Bochornoso espectáculo el vivido en el Brasil - Argentina de las ventanas de clasificación de para el Mundial en Sudamérica y que ha llevado a la suspensión del gran clásico del fútbol sudamericano. Las autoridades sanitarias brasileñas irrumpieron deliberadamente en el minuto 4 del encuentro para detenerlo, obligar a su suspensión e intentar llevarse a los cuatro futbolistas del combinado argentino procedentes de Inglaterra para "respetar la normativa Covid-19".
La selección albiceleste, ante los hechos acontecidos, se marchó al vestuario y se negó a saltar al césped sin Emiliano Martínez, Lo Celso, Cristian Romero y Emi Buendía. El gobierno brasileño esperó a que el encuentro hubiera comenzado para obligar a la deportación de los futbolistas argentinos que procedían de Inglaterra, país incluido en la lista roja de las autoridades brasileñas, ya que juegan en equipos de la Premier League.
Scaloni y Leo Messi dialogaron con los jugadores brasileños para explicarles la situación y el porqué no volverían al terreno de juego. Ahora la FIFA tendrá que decidir qué pasa con el encuentro: si se lo da por perdido a Argentina o si se reanuda en una nueva fecha por decidir.
El motivo de la interrupción del partido, según el gobierno brasileño, fue la presencia de cuatro jugadores de la selección de argentina que, según indicaron las fuerzas de seguridad y la autoridades sanitarias, incumplían la normativa sanitaria al proceder directamente desde Inglaterra.
Lo escandaloso del asunto es que estos jugadores de la selección de Argentina llevaban ya varios días en Brasil, entrenando con total normalidad junto al resto de sus compañeros sin que nadie les hubiese puesto ningún impedimento. De hecho, horas antes del partido en el hotel del conjunto albiceleste hubo diferentes controles para evaluar la situación de los futbolistas y, finalmente, no se les impidió disputar el encuentro.
Comienza el escándalo
Allí ya se rumoreó con una posible suspensión del partido o con su celebración, pero con el impedimento de que los citados cuatro jugadores (Emiliano Martínez, Lo Celso, Cristian Romero y Emi Buendía) pudieran formar parte del equipo y tuvieran que ser deportados de inmediato. Sin embargo, este intento no prosperó y los integrantes del equipo de Scaloni se montaron en el autobús junto con el resto de sus compañeros y partieron hasta el estadio. Tres de ellos partían como titulares.
Una vez llegados allí, los jugadores hicieron sus habituales rutinas de calentamiento y todo prosiguió según lo esperado y lo marcado. Pero cuando se llevaban nada más que tres minutos del partido, se produjo el escándalo. Las autoridades sanitarias irrumpieron en el encuentro y saltaron al césped con la intención de llevarse a los cuatro futbolistas argentinos.
Nadie daba crédito a lo que estaba sucediendo y por ello, con Leo Messi como capitán a la cabeza, La Albiceleste decidió retirarse a los vestuarios para esperar acontecimientos y sobre lo que iba a suceder. El ahora jugador del PSG hacía de portavoz de su selección mientras que Dani Alves y Neymar eran las voces autorizadas del equipo brasileño, que permaneció en el césped durante todo el conflicto.
Con Argentina ya fuera del terreno de juego, comenzaron más de 30 minutos de conversaciones en los aledaños del terreno de juego con los integrantes del cuerpo técnico liderado por Scaloni visiblemente enfadados, pero el destino de su equipo parecía ya escrito.
A partir de ese momento, las informaciones fueron circulando en uno y otro sentido mientras la Conmebol, la AFA y la Federación Brasileña intentaban abordar el problema que llevaba inevitablemente a la suspensión del choque sin un resultado definido. La resolución final de la situación, una vez ya suspendido, fue que Brasil realizaría un pequeño entrenamiento sobre el césped a las órdenes de Tité y que Argentina abandonaría el choque en su autobús. Ahora, la pelota queda en el tejado de la FIFA.
Será el organismo que preside Gianni Infantino quien deba decidir qué sucede con un encuentro que, tal y como ha transmitido Conmebol, fue suspendido por decisión del árbitro tras todo lo sucedido. Sin embargo, queda por resolver también los diferentes conflictos políticos que genera esta decisión y que han provocado que este especie de ajuste cuentas deje en mala imagen a la selección argentina y al fútbol.
La demanda y la principal queja del equipo albiceleste, según se le pudo escuchar al entrenador Lionel Scaloni, era que se hubiera permitido llegar hasta esta situación de tener que interrumpir el caso en pleno partido y no antes, cuando se tuvo varias oportunidades de hacerlo.
Cruce de acusaiones
Sin embargo, la situación podría agravarse todavía más si las primeras informaciones y versiones que circulan terminan siendo ciertas. Las autoridades brasileñas tienen intención de denunciar a los cuatro futbolistas argentinos que se habrían saltado los protocolos anti-Covid y que supuestamente han falseado los formularios que tienen que entregar para informar de sus últimos movimientos.
Se trata del quid último de la cuestión, y es que Brasil pretendía impedir que cuatro personas que habían estado en los últimos días territorio inglés, siendo un país de su lista roja por motivos sanitarios, pudieran participar en el partido. Por ello, la denuncia se centraría en esas mentiras reflejadas en dicho formulario, su participación en el encuentro y el hecho de no cumplir la cuarentena obligatoria que tienen que llevar a cabo todos los individuos que se encuentran esa situación.
Argentina, al no poder contar con ninguno de estos jugadores, no estaba dispuesta a saltar de nuevo al terreno de juego para disputar el choque y el colegiado no ha podido evitar tener que tomar la decisión de dar por finalizado el encuentro, al menos por el momento, ya que la última palabra la tendrá la FIFA.
El conflicto, que se venía produciendo durante las últimas horas tras la intervención de la la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (Anvisa), enfrenta intereses políticos con deportivos. La Conmebol había autorizado la presencia de estos jugadores en la 'burbuja' de su selección, por lo que daban por hecho que su impedimento de ingresar en territorio brasileño sin hacer cuarentena quedaba anulado.
Por su parte, las autoridades brasileñas argumentaron que sus leyes están por encima de las del máximo estamento del fútbol sudamericano, exigiendo "cuarentena obligatoria o su inmediato retorno al país de origen" por el "incumplimiento a las reglas sanitarias del país y, supuestamente, declarar en un formulario oficial informaciones falsas".
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