El tiki taka ha muerto, viva el tiki taka: España dio 1.019 pases y sólo disparó una vez ante Marruecos
El equipo de Luis Enrique naufragó en su duelo de octavos de final del Mundial de Qatar haciendo gala de un fútbol aburrido, previsible e inofensivo.
7 diciembre, 2022 02:15España se va del Mundial de Qatar por la puerta de atrás y después de haber cuajado una paupérrima actuación en el día más importante. Justo cuando llegaba el momento de la verdad, la primera cita de las eliminatorias, el cruce en el que tocaba dar la cara, el conjunto entrenado por Luis Enrique ha realizado el peor partido posible, sobre todo en términos ofensivos. El famoso 'tiki taka' que hizo brillar antaño a la Selección certifica ahora su muerte más cruel.
El combinado nacional fue un ejército de once jugadores, diecisiete con los cambios, que ha naufragado con un fútbol inofensivo, monótono y previsible que no ha desbordado en ningún momento a la poblada defensa de Marruecos. Como ya sucedió ante equipos como Japón o Alemania, España se ahogó y agotó en una sucesión de pases infinita que no llevó a nada productivo.
Luis Enrique había repetido hasta la saciedad durante este Mundial que su objetivo con este equipo era conseguir que su idea calara hondo para ponerla en práctica sobre el césped. Incluso por encima del resultado. El técnico creía tener en la cabeza el plan de partido que mayores virtudes sacaba de sus jugadores. Tras el brillante debut contra Costa Rica, que terminó siendo un espejismo, parecía estar en lo cierto. Era de obligado cumplimiento confiar en su palabra. Sin embargo, el inmovilismo del entrenador asturiano ha provocado el desastre total.
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Jugadores a la deriva, incapaces de generar nada parecido a un espacio y una ocasión que, además, eran sobrepasados en lo físico en muchos momentos. Así sucedió en el último partido ante Marruecos durante buena parte de los minutos, aunque es verdad que la Selección terminó más entera que el cuadro africano. Sin embargo, ni siquiera eso sirvió para abrir la lata y es que España cerró los 120 minutos de encuentro y los tres lanzamientos de penalti sin batir a un gran Bono. El que más cerca estuvo fue Pablo Sarabia, que envió los dos balones que tocó contra el poste. El segundo de ellos, el primer penalti de la tanda.
España ha sido la reina de la posesión en este Mundial y es que en tres de sus cuatro partidos ha firmado números de récord. Los duelos ante Costa Rica, Japón y el último ante Marruecos han sido tres de los cuatros choques en los que un equipo dio más pases en la historia de los Mundiales. Concretamente, desde que se toman este tipo de datos, allá por 1966.
Este registro resulta especialmente llamativo porque ese partido que falta para completar los cuatro primeros del ranking también fue uno de España. Un encuentro que tuvo un guion muy similar al vivido contra Marruecos. Fue el disputado en el 2018 ante Rusia en octavos del anterior Mundial. 1.115 pases que escribieron la historia de otra eliminación del combinado nacional. La Selección se sigue anclando en un estilo de juego combinativo que solo le sirve para empalmar un fracaso con otro. El 'tiki taka' ya no es tendencia ni tampoco garantía de éxitos.
El mayor defecto en el planteamiento de pases de esta España no se encuentra solo en el elevado número de combinaciones, sino en el poco rédito que ofrecen estos. Salvo en el día de Costa Rica, en el que la Selección sorprendió al mundo con lo que parecía ser la exhibición de la mayor candidata al título, el equipo de Luis Enrique ha abusado de la posesión sin conseguir hacer daño a sus rivales.
La media de pases en el campeonato sin contar dicho debut es de 903, lo que significa casi un 75% de la posesión. Lo realmente triste y alarmante es que con esa cantidad de balón, los chicos de Luis Enrique solo han conseguido acercarse a una media de medio gol por partido (0,66). Solo uno ante Alemania para sacar un punto, otro ante Japón que no evitó la derrota y ninguno ante Marruecos. La verdadera realidad del rendimiento de esta España aburrida y mansa se ve realmente si se aparta a un lado el espejismo ante los ticos.
Descalabro ante Marruecos
España planteó un mal partido contra Marruecos. Incluso Luis Enrique reconoció en rueda de prensa haberse visto sorprendido por el nivel ofrecido por algunos de los jugadores del equipo rival. La Selección tenía una oportunidad única para plantarse de nuevo en unas semifinales de la Copa del Mundo, ganando después a Portugal, y lo ha desperdiciado con un mal encuentro y con una actuación global que ha rozado la prepotencia y la arrogancia.
