Fue una noche de transistores, como se decía antiguamente. El aficionado español se la pasó con un ojo en el partido de la Selección contra Japón y el otro en el Costa Rica - Alemania. No debía haber sido así, pero efectivamente lo fue. Se celebraron goles, más de los alemanes que de los españoles, y un héroe emergió: Kai Havertz.
Nacido en la ciudad-balneario de Aachen (Aquisgrán, en español), a más de 1.200 kilómetros de su punto más cercano de la Península, raro sería que Havertz hubiera comido alguna vez un cocido madrileño o una fabada asturiana. De padre policía y madre abogada, y un abuelo presidente de un club amateur, lo suyo eran las bratwurst y el chucrut.
Pero este alemán de 1,90 metros de altura se sintió como nuestro durante unas horas, las que duró el susto en el cuerpo de ver posible la eliminación de España en el Mundial de Qatar. Hansi Flick le sacó al campo con 1-1 en el marcador, cuatro minutos después llegó el 2-1 de Costa Rica y a partir de ahí Havertz se cargó su selección al hombro.
Decía Luis Enrique que no se enteró de que España llegó a estar eliminada: "Si me entero me da un infarto". Lo mismo le podría haber pasado a alguno más de durar la agonía más de tres minutos, que fue lo que Havertz tardó en empatar de nuevo el partido de Alemania. Doce más tarde hizo también el 2-3.
En redes sociales todo eran imágenes y mensajes de gratitud a Havertz, convertido a ídolo nacional. Lo que no recibió fue el favor de vuelta de la Selección de Luis Enrique. Un gol de España habría metido a Alemania en octavos, pero sus jugadores vivieron en estado de shock casi durante toda la segunda parte.
Así se enteró de la eliminación
El dolor de Havertz, y todos los alemanes, era ver que ese 2-1 en el Japón - España no se movía en el marcador: "Vimos la tabla en vivo en el estadio, reconocimos la situación por los espectadores y las reacciones en el banquillo. Todavía había esperanza, porque suponíamos que España marcaría otro gol", decía el jugador del Chelsea ya en zona mixta.
"Luego vimos en la pantalla que su partido había terminado, y eso fue todo", señalaba sobre cómo se enteraron de su eliminación. Cumplir con su parte ayer -Alemania ganó finalmente 4-2- no sirvió de nada. El fútbol fue ingrato para Havertz, encargado de dar la clasificación a otra selección mientras él y los suyos se van a casa.
"Tuvimos suficientes oportunidades para ganar contra Japón y contra España"
Aún así, el resto de los mensajes de la concentración alemana fueron de autocrítica: "Con el resultado que hizo España... No lo esperábamos, pero tenemos que mirarnos a la cara porque tuvimos suficientes oportunidades para ganar contra Japón y suficientes oportunidades para ganar contra España. Todavía teníamos la oportunidad hoy de poder llegar más lejos. Pero una vez más no aprovechamos esta oportunidad. Poco antes del pitido final ya sabíamos que estaba ya imposible", decía también Havertz.
Flick, el seleccionador, seguía un discurso casi idéntico: "No me interesan los otros equipos. Lo teníamos en nuestra mano, todo es nuestra culpa. Tuvimos muchas ocasiones contra España en la primera parte y también frente a Japón. Si las hubiésemos marcado las cosas serían diferentes. Me enfada que cometimos muchos errores".
España le debe una a Havertz, que habrá que devolvérsela aunque sea cuando venga de vacaciones. Si en este Mundial, la Selección acaba logrando algo importante, él debería tener una medalla como los 26 jugadores de Luis Enrique. En espíritu, ya es uno más, aunque para él no será consuelo. "Es como una película de terror", concluía su desgarradora despedida de Qatar. A 1.200 km de su casa lo fue de fantasía.