Lo de Marruecos en Qatar no es fruto de la casualidad. El éxito de la selección que dirige Walid Regragui trasciende más allá de lo deportivo. Tiene que ver con la diáspora marroquí y la identidad étnica, pero también con los esfuerzos del país para romper la cadena de fracasos en torneos como el Mundial de fútbol.
El rey Mohamed VI, el mismo que salía a las calles de Rabat a celebrar la victoria en octavos ante España, impulsó una profunda reforma de la estructura futbolística del país. La selección de Marruecos necesitaba un cambio: en México 1986 alcanzó unos meritorios octavos de final, pero en los siguientes cinco Mundiales se quedó sin jugar tres (1990, 2002 y 2006) y en otros dos no pasó de grupos (1994 y 1998).
En 2009 se inauguró una academia con el nombre del monarca y un objetivo claro: formar a futuros jugadores internacionales. Marruecos venía tiempo sufriendo la fuga de sus mejores talentos y apostó por ofrecerles lo mejor dentro del país. Paralelamente, se creó una red de ojeadores para captar por toda Europa a promesas con raíces marroquíes nacidos en otros países -los llamados 'hijos de la diáspora'-.
A las afueras de Rabat, en Salé, se sitúa la Academia Mohamed VI. Se trata de un centro de formación que nada tiene que envidiar a los mejores que se encuentran en otras partes del mundo, como la base de operaciones del fútbol francés Clairefontaine. El proyecto costó 140 millones de dírhams -12,6 millones de euros- y está financiado por la corona. Su líder, Nasser Larguet, había dirigido varios centros juveniles en Francia: Rouen, AS Cannes, SM Caen y Estrasburgo.
Las infraestructuras constan principalmente de diez campos de fútbol en 17 hectáreas y una residencia con capacidad para 100 alumnos de entre 13 y 18 años. Estos son seleccionados minuciosamente por ojeadores repartidos por todo el país, incluyendo ciudades como Tánger, Fez, Agadir y, por supuesto, Rabat.
Los chavales suelen pasar allí entre cinco y seis años, continuando con sus estudios en un centro escolar que se encuentra dentro de la misma academia. Este formato recuerda al de las mejores escuelas de tenis del mundo, contando en España con tres de ellas. La formación deportiva es intensa, sometiéndose los alumnos a ocho sesiones semanales. También hay un centro médico -que incluye dentista- en el centro.
La Academia Mohamed VI no tiene ánimo de lucro y está sufragada por el rey y patrocinadores que, a su vez, dependen de la corona (ONA, Maroc Télécom, Addoha...). Uno de los fines es vender a los jugadores a clubes europeos y que sigan en ellos su formación, revirtiendo parte de las ganancias en la propia academia. Su funcionamiento tiene cierto parecido al de un club, nutriendo también las categorías inferiores de la Federación marroquí (FRMF).
De la actual selección de Marruecos, que este miércoles afronta las semifinales del Mundial, hay cuatro jugadores surgidos de la academia. Uno es Youssef En-Nesyri, delantero del Sevilla y autor del gol de la victoria contra Portugal. Tras pasar por el centro, aterrizó en España por un acuerdo con el Málaga que incluyó a tres compañeros más. Por él pagaron 125.000 euros y luego la academia se llevó un millón cuando el club andaluz lo vendió por cuatro al Leganés.
Los otros tres internacionales salidos de la academia son el portero suplente Ahmed Tagnaouti, el central Nayef Aguerd -juega en el West Ham inglés- y el centrocampista Azzedine Ounahi. Este último, nacido en el año 2000, está siendo una de las revelaciones del Mundial. El Estrasburgo francés le fichó con 18 años tras observarle durante una gira por Europa, habituales en la academia. Ahora en el Angers -colista de la Ligue-1- está llamado a protagonizar un traspaso millonario en enero.
Red de ojeadores por el mundo
La otra cara de la moneda son los 14 jugadores de la selección de Marruecos que nacieron fuera: cuatro en Países Bajos (Mazraoui, Amrabat, Ziyech y Aboukhlal), tres en Francia (Saiss, Harit y Boufal), tres en Bélgica (Amallah, Chair y El Khannous), dos en España (Achraf y Munir Mohamedi), uno en Italia (Cheddira) y otro en Canadá (Bono).
A muchos sorprende que algunos de ellos eligieran jugar para Marruecos. La leyenda Marco van Basten llegó a llamar "estúpido" a Ziyech por elegir jugar con el país africano en vez de Países Bajos. Achraf, por su parte, explicó que entrenó con las categorías inferiores de la selección española y no se sentía "como en casa".
El sistema de scouting con el que cuenta Marruecos ha permitido a su Federación reclutar jugadores de tanto talento. Se les localiza desde bien jóvenes -con Achraf fue hace ya más de una década- y en algunos casos, sobre todos los más recientes, se les lleva a la academia a entrenar unos días junto a las mejores promesas marroquíes de nacimiento. Hervé Renard, actual seleccionador de Arabia Saudí, llegó a estar involucrado en este proyecto.
Desde ese punto del reclutamiento se les explica la importancia de sus raíces, de la cultura, y se les pregunta por su interés en jugar para Marruecos. Sus cuidados hacia cualquier talento seleccionable contrastan con las estrategias de otros países africanos que sufrieron su propia diáspora durante la Historia. La selección de Ghana reclutó a Iñaki Williams solo meses antes del Mundial, pero fracasó en su intento de hacerlo con el neerlandés Cody Gakpo y los ingleses Eddie Nketiah y Callum Hudson-Odoi.
Apostando al futuro
El deseo de la Federación marroquí es que poco a poco haya más presencia en la selección de talentos formados en clubes o en academias, habiendo otras además de la Mohamed VI en proceso de construcción. De la que toma el nombre del rey hay cuatro por ahora en el conjunto dirigido por Regragui, pero en la Sub19 ya cuentan con nueve.
La Academia ha tenido a lo largo de los años acuerdos con varios clubes, como el Olympique de Lyon francés, y no deja de exportar talentos. Los últimos fueron Omar Sadik al Espanyol, Ayoub Hammami al Girona, Anas Nanah y Walid Hasbi al Estrasburgo, Jaouab al Rennes... Todos ellos tienen ahora entre 18 y 19 años.
Marruecos se coloca a la vanguardia del fútbol africano y árabe. No solo por su ya histórico Mundial en Qatar sino también por su apuesta por el fútbol femenino: es el único país del mundo con dos divisiones profesionales y su selección está clasificada para el Mundial de 2023. En cuanto a clubes, también ha tenido campeones de la Champions League africana masculina y femenina.
Los marroquíes se echan a las calles de todo el mundo para celebrar los triunfos de su selección en Qatar. Este miércoles quieren repetirlo ganando a Francia, lo que mantendría el sueño de ver por primera vez una selección africana levantando el título del Mundial. El rey Mohamed VI, que se propuso impulsar el fútbol en su país, ya ha ganado.