Iago Aspas (Moaña, Pontevedra, 1987) es el delantero más difícil de explicar de la selección española. Tiene 30 años y el Mundial de Rusia será su primera gran cita. No es un delantero clásico que espera los centros de sus compañeros. De hecho, si miramos el mapa de calor de su última temporada en La Liga pisa muy poco el área. Pero cuando aparece, remata y marca. Esta temporada ha logrado 27 goles (22 en La Liga) y es el máximo anotador nacional.
Quizá es difícil de explicar porque Aspas miente desde que empezó a jugar al fútbol. A los ocho años se presentó a las pruebas del Celta de Vigo. En un principio no podía, porque el club vigués solo fichaba a niños que ya habían soplado las nueve velas, pero él quería jugar. Su tío le dijo que, si le preguntaban, afirmase que tenía nueve. No le iban a pedir el DNI, así que no perdía nada por probar. Aspas entró entonces al campo de la ciudad deportiva con sus zapatillas de fútbol sala. Era la primera vez que jugaba en césped artificial. A los 30 minutos de acabar las pruebas, recibió la llamada: estaba dentro.
Fue pasando por todas las categorías del Celta haciéndose un hueco. A punto de cumplir los 22 años, debutó con el primer equipo. Era un partido en el que el club de su vida se jugaba la permanencia en Segunda División contra el Alavés. Él pensaba que solo iba convocado para rellenar huecos en la lista, pero Eusebio Sacristán, el entonces entrenador, le dijo que saliera a calentar. En el minuto 60 se quitó el chándal y saltó al campo. Le dio tiempo a marcar dos goles. El primero llegó con un remate de cabeza. El segundo, en el minuto 93, tras un rechace. Victoria. El Celta estaba salvado.
En el Celta ha jugado en todas las posiciones de ataque. De delantero referencia, de extremo, de mediapunta, acompañando a otro nueve. Ataca por donde haga falta.
Aspas juega para divertirse. Alguna vez ha comentado que en los partidos en los que está 15 minutos sin tocar un balón ha pensado que se podría haber dedicado al fútbol sala, donde hay más contacto con el balón. Pero a veces, para no aburrirse, lo que hace es calentar el partido: chocar con los defensas, picarse, protestar una acción.
Esos calentones le han pasado factura a lo largo de su carrera y son uno de los motivos por los que su debut con la selección no llegó hasta 2016. Él estaba pensando en irse a las fiestas de Moaña con su familia, pero Diego Costa se lesionó y Julen Lopetegui le llamó para ocupar su puesto. Salió en la segunda parte para revolucionar el partido. Gol. Empate en Wembley.
Aunque el delantero vigués se llevó todo lo que pudo de la concentración (la sudadera, las botas, el chándal…) pensando que no volvería, Lopetegui le ha hecho un hueco en sus listas desde entonces.
Sin embargo, es el tercer delantero de la selección. Diego Costa parte como delantero titular. Lopetegui ha entrenado a Rodrigo en las categorías inferiores de la selección y es de su confianza. Aspas... Aspas ha jugado diez partidos, aunque solo uno como titular. En 353 minutos con 'La Roja', ha marcado cinco goles y ha repartido cinco asistencias. Es el nueve español con mejores números, pero aun así Lopetegui no deja de considerarlo como un revulsivo, un soplo de aire fresco para partidos tibios en los que no se generan espacios.
Los genios suelen ser incomprendidos.