La victoria de Marruecos sobre Bélgica en la segunda jornada del Mundial ha dejado unas imágenes completamente inesperadas. Los aficionados de la selección del norte de África residentes en Bruselas, capital del país europeo, salieron a las calles para celebrar la gesta, ya que hacía 27 años que no lograban vencer en el torneo, y a su paso han dejado gran cantidad de destrozos en establecimientos o vehículos.

Su euforia ha acabado prácticamente en horror. En el distrito del centro de Bruselas, los hinchas han provocado graves disturbios y han hecho que la policía tenga que intervenir en las calles. Coche destrozados o contenedores quemados han sido algunas de las desagradables imágenes que han dejado los seguidores marroquíes a su paso por la capital de Bélgica.

Los incidentes comenzaron mediada la segunda parte del partido que enfrentaba a las dos selecciones, coincidiendo con el primer gol de Marruecos. Alrededor de unos 150 jóvenes salieron a las calles de Bruselas y arrasaron con todo a su paso. Petardos o fuego artificiales acompañaron a los destrozos provocados, donde los principales afectados fueron los vehículos presentes en la zona, según aseguró el medio belga RTBF.

El alcalde de la ciudad, Philip Close, se manifestó a través de las redes sociales y condenó enérgicamente lo ocurrido en Bruselas. "La policía pone todos sus medios para mantener el orden público. He ordenado a la policía proceder a arrestos administrativos de los alborotadores", recalcó.

"Ha habido utilización de material pirotécnico, lanzamiento de proyectiles, uso de palos, incendio sobre la vía pública. La destrucción de un semáforo y se ha rodeado a un vehículo con su ocupante", explicó a la agencia belga la portavoz de la policía del distrito centro, Ilse Van de Keere, tras los primeros disturbios.

Cañones de agua como remedio

Tras los incidentes desarrollados en la capital belga, la policía se ha visto obligada a intervenir con cañones de agua o gas lacrimógeno para intentar acabar con los disturbios lo antes posible. Además, se ha prohibido a la población entrar en ciertos distritos donde la situación es mucho más crítica.

Los medios de transporte como autobuses o el metro se han visto obligados a cerrar en las distintas estaciones afectadas. No es la primera vez que sucede un incidente de este estilo en la capital de Bélgica, ya que en 2017 también sucedieron hechos similares.