La noche del 6 de julio de 2018 quedará como en la que Bélgica, la eterna promesa del fútbol mundial de los últimos años, dio al fin el paso al frente que pedía una generación espectacular y perfectamente trabajada por un español, Roberto Martínez. Y con ello, también se recordará como el día en el que Brasil confirmó sus miedos y declive en los Mundiales. Desde 2002, cuando ganaron su quinto y último título, pasan sin pena ni gloria por el torneo más importante. A la hora de la verdad, fuera. Tampoco será en Rusia 2018, al que llegaron recuperando su nombre y se van con un fracaso enorme. [Así te hemos contado el Brasil 1-2 Bélgica]
Sí, Bélgica está en semifinales del Mundial, donde se enfrentará a Francia (martes 10, 20:00h), y Brasil se quedó en cuartos. Los europeos al fin dan el paso que exigía una generación que tiene en su ataque la mejor expresión de virtuosidad, fiabilidad y éxito. Hazard es un jugadorazo, de esos que al tocar el balón sientes que pasará algo diferente; De Bruyne es un jugón y Lukaku un delantero que está haciendo un Mundial espectacular. Y además de ganar supieron sufrir, con un final en el que Brasil atacó hasta límites agónicos.
Porque los belgas, a los que Roberto Martínez ha cambiado por completo, se pusieron 0-2 al descanso en una primera parte que deberá ser de las mejores de la historia del fútbol de este país. La lectura fue impecable y Brasil entró en su trampa. Las contras de Bélgica fueron una delicia y junto a un Courtois inmenso, apareciendo en el momento importante, los europeos se plantaron en semifinales. Fernandinho (en propia) y De Bruyne, con un trallazo, acogotaron a Brasil, que solo pudo marcar en el tramo final por medio de Renato Augusto.
Esta Brasil no es una mala selección. Tiene fútbol, estaba bien trabajada, pero se acabó ahogando por dos circunstancias: quedó atrapada en la telaraña belga, con jugadores de exquisito nivel, y, sobre todo, no tuvo ayuda de sus jugadores claves.
Fue una noche para sacar muchas conclusiones, por ejemplo la de que a Neymar aún le falta mucho para ser ese gran jugador que se viene vendiendo en los últimos años. El futbolista del PSG fue otra vez incapaz de liderar a su selección (tampoco lo hace con sus equipos) cuando las cosas se ponen difíciles. Es, para que lo entiendan, un jugador feliz con viento a favor. Este viernes no se vio ningún regate, ningún sombrero o ninguna 'sobrada' de esas que regala. Será porque, casualmente, su Brasil perdía. Si dejó otro piscinazo, buscando con el teatro lo que no consigue con el resto.
También se demostró que el fútbol no solo es de los virtuosos, sino de los que trabajan en silencio y muchas veces sin reconocimiento. Brasil se hundió ante la ausencia de Casemiro, ese futbolista al que muchos ningunean pero que día a día se muestra la necesidad de que juegue. Estaba sancionado y su sustituto, Fernandinho, estuvo a años luz. La diferencia fue inmensa.
Y en Bélgica, además de lo mencionado, un Courtois espectacular que hasta el último momento salvó a su país. ¡Qué mano puso en el último minuto! Ahí salvó la prórroga y confirmó el paso al frente de una selección que juega muy bien y que además sabe disputar un Mundial.
Se quedó fuera Brasil, entra en semifinales Bélgica. Y es una de las noticias del Mundial. La 'Canarinha', otra vez sin llegar a una final y achicada a la hora de la verdad. Paso al frente de los europeos, que amenazan ahora a Francia. Se lo han merecido. Este era su Mundial.