De deslumbrar ante Costa Rica y subirse en la ola del aspirante al título a caer, una y otra vez, en los errores que ya se vieron en el segundo partido contra Alemania y que se repitieron después contra Japón y contra Marruecos. El duelo frente el cuadro de Walid Regragui fue especialmente llamativo porque España no fue capaz de hacer frente en ningún momento a un conjunto que no realizó ninguna propuesta futbolística más allá que la de defenderse.
Había un enorme miedo a la que todos consideraban como la selección revelación de la Copa del Mundo y no solo por sus resultados, sino también por su juego. Lo demostrado ante Croacia, Bélgica y Canadá hacía ver a Marruecos como un equipo fuerte defensivamente, pero que tenía muchos argumentos ofensivos llegando por ambas bandas con Achraf Hakimi y con Mazraoui, y generando desequilibrio en ataque con jugadores como Ziyech o En-Nesyri. Sin embargo, ante España, no se vio ni un detalle de su amplio repertorio.
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A pesar de eso, el equipo de Luis Enrique no consiguió ser dominador absoluto del partido, ya que disponer de la posesión hasta aburrir no siempre es sinónimo de tener el control de la situación. Muchas veces resulta todo lo contrario si el rival consigue que repitas esas cadenas de pases interminables en las zonas que él quiere, lejos de su portería. España solo mejoró en los finales de la primera parte y de la segunda, cuando el desgaste del equipo africano se hacía notar por el paso de los minutos y por la acumulación de los kilómetros recorridos.
Sin embargo, ni por esas consiguió abrir la lata. Tampoco fue un partido que sirvió para convertir a Bono en héroe nacional más allá de los penaltis detenidos a Carlos Soler y Sergio Busquets, los cuales fueron pésimamente lanzados. A pesar de eso, se podría decir que el cuadro de Luis Enrique terminó mereciendo un tanto que, por otro lado, no alcanzó por incapacidad de sus atacantes en la definición.
La conocida estadística de los Expected Goals, que muestra los goles esperados por uno y otro equipo en función de la claridad de sus oportunidades, situaba la probabilidad de gol del cuadro de Luis Enrique en un alarmante 0,94. Es decir, casi un gol esperado cuando la prórroga agonizaba. La ocasión más clara, y que supuso la última acción del partido, estuvo en un disparo de Pablo Sarabia que se estrelló contra el poste tras un balón colgado al área.
España fue incapaz de tumbar las estadísticas más fiables gracias a su pobre poder de definición. Mientras otros equipos como Brasil o Portugal han demostrado una pegada infalible, necesaria para brillar en un Mundial, el combinado de Luis Enrique se ha quedado estancado en un fútbol que mueve de un lado a otro el balón, pero que ni consigue penetrar en las defensas rivales ni provoca temor en los porteros contrarios.
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Ante Marruecos, España hizo un desastroso partido en ataque. Tuvo el balón en sus pies durante el 76,8% de los minutos y eso le sirvió para llegar en 13 ocasiones hasta la portería rival. Un número realmente bajo teniendo en cuenta que jugó durante 120 minutos contra un equipo que terminó al límite en lo físico y que en ningún momento ofreció lo que había sido su seña de identidad hasta el momento en el torneo: la fortaleza defensiva.
De esas 13 llegadas hasta la portería de Bono, 6 fueron intentos que se marcharon relativamente cerca de la meta del cancerbero del Sevilla. Sin embargo, lo realmente alarmante es que solo uno de los lanzamientos de los jugadores de España puso en aprietos al meta de la selección de Marruecos. Un tiro desde la banda izquierda que rechazó de puños.
El resto de intervenciones que tuvo que realizar se limitaron a centros laterales o balones que rondaron su área como faltas lanzadas con las que España buscaba una alternativa para encontrar el tanto. Sin embargo, el equipo de Luis Enrique demostró, una jornada más, las dificultades que tiene en ataque, aquellas que el primoroso debut contra Costa Rica hizo olvidar al menos por una tarde. Fue la última vez que el 'tiki taka' brilló con luz propia.
Un problema de España en este Mundial, además de haber abusado del juego de posesión sin avanzar, es no haber tenido algún tipo de 'Plan B' dentro de la convocatoria. Durante todo el torneo, el entrenador asturiano ha tenido que recurrir a la baza de Álvaro Morata como revulsivo y no como titular al no tener más delanteros en liza.
