Pasara lo que pasara en el Mundial de Qatar, Cristiano Ronaldo iba a pasar a la historia del fútbol como uno de los mejores de todos los tiempos. El orden lo deberá establecer cada uno en función de sus gustos. De lo que no hay duda es de que el portugués está a la altura de otros genios como Pelé, Di Stéfano, Maradona o Leo Messi. Sin embargo, su ambición desmedida y su afán de crecimiento le hacían llegar al país árabe con el hambre de aquel que busca a la desesperada el primer título de su carrera.
Tres semanas después de arrancar su participación en su quinta Copa del Mundo, Ronaldo se ha marchado abatido, roto y sin consuelo. Sus lágrimas mientras abandonaba el Al Thumama Stadium eran el fiel reflejo de su grandeza. La derrota contra Marruecos hacía realidad la ruptura de un sueño. Hasta ahora, la posibilidad de ganar un Mundial estaba viva. Tras cada fracaso venía una nueva oportunidad.
Después de Alemania estaría Sudáfrica. Y después Brasil. Más tarde Rusia. Y por último Qatar. Pero ahora, el luso afronta el dolor de mirar hacia la nada y eso ha terminado por romperle. El Mundial que Portugal ya no ganará ha sido la viva imagen de lo que está siendo el final de su carrera, impropio de una de las mayores leyendas del deporte. Sin embargo, las malas decisiones han terminado condenando al mejor goleador de todos los tiempos.
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Su salida del Real Madrid, el lugar en el que era feliz y donde todo giraba a su alrededor, fue el principio del fin. Una trayectoria que suma ahora su capítulo más doloroso, pero que se empezó a torcer cuando aterrizó en Turín. Ni la Juventus ni su regreso al Manchester United le dieron la tranquilidad y las posibilidades de éxito que encontró en el Santiago Bernabéu.
La bala del Mundial de Qatar era la última que tenía para terminar bañado en oro su carrera. Quizás llegue a la Eurocopa del 2024. O quizás no. Pero un título que ya tiene en sus vitrinas no tapará el tremendo golpe recibido en Qatar. Para colmo, ha perdido su sitio en la élite y Arabia Saudí le espera para un retiro bañado en dinero, pero no en ambiciones deportivas, lo que siempre le ha movido.
El Mundial más amargo
Cristiano Ronaldo esperaba el Mundial de Qatar como el refugio más esperado. Venía de pasar el mayor calvario de su carrera profesional en una temporada en la que le ha pasado absolutamente todo. Después de no hacer la pretemporada con el Manchester United, su relación con Ten Hag se rompió al igual que lo estaba ya la anterior con Ralf Rangnick. Nunca tuvo feeling con el técnico neerlandés, quien no le quería para su nuevo proyecto.
Tardó en entrar en sus planes. Y cuando lo hizo fue de forma residual. Ronaldo se habituó a disputar la Europa League y acumular suplencias y partidos sin convocar en la Premier League. Fueron más habituales sus imágenes en la banda calentando y sin llegar a salir que sus goles. Y eso, para el mejor goleador de la historia del fútbol, era algo insoportable. Después de varios desplantes y varios encontronazos entre ambos, todo terminó de estallar por los aires cuando Ronaldo concedió una entrevista en la que sacó a la luz todo lo que había pasado a su alrededor.
Desde las faltas de respeto que había sentido en el club, la ruptura con varios miembros del vestuario y el tratamiento que había recibido cuando falleció uno de sus hijos. Un golpe que le afectó en lo deportivo, pero sobre todo en lo anímico. De hecho, se podría afirmar que todavía no ha podido dar el paso de haber aprendido a vivir con semejante varapalo en su mochila.
Sin embargo, la esperanza de Ronaldo era ser convocado con Portugal y soñar con ganar la Copa del Mundo para dejar atrás los fantasmas y poder reivindicarse. Aunque todo se volvió a torcer cuando se empezó a filtrar que Ten Hag había decidido que nunca más se pondría la camiseta del United. Una decisión que fue confirmada cuando el club anunció la ruptura unilateral de su contrato. Ronaldo y el Manchester separaban sus caminos por segunda vez, ahora para siempre, y 'CR7' era libre oficialmente. Empezaron a surgir los cantos de sirena de las ofertas llegadas desde Arabia Saudí y en la concentración de Portugal se empezó a hablar más del Al-Nassr que de las opciones de ganar el Mundial.
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Eso no gustó a su seleccionador ni a sus compañeros, lo que provocó que estos también le dieran la espalda y que su único reducto de paz entrara también en guerra. Sus discretas actuaciones sobre el terreno de juego le llevaron a terminar enfrentado con Fernando Santos tras el Portugal - Corea del Sur y a perder la titularidad. Y Portugal, que había sorprendido a todos al posicionarse como una de las candidatas al título después de una impresionante goleada a Suiza en octavos, cayó ante Marruecos con el propio Ronaldo comenzando desde el banquillo.
Así es como ha terminado Cristiano la que probablemente era la última gran cita de su carrera. Alejado de la titularidad en Portugal y roto en mil pedazos por ver que jamás tendrá un Mundial en su palmarés. Sin embargo, la herida podría ser todavía más grande si en su eterna lucha contra Leo Messi, el argentino consigue levantar la Copa en Qatar después de haberse metido en semifinales.
