Con medio mundo temiendo a la Covid-19 tras el ascenso de los positivos y con la variante Ómicron generando una nueva incertidumbre, Suecia y el Malmö han dejado una de las imágenes del fin de semana y de la temporada. Una celebración que pocos entiende en la época en la que se encuentra el mundo, pero que igualmente sería difícil de explicar en cualquier situación.
El equipo sueco se ha vuelto a proclamar ganador del campeonato nacional y sus aficionados se han vuelto literalmente locos. Con el pitido final del partido que confirmaba la consecución del título, saltaron al campo como si no hubiera un mañana dejando unas imágenes cuanto menos preocupantes.
Casi la totalidad de los presentes en el estadio invadieron el césped y se fueron corriendo a por sus jugadores y a por sus compañeros de hinchada para celebrar el título. Banderas, bengalas, golpes y empujones hacían acto de presencia sobre el verde en lo que ya es una de las escenas del curso. La policía no podía hacer frente a semejante marea humana y tuvo que dar por imposible hacerse con el control.
Se desata la locura
Mientras tanto, los ultras corrían a sus anchas como si se trataran de futbolistas por el césped celebrando un éxito que no se puede decir que no les haya hecho la mayor ilusión del mundo. Sin embargo, celebraciones de este tipo están fuera de lugar, ya sea en época de Covid-19 o en cualquier otra, porque las imágenes son realmente preocupantes. Es inevitable pensar que así surgen muchas de las desgracias que luego se lamentan profundamente.
Era la última jornada del campeonato, pero no era un título histórico para ellos, sino que era su liga número 24. Aún así, la celebraron como si fuera la primera que conseguían desde la creación del club. El empate a cero contra el Halmstad provocó la locura total en el Eleda Stadion. El árbitro pitó el final del choque y se desató el caos en pleno césped.
Los ultras, una vez se habían hecho ya con el control dentro de la locura general, empezaron a saltar, a pegarse y a empujarse unos con otros en lo que realmente no era una pelea, sino una celebración violenta que ya ha dado la vuelta al mundo. Las imágenes de impotencia de las autoridades para hacerse con el control también dice mucho del poder que tienen estos individuos para terminar haciendo lo que les viene en gana.
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