La vida de Paul Gascoigne no ha sido nada fácil. En gran medida porque él, con sus adicciones y sus problemas, hizo que fuera un completo desastre. El británico ha estado al borde del abismo en muchas ocasiones y, a pesar de que no se ha recuperado, siempre ha conseguido salir para mantener una línea cercana a lo que podría ser una vida normal.
Sin embargo, sus problemas nunca desaparecerán del todo y eso es algo con lo que ha tenido que vivir. Durante su etapa de jugador, su alcoholismo le trajo por la calle de la amargura hasta arruinar por completo su carrera. No obstante, los problemas más graves llegaron tras su retirada, cuando se quedó abrazado a la soledad de la botella casi sin nadie a quien poder reclamar ayuda. Paul Gascoigne llegó a tocar fondo.
Ahora, aunque todavía no ha salido del túnel, y probablemente nunca llegue a hacerlo, empieza a ver una luz al final de su camino que bien podría servirle de guía para seguir dando pasos hacia un estado de salud, tanto física como mental, que se acercaran al de una persona normal.
Su mayor batalla durante todos estos años ha sido contra el alcohol, un enemigo poderoso, muy accesible y para el que ni siquiera hace falta amasar grandes fortunas de dinero. Se trata de un combatiente de primera que puede aparecer en las trincheras más insospechadas, en la más absoluta oscuridad, donde el miedo y la preocupación lo convierten en un falso refugio.
Ahora, Paul Gascoigne va camino de intentar ser un hombre nuevo y ese proceso ha comenzado por tener un cierto control sobre el alcohol. Aunque no se engaña y sabe que el problema siempre estará ahí, acechándole, esperando que baje la guardia, poder mirarle de frente, coquetear con él y dejarle atrás en el camino de la vida es un gran paso, aunque siempre se encuentre en cada esquina.
"Siempre seré alcohólico, pero ahora puedo tomar un par de copas de vino y unas cervezas. No todos los días, pero sí cuando quiero. Solo bebo cuando... Bueno, lo podemos decir así: 'Si quiero un trago, tomaré un trago". Así se confiesa en el medio inglés The Sun, donde ha vuelto a arrojar luz a sus poderosos trastornos.
Un borracho triste
El calvario de Paul Gascoigne durante los últimos años ha sido terrible. Ha seguido durante años pautas médicas para mantenerse lejos de sus fantasmas e incluso se sometió a una operación estomacal y a un exigente tratamiento para intentar combatir esos graves problemas que ha padecido durante décadas.
Antes de estas duras confesiones, el exfutbolista británico dejaba también un testimonio desgarrador en el pódcast Anything Goes en el que explicaba con una frase muy sencilla la dimensión de su drama y de su infierno: "Sé que soy más feliz cuando no bebo. A veces puedo ser un borracho triste".
Aunque siempre será alcohólico, como el propio Gascoigne asegura, su batalla no tiene por qué terminar nunca con motivo de la rendición. El apoyo que ha recibido en innumerables ocasiones del mundo del fútbol le ha hecho atravesar por etapas muy satisfactorias de su recuperación y hacia ellas debe enfocar sus próximos pasos, los cuales parecen ir por buen camino.
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