El Gobierno había declarado fiesta nacional. Nadie trabajaba en Argentina, de repente un martes cualquiera se había convertido en festivo en todo el país. El motivo lo merecía en una nación que vive por y para el fútbol, celebrar 36 años después el tercer título de campeones de mundo.
La fiesta estaba preparada, los jugadores saldrían por las calles de Buenos Aires para darse un baño de multitudes y recibir el calor de la gente, entregada con la Albiceleste. Sin embargo, los acontecimientos se fueron torciendo de una manera vertiginosa y lo que iba a ser un festejo histórico tuvo un desenlace que nadie se esperaba cuando todo comenzó, con helicópteros de por medio.
La selección argentina tuvo que abortar su celebración y dejó a millones de compatriotas sin poder ver a sus ídolos de cerca. Los tuvieron que adivinar arriba, en el cielo de Buenos Aires entre hélices porque Leo Messi y compañía terminaron siendo evacuados. Un plan de emergencia ante la ingente cantidad de personas que se agolpaban en todas las calles del recorrido inicialmente previsto.
Todo fue caótico y quedó una sensación de que la organización había sido un completo desastre. Más de cuatro millones de personas abarrotaron las calles de la capital argentina, pero lo hicieron de tal manera, campando a sus anchas, que el dispositivo de seguridad desplegado quedó ridículo. Se vivieron algunas escenas de tensión, con aficionados lanzándose sobre el autobús desde puentes, y eso fue la puntilla definitiva para que las autoridades decidieran dar por zanjada la celebración.
Improvisación y caos
Se esperaba un día grande en Argentina. La ocasión lo merecía porque era algo que llevaban esperando más de 30 años, así que millones de personas se lanzaron a las calles aprovechando la jornada festiva. Los jugadores de la selección argentina salieron pasadas las 11:30 horas de la mañana desde el cuartel que tiene la AFA cerca del aeropuerto de Ezeiza dispuestos a darse un gran baño de masas.
Se había confeccionado un recorrido con el paso por puntos como la Autopista Ricchieri, la Avenida General Paz, la Avenida Lugones, la Avenida 9 de julio, la Autopista 25 de mayo o la de Dellepiane. Incluso se contemplaba el tránsito por el Obelisco, donde desde primera hora cientos de miles de aficionados ya esperaban impacientes. El paso por la Casa Rosada, por lo que pudiera suceder, quedaba en el aire.
Se puso en marcha la caravana acompañada de un dispositivo de seguridad. Sin embargo, las mejores previsiones se desbordaron casi desde el primer momento. Ni un solo metro del camino sin cientos de aficionados rodeando a los de Scaloni, todos ataviados con banderas o con la camiseta albiceleste, todos queriendo inmortalizar el momento.
La confusión comenzó muy pronto a apoderarse de la situación. Pese a haber millones de personas en las calles, casi nadie sabía por qué punto del recorrido marchaba la expedición de la selección. En las retransmisiones de televisión nacionales, reinaba la confusión y parecía imposible adivinar cuántos kilómetros había conseguido avanzar el autobús.
Lo único seguro era que todo iba con mucho retraso según lo previsto. Las horas comenzaron a pasar, y lo que tendría que haber sido un trayecto con un paso lento pero firme, se convirtió en un atasco monumental. El vehículo apenas avanzaba, y la gente esperaba en diferentes lugares agolpada con más de 30 grados y un gran sol presidiendo el cielo de Buenos Aires.
Entonces comenzó una improvisación que disparó la confusión. La propia selección argentina informó a través de sus canales de un cambio en el recorrido, lo que provocó la desbandada de una buena parte de aficionados que se daban cita en el Obelisco. Apareció el temor a que se produjeran avalanchas ante el movimiento de masas tan grandes de gente, aunque afortunadamente nada de esto sucedió.
Sin embargo, en algunos medios de comunicación todavía seguían dejando abierta la vía de que todo fuera según lo previsto en un primer momento. Mientras tanto, el autobús seguía a paso de tortuga y la marabunta albiceleste casi engullía al vehículo que transportaba a los campeones del mundo.
Las alternativas
Más de tres horas después de que arrancara esta procesión de la selección argentina, comenzaba a quedar bastante claro que iba a ser muy difícil seguir con el plan inicial salvo que la celebración durara prácticamente el día entero. Entonces, empezaron a barajarse diferentes escenarios para tratar de agilizar el festejo y desembotellar el verdadero lío en el que se había metido el autobús con los jugadores.
Se trazó un recorrido alternativo, con mucho menos rodeo y evitando el Obelisco, pero también se descartó viendo que el vehículo por momentos se detenía completamente en las calles de Buenos Aires. Los aficionados comenzaban a impacientarse viendo que las horas pasaban y el panorama no cambiaba.
[Queman en Francia la bandera de Argentina y usan la camiseta de Messi para limpiarse los pies]
Fue entonces cuando comenzó a merodear una palabra por el festejo: evacuación. La selección estaba prácticamente atrapada en una marabunta de cientos de miles de personas y se dirigía hacia lugares todavía más poblados, directos a un túnel sin salida. Además, el cansancio en los propios futbolistas después de cuatro horas de celebración con la gente también comenzaba a hacer acto de presencia, y eso que no se había cubierto más que una pequeña parte del recorrido.
El autobús completó apenas 12 kilómetros en tres horas, un ritmo absolutamente inviable. Esta velocidad, y que la fiesta comenzaba a desmadrarse de una forma peligrosa, fueron los dos factores determinantes para que las autoridades decidieran suspender la celebración por la vía más rápida posible. Un par de personas se lanzaron desde un puente directos al vehículo descapotable para colarse en la fiesta, y una de ellas además cayó directamente contra el suelo desde una gran altura.
Fue la gota que colmó el vaso, porque aquello parecía que solo podía ir a peor. En una zona cercana a donde se encontraba la expedición en aquel momento, el Parque Roca, aterrizaron varios helicópteros para proceder a la evacuación por aire de la selección argentina. Fue una decisión drástica, porque millones de personas se quedaron sin poder ver a sus ídolos de cerca y festejar con ellos la Copa del Mundo, pero no había muchas más alternativas.
El paseo en helicóptero
Al menos, la evacuación guardó todavía un pequeño espacio para el festejo. No era como lo habían soñado los argentinos, ni siquiera como se lo habría imaginado el más fantasioso. Los jugadores se subieron a varios helicópteros que no tardaron en despegar y que, en lugar de marcharse directamente a devolver a los futbolistas, sobrevolaron las zonas abarrotadas de Buenos Aires que esperaban el paso del autobús.
Lejos de mostrarse molestos, la gran mayoría de los argentinos entendió la situación y vitorearon desde tierra el paso de aquellos helicópteros. Era casi imposible distinguir a los jugadores dentro de ellos, pero los hinchas enloquecieron cuando sobrevolaron sus cabezas en varias ocasiones. Algunos futbolistas incluso compartieron imágenes en las redes sociales desde el aire.
Fue una manera diferente de celebrar un Mundial, algo impensable unas horas antes cuando comenzaron en autobús un viaje interminable. Sin embargo, parecía la única manera de evitar que todo se pusiera más feo y una más que posible tragedia en Buenos Aires.