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Nombres como Borja Iglesias o Iago Aspas resuenan todavía con más fuerza en la cabeza de los aficionados que han visto partido tras partido a un equipo que se pasaba 1.000 veces el balón sin progresar y sin hacer daño a nadie. A ese fútbol contribuyó un sistema abusador de la posición de 'falso nueve' y que tuvo que recurrir, ante Alemania y Japón, a la existencia de una referencia para encontrar solvencia ofensiva.
España, a la cola del Mundial
Este Mundial deja conclusiones muy claras sobre el juego de la España de Luis Enrique. El abuso y el mal uso de la posesión son flagrantes. Y lo es más aún el hecho de que mover la pelota de lado a lado sin avanzar provoca que los ataques se pierdan en la nada. Una tendencia que en el planeta fútbol está desapareciendo poco a poco, ya que ahora se premia más introducir jugadores físicos y rápidos en los equipos para generar acciones más directas y desequilibrantes. El balompie de parsimonia, excesivo paladeo y ritmo horizontal está en franca decadencia. El 'tiki taka' se muere aunque algunos se empeñen en no rendirse a la evidencia llevando a sus equipos al desastre.
Así lo comprobó el técnico asturiano incluso en el duelo contra Marruecos, cuando empezó a hallar ventajas en el momento en el que Nico Williams apareció por banda derecha para generar desequilibrio y desborde constantes. De sus galopadas nacieron las mejores acciones de un equipo que solo ahí estuvo cerca del gol. Para colmo, lo retiró del terreno de juego cuando todavía quedaban cinco minutos de partido a pesar de haber entrado en la segunda mitad.
El ritmo de la circulación de pelota de la Selección la pone, de manera evidente y sonrojante, a la cola de todos los equipos del Mundial. España se ha ganado con mayúsculas el calificativo de ser el equipo que peor ha jugado si se mantiene al margen el duelo contra Costa Rica. Al menos así lo demuestran las estadísticas que sitúan a los hombres de Luis Enrique como los que más lento y en más ocasiones mueven el esférico. Es difícil gestionar con menor eficacia ofensiva los segundos que se tiene el balón en los pies de lo que lo han hecho los jugadores del combinado nacional.
Uno de los puntos flacos de esta Selección ha sido el centro del campo. Solo Gavi ha conseguido rendir a un nivel cercano a lo que se esperaba de él. Pedri solo consiguió brillar ante Costa Rica y en ciertas fases del partido contra Alemania. Pero ante Japón y Marruecos fue un fantasma que deambuló sin sentido por el centro del campo, sin conseguir hacerse con el control y sin hacerse el dueño del escenario, algo habitual en su figura dada su enorme calidad. De Mejor Jugador Joven de la Eurocopa a decepción del Mundial.
Busquets, por su parte, evidenció que ya no está al nivel de este tipo de competiciones y que solo en un partido totalmente controlado y con un rival inferior es capaz de marcar diferencias. El 'tiki taka' en el que el pivote de Badía del Vallés reinaba ya es historia. España ha sido, con sobrado margen, el equipo que más pases ha necesitado para hacer una jugada ofensiva. Además, no solo es el que más toques ha acumulado, sino el que menos velocidad ha sido capaz de darle a su circulación.
Así se explica que el equipo de Luis Enrique haya cuajado actuaciones soporíferas en las que el dominio ha sido etéreo y no palpable. En pocos momentos se tradujo en peligro para el rival, sino más bien en tranquilidad. Un partido tras otro, Rodri y Laporte han sido los jugadores que más pases han dado de todo el equipo. Eso evidencia dónde pasaba la pelota la mayor parte del tiempo. Y para colmo, asusta las veces que también intervenía Unai Simón, quién además no ha estado nada acertado, generando muchas ocasiones de peligro a favor del rival.
España ha estado muy lejos de equipos como Brasil, Francia, Ecuador o la propia Marruecos, que han sido capaces de combinar cantidad y velocidad para dotar de calidad real a su juego. Una clara muestra de que si un conjunto no domina el balón hacia delante, su táctica se convierte en la mejor defensa para el rival. La Selección se marcha de este Mundial con un fracaso estrepitoso, descolgando la bandera del 'tiki taka' del mástil y con el dudoso honor de ser el equipo que más balón ha necesitado para generar lo mínimo.