Jorge Resurrección “Koke” (Madrid, 1992) admira a su hermano mayor. Él es su ídolo. Fue el que le enseñó a jugar, el que jugaba los partidos que él iba a ver. El hermano de Koke le marcó el camino a seguir (jugó con las selecciones sub-16 y sub-17), pero una lesión le apartó del fútbol profesional. Koke le tomó el relevo. A los 17 años debutó con el Atlético de Madrid en el Camp Nou y este año disputará su segundo Mundial defendiendo la camiseta de ‘la Roja’.
“Hemos venido a ser campeones, ese es el objetivo”. Así explicaba Koke cómo ve el Mundial en la zona mixta tras el partido ante Túnez. Con sangre atlética declaraba también: “Hay que ir partido a partido, sin pensar en nada más”.
La filosofía de Koke y del Cholo Simeone es la misma: trabajar, sacrificarse sin balón, presionar, no cometer errores, no pensar más allá del próximo partido o la siguiente jugada.
Esa personalidad es la que le ha hecho un hueco en la lista para el Mundial aunque este año no haya jugado su mejor temporada. Es también la que reconoció Julen Lopetegui y la que le abrió las puertas a la titularidad en sus cinco primeros partidos como seleccionador.
A un trabajador así le da igual qué posición ocupar en el esquema táctico. Puede acompañar a Busquets en el centro del campo, para que Silva, Iniesta o Isco estén más liberados de las tareas defensivas, o sustituir al catalán en algún momento de la competición para darle descanso. Ese papel en la sombra solo se lo puede disputar Thiago.
Con 'la Roja' ha disputado ya 40 partidos. Lopetegui sabe que en él tiene un trabajador incondicional en el centro del campo. No solo como un pivote más, sino también como un enganche entre los extremos y el punta. Además de trabajador, Koke siempre cumple.