en el partido, ahogando las ideas Madrid más con dominio del balón que con ocasiones claras. En los últimos 30 minutos el Madrid pareció noqueado.
Entre los parones, el segundo por las temperaturas y otro por la sangre que derrochaba Fellaini, el final se fue eternizando con un United que tuvo el empate por medio de Rashford (gran parada de Keylor) y un Madrid dejando hacer a su rival. Ni la salida al campo de Cristiano, que jugó unos 15 minutos sin intervención, cambió el guión.
Acabó aguantando el Madrid y conquistó su cuarta Supercopa de Europa. También es el primer equipo que gana esta competición dos veces seguidas. Por eso este equipo de Zidane es cada vez más eterno. Ni pudo el Barcelona, ni la Juventus, ni el Bayern ni ahora el United. El Madrid ha vencido a distintos tipos de fútbol y a todos los grandes de Europa. Más mérito no se puede tener.
Supercampeón de Europa, primer título de la temporada para los blancos, que arrancan el año futbolístico de la mejor manera posible. La pretemporada fue mala, pero en los partidos oficiales el Madrid es, sencillamente, el mejor equipo del mundo. El campeón de Europa, otra vez. Como antaño, como ahora.