De Madrid a la nada
Cristiano Ronaldo consiguió escribir durante más de una década una de las trayectorias más exitosas de la historia del deporte. Pasó de ser una estrella mundial a una absoluta leyenda, rango que alcanzó en un Real Madrid que estaba hecho a su medida. Tenía el mejor club del mundo entregado a la causa, una afición rendida a sus hazañas y el mayor escaparate posible para promocionar todas y cada una de sus gestas. Pero lo dejó escapar, aún no se sabe al 100%, si por dinero o por ambición. Probablemente, las dos cosas.
El luso llegó a Madrid en el año 2009 y permaneció en la entidad madridista hasta el 2018. Casi una década en la que consiguió convertirse en el mejor jugador de la historia del club y uno de los mejores de todos los tiempos a nivel mundial. Levantó 16 títulos colectivos, entre ellos cuatro Champions, y 14 grandes trofeos individuales, destacando otros cuatro Balones de Oro, para seguir agrandando su legado.
Además, se convirtió en la mayor estrella de la Champions, en el máximo goleador de la historia del Real Madrid y en uno de los mayores devoradores de récords que han existido en el fútbol y en el deporte. Al mismo tiempo, alcanzó su madurez total como jugador y como persona, lo que le permitió llevar a Portugal también al mayor éxito de su historia, la Eurocopa ganada en el año 2016, mientras se situaba también en la cima de máximos goleadores de la selección.
Consiguió protagonizar una lucha titánica con Leo Messi por convertirse en el mejor jugador del mundo y se instaló durante varios lustros en lo más alto. Sin embargo, durante el año 2018, decidió echarle un pulso al Real Madrid como institución que terminó perdiendo y del que todavía sigue pagando la factura. Tras ganar su quinta Champions en Kiev abandonó el club que le había elevado al Olimpo por una diferencia económica que se terminó convirtiendo en una cuestión de orgullo y ego.
Pensó por un momento que su grandeza haría que, al separar sus caminos, el club madridista saldría perdiendo y él vencedor del pulso. Por eso, eligió la Juventus para continuar su carrera. Y ahí, su imperial fortaleza comenzó a venirse abajo como si de un castillo de naipes se tratara. Si por algo se han caracterizado los últimos años de la trayectoria de Ronaldo es por haber tomado muy malas decisiones. Especialmente en los equipos a los que se ha marchado.
Cambió un Real Madrid en lo más alto por una Juventus en decadencia y, después, por un Manchester United en ruinas. Y así, poco a poco, fue enterrando una carrera legendaria. Siguió ganando títulos, pero nunca más volvió a acercarse a la élite de Europa. Tres temporadas en una Juventus en la que empezó ganando dos Ligas, dos Supercopas y una Copa para terminar en un equipo que consiguió clasificarse de milagro para la Champions. Sin embargo, en Europa nunca estuvo cerca de cumplir el reto de alzar su sexto título continental.
En vista de la continua caída del conjunto italiano, decidió poner a todo su equipo a mover la maquinaria para encontrar un nuevo destino, asumiendo ya que haber abandonado el barco blanco había sido un error absoluto. En esas apareció la Premier League con dos propuestas muy diferentes.
La primera, la inteligente, la del Manchester City de Guardiola que quería a Harry Kane y que estaba dispuesto a abrirle las puertas al portugués para no quedarse sin un goleador. Y la pasional, la del Manchester United, uno de los clubes de su corazón, pero con peor plantilla y peor proyecto. Cuando ya estaba decidido a aceptar la oferta llegada desde el Etihad, una llamada de Alex Ferguson le despertó por dentro sentimientos que tenía ya dormidos y todo cambió. Dejó de lado una opción que le hubiera garantizado títulos y éxitos y regresó a Old Trafford para terminar de enterrar su leyenda.
Cuando la emoción dejó paso a la realidad, se encontró en un proyecto en ruinas en el que pudo brillar la temporada pasada a título individual, pero en el que fracasó en lo colectivo. Nunca estuvo cerca de pelear un gran triunfo y, para colmo, se quedó fuera de la Champions, lo que terminó por desencadenar la gran tormenta.
Ronaldo y su equipo, con Jorge Mendes a la cabeza, se pasaron todo el verano buscando un nuevo acomodo a la desesperada para poder disputar la Liga de Campeones como si de un intento por relanzar su carrera se tratase. Y empezaron a sonar equipos como el Atlético de Madrid, el PSG, el Bayern de Múnich, el Chelsea, el Nápoles, el Borussia Dortmund y hasta un posible regreso al Sporting de Portugal. Sin embargo, nada llegó a concretarse y Ronaldo tuvo que hacer frente a la guerra con Ten Hag, la cual terminó hace unas semanas.
Ahora, ya sin el United en la ecuación y fuera del Mundial, Cristiano tiene la misión de encontrar un último equipo en una élite en la que parece no tener sitio. La opción más factible es la de ese retiro en Arabia Saudí, un ostracismo empapelado de petrodólares en el Al-Nassr que supondrá el adiós a todo lo que le ha caracterizado: la ambición, la competitividad, la superación y los récords. La carrera de Cristiano Ronaldo se apaga. Al comienzo de la Copa del Mundo aseguró que si conseguía ganar el título, podría incluso retirarse. Ahora, muchos de sus seguidores piensan que antes que aceptar esa aventura exótica, lo mejor sería poner el punto y final de la manera más digna posible a sus 37 años tras una trayectoria mágica con unos últimos capítulos para olvidar.