Japón se reencuentra con su historia. La selección nipona se juega ante España su ser o no ser en este Mundial de Qatar y sueña con dar la sorpresa y colarse en los octavos de final por cuarta vez en toda su trayectoria. La empresa es complicada, pero lo que hace más especial todavía este enfrentamiento ante los de Luis Enrique es el lugar donde se va a desarrollar el partido, Doha.
La capital de Qatar es un emplazamiento de infausto recuerdo para el fútbol japonés después de lo que pasó en 1993. Allí sucedió la conocida y traumática 'Tragedia de Doha', un episodio enquistado que dejó al país sin disputar el que por entonces hubiera sido su primer Mundial, el de 1994 en Estados Unidos. Todo sucedió de una manera muy cruel, en el último instante, y es algo que casi 30 años después sigue escociendo.
En aquel equipo de Japón militaba Hajime Moriyasu, el actual seleccionador japonés, que vuelve a encontrarse con una ciudad maldita y con una situación límite en lo deportivo, donde puede alcanzar la gloria o encajar otro duro varapalo. Los Samuráis Azules dependen de sí mismos para superar la fase de grupos y saben que ganando estarán en octavos, pero que de lo contrario pasarán a mirar otros marcadores. Eso, todavía con las críticas al seleccionador coleando por dejar fuera de la lista a varios jugadores habituales como Kyogo Furuhashi, Reo Hatate o Genki Haraguchi.
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La supervivencia de Japón pende por lo tanto de un hilo, pero creen que la Historia les debe una. El golpe de 1993 puede quedar superado o casi enterrado, con un final feliz similar a aquel que se inventaron en la mítica serie japonesa de Oliver y Benji, donde el combinado nipón, al menos en la ficción y en las pantallas de televisión, sí que salió vencedor.
Doha y su tragedia
Corría el año 1993 cuando Japón todavía soñaba con codearse con las mejores selecciones del planeta por primera vez en toda su historia. Su objetivo era estar en el Mundial de 1994 de Estados Unidos, y sus opciones fueron muy reales hasta el último momento, pero el desenlace más cruel se cebó con esta selección.
La fase final de clasificación para ganarse el billete al país norteamericano emparejó a Irán, Corea del Norte, Corea del Sur, Arabia Saudí, Irak y Japón en un mismo grupo. Una liguilla que tuvo Doha como su sede neutral y que además contó con árbitros de origen europeo para evitar suspicacias en una zona y con unas selecciones donde los conflictos políticos estaban a la orden del día.
Hasta el último suspiro de aquella clasificación, Japón, que contaba en aquellas filas con su actual seleccionador Hajime Moriyasu, tuvo el pase en sus manos. A falta de diez minutos para el final los nipones consiguieron ponerse por delante en el marcador. Un gol muy celebrado por lo que significaba y por el poco tiempo que restaba para llegar al final del choque. Los otros partidos, de hecho, ya habían finalizado y a los samuráis tan solo les servía la victoria.
El resultado de 2-1 era, no obstante, muy ajustado pese a tener enfrente a una Irak que ya no tenía opciones. Parecía, por lo tanto, que todo estaba encarrilado. Sin embargo, los iraquíes apretaron en busca de un gol que al menos les permitiera cerrar su participación con buen sabor de boca.
Justo en el minuto 90 llegó un córner a favor de Irak. El combinado iraquí botó esta acción en corto, acto seguido llegó un centro servido desde la banda derecha y el balón voló hacia la tragedia nipona. La selección de Irak anotó con un gran cabezazo y puso el 2-2 en el marcador ya sin tiempo de reacción alguno para Japón. Los futbolistas se fueron al suelo, conscientes al momento de que la mejor oportunidad que había tenido jamás el país nipón se acababa de ir al traste.
Apenas unos segundos separaron a aquel equipo de la gloria, de poder entrar por primera vez entre los países privilegiados que juegan un Mundial. Tuvieron el billete para Estados Unidos en su mano hasta el último instante, y aquella forma de perder caló tan hondo en el país que pasó a tener incluso un nombre propio que todavía hoy pone los pelos de punta: 'La tragedia de Doha'. Fue Corea del Sur la selección que logró meterse en aquella Copa del Mundo.
Oliver y Benji, venganza
El trauma nacional que supuso aquella manera de no lograr la clasificación para el Mundial de 1994 se trasladó incluso a la serie de dibujos animados que versa sobre fútbol más famosa de la Historia. En Oliver y Benji, o Capitán Tsubasa, su nombre original en Japón, aquel momento traumático tuvo su propio relato paralelo con un desenlace muy diferente.
En esta serie, que marcó la infancia de varias generaciones, se hace referencia directa a este preciso momento de forma muy clara. El narrador habitual de los partidos pone en contexto y cuenta que todo transcurre por el minuto 44 del último encuentro de clasificación para el Mundial de la zona asiática, y que si Japón gana tendrá derecho a ocupar la última plaza de aquel campeonato. Esta introducción es, por lo tanto, fiel reflejo de lo que sucedió en Doha.
Sin embargo, aquí el creador Yoichi Takahashi prefirió darle la vuelta a la Historia y cambiar el rumbo de los acontecimientos. En aquel Irak - Japón de la ficción, el marcador en el último minuto de partido era de 2-2, por lo que los nipones necesitaban un gol para lograr el pase.
Aquí, en Oliver y Benji un país entero se tomó la revancha y, aunque fuera en versión manga, los Samuráis Azules salieron victoriosos. En aquel capítulo Japón logró marcar un gol definitivo en el último minuto, el 2-3, que le permitió por lo tanto clasificarse para el Mundial de 1994.
Será porque la venganza en los dibujos animados quedó cobrada o seguramente porque el nivel del fútbol japonés ha ido subiendo con el paso de los años, pero desde aquella tragedia de Doha, Japón jamás ha vuelto a ausentarse de un Mundial. Ahora, en 2022, quieren no bajarse del campeonato a las primeras de cambio y buscan su pase a los octavos de final.