Han pasado 7.459 días desde que Luis Enrique estuvo presente en un Mundial de fútbol como profesional. Hace 20 años, 5 meses y 1 día que el ahora seleccionador nacional disputaba uno de los encuentros más recordados en la historia del balompié español. Eran los cuartos de final contra Corea del Sur en la famosa Copa del Mundo del penalti de Joaquín y de la espantosa actuación del árbitro egipcio Gamal al Ghandour que terminaba con los sueños de un conjunto que era claro candidato al título.
Algunos días menos han pasado desde que España disputaba su último partido en un Mundial. Concretamente 1.606. 4 años, 4 meses y 22 días desde que la Selección caía eliminada en octavos de final del Mundial de Rusia ante el equipo anfitrión y en los penaltis. Aquel equipo que iba a ser guiado hasta el estrellato por Julen Lopetegui terminó estrellándose con un gran ridículo bajo la batuta de provisional de Fernando Hierro, entrenador de circunstancias tras la destitución del vasco.
España afronta este miércoles su estreno en el Mundial de Qatar con un peligroso partido ante Costa Rica que será clave para dirimir quién se posiciona como la favorita del grupo. Un triunfo será un claro mensaje hacia Alemania, el teórico rival a batir por la primera plaza. Pero un mal resultado podría resucitar las críticas que han acompañado al equipo de 'Lucho' desde su llegada al banquillo de la Selección a pesar de que se han firmado unas semifinales de Eurocopa y una final y una Final Four de la UEFA Nations League.
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Este equipo, que cuenta con el técnico asturiano como su máxima estrella, se estrena en el Mundial más atípico y polémico de la historia. Sin embargo, pocas dudas hay de que cuando suene el himno y los Unai Simón, Busquets, Pedri y compañía estén sobre el césped, todo aquello que rodea a Qatar pasará a un segundo plano y solo se hablará o de los buenos deseos para el equipo nacional, o de las críticas hacia un conjunto que no convence en su eterna comparación con el pasado más glorioso.
Luis Enrique 'Superstar'
Entrenador, streamer, azote de la prensa y lo que le echen. Luis Enrique está ante el que puede ser el mayor reto de su carrera deportiva, al menos desde que es entrenador. Ya ganó la Champions con el FC Barcelona y en la pasada Eurocopa estuvo a punto de meter a España en la gran final. Anhela tener un título con la Selección, el cual se le resiste, y conseguir el Mundial sería superar cualquier expectativa.
En el aire se encuentra el debate sobre su futuro. Mientras el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, apuesta ciegamente por su continuidad, el técnico asturiano no lo tiene tan claro y prefiere meditar esa decisión cuando pase la vorágine de Qatar. De momento, se ha convertido en el protagonista de una selección sin galácticos en la que él es la estrella.
Desde que hizo pública la lista se ha convertido en el centro de atención y en el blanco de todas las miradas. Gracias a su personalidad, por momentos cautivadora y por momentos arrogante, ha conseguido uno de sus principales propósitos: blindar al grupo en días de gran tensión. Luis Enrique es el escudo en el que se protegen la falta de gol de Morata, las dudas de Unai Simón, la debilidad defensiva de Eric García o las incógnitas de Marco Asensio y Ansu Fati.
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Guste o no, España tiene a uno de los mejores entrenadores del mundo. Una persona que ha conseguido hacer de este bloque una familia. Una piña que unida es capaz de dar la sorpresa y ganar el Mundial. Aunque para ello habrá que dar el primer paso: tener un gran debut contra Costa Rica. La última sorpresa que ha dejado 'Lucho' es su faceta como streamer. Ahí ha hablado de todo. Desde la polémica ausencia de Gayà por lesión hasta de sus sensaciones sobre Ansu Fati o de los favoritos al título.
Con su sorna y su chispa habituales ha dejado incluso saludos para su 'inseparable' Amunike y hasta una proposición a Fernando Alonso. El técnico ha aceptado el juego de las redes sociales de 'Luis Padrique' hasta ahora, cuando llega el momento realmente serio. Una vez se ha acercado el día del debut, las bromas han dejado paso a la táctica, a la presión alta y al control del partido y de la situación a través del balón. Esas son las claves del juego de España que 'Lucho' ha repetido como un mantra en las últimas semanas.
A falta de una gran estrella, Luis Enrique ha adoptado un papel que le va como anillo al dedo. Sin embargo, todo se paraliza ante ese debut en el Al Thumama Stadium con capacidad para 40.000 personas en el que España podría ganarse unos días tranquilos para afrontar con confianza la fase de grupos o el primer momento de tensión como ya sucedió en el debut en la Eurocopa en el que la Selección empató a cero ante Suecia.
Dudas con el gol
España llega a Qatar como casi todas las selecciones del Mundial, con poco rodaje. Más allá de pillar a casi todos los jugadores en mitad de sus temporadas con sus clubes, los participantes de la Copa del Mundo, en su mayoría, solo han disputado un amistoso antes de su debut. En el caso del equipo de Luis Enrique fue un duelo casi de entrenamiento contra Jordania que sirvió para ver la evolución de Ansu Fati, las buenas maneras de Asensio como 'falso nueve' y que era necesario tener otro lateral izquierdo. Ya ha llegado Alejandro Balde.
