Otro motivo más para desconfiar del Mundial de Qatar 2022 y su designación. Todavía a vueltas con los Derechos Humanos, la desprotección del colectivo LGTBI o los ataques a algunos medios de comunicación, en el segundo día de competición surgió una nueva polémica que deja en muy mal lugar tanto a la FIFA como a la organización de este gigantesco evento.
Unos pocos partidos han servido para que el mundo entero se haya dado cuenta de que en Qatar no hay ni tradición ni afición por el fútbol. Las pruebas son evidentes y las imágenes no engañan. Los estadios en estos primeros compases del campeonato están semivacíos, un hecho insólito tratándose de un evento que levanta pasiones desmedidas y por el que los grandes aficionados al deporte rey esperan con inquietud durante cuatro años.
Hay más. La FIFA y el Mundial de Qatar están tratando de combatir este desinterés que hay entre la población qatarí dejando los tornos de acceso a los estadios abiertos una vez que llega el descanso. Es decir, se ha dado el caso ya en estos primeros encuentros de aficionados que, sin haber pagado por su localidad, han podido entrar a presenciar un choque sin que en el acceso al campo le hayan puesto ni un solo problema. Se habla incluso de entradas regaladas para evitar la mala imagen de las gradas.
Pero aún hay una última fechoría que deja en peor lugar a los organizadores de este evento y a quienes decidieron otorgar este derecho. Los datos de asistencia a cada partido que ofrece la FIFA no se corresponden con la realidad. El organismo falsea las cifras de manera descarada e incluso en su afán de subir el dato de público presente ha llegado a dar sobreaforo en algún estadio, algo que de ser realidad hubiera supuesto un grave problema de seguridad para todos los aficionados.
No interesa ni Qatar
El pasado domingo el Mundial de Qatar dio su pistoletazo de salida con la tradicional ceremonia inaugural y el partido entre la selección anfitriona y Ecuador. El choque resultó muy malo para los intereses del combinado asiático, ya que en su debut en casa perdieron y comenzaron a complicarse su supervivencia en 'su' competición.
Durante el espectáculo previo y también en la primera parte del partido se pudo ver un gran ambiente en las gradas del Al Bayt Stadium. Sin embargo, algo inédito sucedió en el segundo acto. Los asientos libres comenzaron a aflorar y a medida que fueron pasando los minutos la sensación de que aquello iba a quedar casi desértico iba aumentando. Gran parte del público dejó su localidad y abandonó su butaca en pleno partido inaugural del Mundial de fútbol y con la selección anfitriona jugando en casa.
Algunos de estos aficionados locales argumentaron que aquel espectáculo no era precisamente lo que esperaban, y que por eso habían decidido marcharse para casa antes de tiempo. Otros apuntaron a los atascos de tráfico que se suelen formar en el país asiático, y que salir antes de tiempo era una forma de evitarlos. Razones, en cualquier caso, que no casan con cualquier aficionado al fútbol tradicional.
Esta era otra de las polémicas que ya envolvían a la celebración de la Copa del Mundo en el emirato, la falta de tradición y de afición por el fútbol que había en este país. La liga qatarí apenas consigue congregar en condiciones normales a unos cientos de curiosos en cada partido, por lo que no había muchas razones para pensar que la afluencia a los estadios fuera a ser de repente masiva.
Puertas abiertas
En los partidos que se jugaron durante la segunda jornada de este Mundial los estadios presentaron una imagen que distaba bastante de llegar a un lleno completo. De nuevo, asientos vacíos y eso que había selecciones de primer nivel en juego, algunas de ellas incluso favoritas a hacerse con el título como eran Inglaterra o Países Bajos. Ni por esas, el ambiente en Qatar no se asemeja a la fiesta del fútbol que se suele vivir en este evento único.
Lo más llamativo fue, sin embargo, un sorprendente hecho que dieron a conocer varios aficionados a lo largo del día. Muchos de ellos se acercaron a los estadios tras la primera parte de los partidos y, para su sorpresa, se encontraron con que podían acceder al recinto para presenciar el espectáculo sin tener que pagar. Es decir, cualquiera que se acercara una vez finalizada la primera parte podía entrar al estadio sin que nadie en los tornos de acceso le pusiera ningún tipo de impedimento.
No había que presentar una entrada, no era necesario haber comprado una localidad previamente. Ni siquiera había que tirar de picaresca ante los vigilantes de seguridad, simplemente bastaba con acudir libremente, pasar por las puertas, acceder al vomitorio y escoger un asiento libre en el estadio para presenciar el partido.
Esto se ha tomado como una medida desesperada por parte de la FIFA y de la organización del Mundial para evitar que los estadios estén aún más vacíos de lo que ya aparentan. Sin embargo, supone un agravio comparativo con otros aficionados que se han costeado su viaje, su estancia y sobre todo su entrada a un partido para que después haya otros que puedan entrar sin tener que gastarse ni un céntimo de su bolsillo.
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Algunos aficionados han llegado a hablar incluso de que algunas personas regalaban en ciertos hoteles entradas para los partidos, como por ejemplo, para el enfrentamiento entre Senegal y Países Bajos de la tarde del pasado lunes.
Cifras infladas y sobreaforo
La última práctica de la FIFA es la que más deja en ridículo si cabe la organización de este Mundial. Viendo que hay estadios semivacíos y que en otros la cantidad de asientos libres que hay es más que evidente, en las cifras oficiales de asistencia a los partidos las cantidades que se ofrecen son de lleno absoluto.
Ya sucedió en el partido inaugural entre Qatar y Ecuador que se disputó en el Al Bayt Stadium. El dato oficial fue de 67.372 espectadores, una cifra que, al cotejarla con los datos de capacidad que ofrece la propia FIFA en su página web, no cuadra. El organismo apunta que habitualmente este estadio tiene un aforo de 45.032 personas, aunque en el Mundial aumentaría hasta los 60.000. Es decir, que según las cuentas del máximo organismo del fútbol hubo más de 7.000 personas que sobrepasaron la capacidad máxima.
El choque entre Inglaterra e Irán se disputó en el Khalifa International Stadium, una infraestructura que, según la FIFA, puede albergar a 45.857 personas. El dato oficial para este encuentro fue de 45.334 espectadores, es decir, un lleno total. No obstante, esto queda rápidamente desmontado con los asientos que se vieron sin ocupar en muchas zonas del estadio.
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Más de lo mismo sucedió en el Estados Unidos - Gales. En esta ocasión también se apreciaron con facilidad algunas 'calvas' en la grada del Ahmad bin Ali Stadium con capacidad para 45.032 espectadores. La cifra oficial, 43.418, es decir, de nuevo prácticamente lleno.
Otro dato más sangrante se dio en el Senegal - Países Bajos que se jugó en el Al Thumama Stadium. Aquí, la FIFA ofrece dos datos diferentes de aforo para este emplazamiento. Por un lado habla de una capacidad de 44.400 personas que puede variar, aunque en su misma explicación después rebaja el aforo hasta los 40.000 espectadores. El dato oficial de asistencia, 41.721 aficionados, es decir, sobreaforo si tomamos como referencia la última cifra.
Aquí fue, no obstante, donde seguramente con más facilidad se pudieron ver grandes huecos sin rellenar en las gradas. Una gran cantidad de asientos vacíos sencillamente indentificables que dejaron entrever de nuevo que las cifras no cuadran con la realidad. Unos datos que tratan de evitar un nuevo ridículo y motivo de crítica para la celebración de este Mundial en Qatar, pero que a quien dejan en peor lugar es, una vez más, a la propia FIFA.