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El entrenador asturiano tiene pocas dudas en el once. Una de ellas, no de nombre si no de resultado, es la punta del ataque. No hay debate sobre que Álvaro Morata será el delantero titular. Más que nada porque no hay otro. Y si no lo hay es porque Luis Enrique confía plenamente en el ariete del Atlético de Madrid.
Sin embargo, el '9' de España solo ha marcado 5 goles esta temporada y aterriza en Qatar con 1 tanto en los últimos 11 partidos. Una racha que no invita al optimismo, pero que igualmente podría hacer que Morata se rebelara y pasara a ser uno de los MVPs del torneo. Luis Enrique no tiene dudas y su estado físico, después de superar varios problemas en su camino al Mundial, es perfecto. Sufrió un golpe en el pie en uno de sus últimos encuentros contra el Cádiz y después arrastró unas molestias en la cadera que le han tenido algo renqueante. Pero el madrileño llega al debut contra Costa Rica apto y al 100%.
Sus 27 goles en 57 partidos con España sí son una buena garantía de puntería. Acaba de superar recientemente a dos leyendas de la definición como Alfredo Di Stéfano y Emilio Butragueño en la tabla de máximos goleadores de la historia de la Selección. Y tiene a tiro de solo dos tantos a Fernando Hierro. Quien sabe si los primeros tres puntos del combinado nacional podrían llegar con un hat-trick de Álvaro en su primer duelo en un Mundial.
Con la duda del nueve resuelta en el once y por testar en el campo, el resto de puestos no ofrecen mucha discusión. Al lado de Morata se espera a Ferran Torres y a Pablo Sarabia. Y la medular tendrá claro color culé con Sergio Busquets flanqueado por Gavi y Pedri. En defensa sí hay algo más de debate. Unai Simón, que descansó ante Jordania, volverá a la portería. Aymeric Laporte, el central que más gusta a Luis Enrique, también parece fijo.
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El resto de posiciones sí están más en el aire. La otra plaza de central se la disputarán Pau Torres, Eric García e incluso Rodri, cuya permuta desde el pivote hasta el eje de la zaga no es descartable. No obstante, el del Villarreal es el que parte con más opciones. En el carril izquierdo, Jordi Alba parece que será finalmente el elegido tras la ausencia de José Gayà por lesión. Aunque con Luis Enrique todo es posible y Balde podría dar la sorpresa.
La otra duda está en la banda opuesta donde un resfriado ha mantenido tocado a Carvajal hasta última hora. Aunque parece que llegará al debut, César Azpilicueta y Marcos Llorente podrían ser otras opciones. Y quien parece que no tendrá minutos ni como suplente será Hugo Guillamón, tocado por un esguince de rodilla en proceso de curación.
El fantasma del debut
A pesar de todo, el mayor peligro para España no estará ni en Costa Rica, ni en la personalidad sobresaliente de Luis Enrique ni en la falta de gol de Álvaro Morata. La mayor barrera que tiene la Selección de cara a su debut en el Mundial es, precisamente, el debut. El combinado nacional sufre una extraña maldición que pocas veces supera con los primeros partidos de las citas mundialistas.
Tradicionalmente, España tarda en adaptarse y en aclimatarse a las jornadas iniciales de los torneos más esperados. Cada cuatro años regresa el partido del miedo, el fantasma inesquivable. Desde que la Selección acudió a su primer Mundial, el de Italia en 1934, han sido 15 las veces que ha conseguido clasificarse para la gran cita. De todas ellas, solo cuatro debuts terminaron en victoria.
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En aquel primer Mundial, la Selección venció a Brasil por 3-1. En el año 1950, España arrasó a Estados Unidos repitiendo el mismo marcador en el Mundial de Brasil. Después hubo que esperar 62 años para encontrar otro debut positivo: 3-1 ante Eslovenia en la Copa del Mundo de Corea y Japón de 2002. Y el último inicio triunfal llegó en Alemania en el 2006 cuando el equipo Luis Aragonés venció a Ucrania por 4-0.
Desde entonces son 16 años de sequía en el que los debuts han sido una pesadilla. Incluso en el año 2010, cuando se consiguió el primer y único título de nuestra historia, España cayó por 0-1 en su primer partido frente a Suiza. Una de las derrotas más recordadas de siempre, sobre todo por las nuevas generaciones.
La Selección ha demostrado tener un hándicap con eso de los debuts. Si la histórica barrera suelen ser los cuartos, el fantasma de los partidos iniciales no es un mal menor. Y en los últimos años, desde la citada derrota frente a Suiza, los problemas se han acentuado con el empate a tres frente a la Portugal de un inconmensurable Cristiano Ronaldo, autor de un hat-trick, en Rusia 2018 y, sobre todo, con el ridículo frente a Países Bajos (1-5) de Brasil 2014 que supuso el principio del fin de una era dorada. En total, cuatro victorias, cuatro empates y siete derrotas con 24 goles a favor y 24 en contra.
España quiere espantar los fantasmas de los debuts y arrancar con una buena actuación ante Costa Rica que sirva, a la vez, para encauzar su pase a octavos. No será sencillo, pero el vestuario, con Luis Enrique a la cabeza, está unido y decidido a dar un golpe encima de la mesa.