La última vez que Simeone afrontó un partido ante el Real Madrid repitió un nombre. Parecía casi un robot que explicaba con palabras diferentes lo mismo una y otra vez. "La presencia de Casemiro le da una virtud al Real Madrid", decía un día antes de la final de Milán. "Hace mucho más peligroso al Madrid", añadió. "Casemiro le permite al Madrid ganar en seguridad defensiva sin perder su potencial ofensivo, le ha cambiado la cara al equipo". Le nombraba sin necesidad de que le preguntaran por ello. Tantas veces fue la presencia de esas ocho letras en la boca de Simeone que parecía ya una obsesión. Fue antes de la final. 24 horas después el técnico argentino tendría razón.
Ahora, en otro contexto y en un partido bastante diferente, con solo tres puntos en juego y no una Copa de Europa, Simeone no dijo nada de Casemiro. No existía en sus pensamientos. Como en aquella final, resulta difícil pensar que lo dice o calla se deba a la aleatoriedad o a la improvisación. El argentino domina todo, incluido su discurso. Ahora calla porque esa "virtud" que tiene el Madrid, no estará este sábado sobre el césped. Se frota las manos porque el mejor antídoto que tenía su rival desaparece.
Sin Casemiro, a Zidane no solo le falta un jugador de centro del campo titular. No es una baja como puede ser la de Morata o la de Pepe. Casemiro no tiene remplazo, no hay otro como él (quizá el que más se le parezca sea Marcos Llorente, cedido en el Álaves) y su ausencia obliga a cambiar toda una forma de jugar. En otros partidos, teóricamente más fáciles, el 4-3-3 se puede mantener, pero ante el Atlético, no. Zidane sabe de la importancia de la baja del brasileño y por eso reorganizará su equipo para la histórica y hasta emocionante última visita al Vicente Calderón. Por eso en su cabeza está ya el 4-2-3-1 o el 4-4-2.
Los datos siempre tienen una lectura que esconde muchas veces la realidad, pero en este caso muestran una realidad irrefutable, que además debería preocupar al Real Madrid por su excesiva dependencia de Casemiro. Se resume en algo tan sencillo como si está el brasileño en el derbi, el Madrid no pierde y si no está, sí pierde. Así ha sido en los últimos casos. Benítez le sacó en el partido de hace un año, el último hasta el momento en el Calderón, que acabó 1-1. Casemiro estaba en el campo. Cinco meses después, no estaba, y el Madrid perdió en el Bernabéu 0-1. Ese día se dio cuenta Zidane de su importancia, jugó a partir de ahí todo y fue campeón de Europa, también ante el Atlético y también con Casemiro.
El estilo se cambia por la falta del brasileño (no entró en la convocatoria) pero se duda entre uno u otro por la ausencia de otra posición clave en lo que siempre fue la idea futbolística de Zidane. Falta el delantero centro, esa figura de 9 que en el Madrid no es tan 9, pero que quieran o no es la referencia de ataque. Falta Morata y Benzema llega justo, pero el francés está dentro de la lista de 20 convocados. Por ahí anda Mariano, que ni a estas horas soñará con ser titular en el Calderón, aunque ya saben que de ven en cuando suceden los conocidos 'ataques de entrenador'. Pero es Karim el que lo cambiaría todo. Su presencia hará jugar de una forma u otra.
¿4-2-3-1 o 4-4-2?
Si el francés sale de titular, lo más normal es que el Madrid juegue con un 4-2-3-1, con Modric y Kovacic en el doble pivote, Cristiano y Bale por bandas, seguramente Isco de hombre de enlace y Benzema arriba. "Karim está en la convocatoria y puede jugar de inicio perfectamente", dijo Zidane, dejando entrever que jugará. Sería lo más normal ya que es la forma más fiable para los grandes partidos: formas un equilibrio entre defensa y ataque y no dejas al equipo vendido en el centro del campo, donde el Madrid ha sufrido mucho en los últimos derbis. Además, ante el equipo de Simeone la prioridad no debería ser irse al ataque, sino aguardar la defensa. El partido se decidirá por pequeños detalles y sería raro repetir un 4-0. Este sistema aguarda la defensa aunque Kovacic no es Casemiro y anula a Modric su capacidad ofensiva.
La otra opción quedaría si Benzema no juega y a Zidane le da por ir al Calderón sin referencia en el ataque, con Bale y Cristiano arriba y atreviéndose a sacar a Lucas Vázquez, Marco Asensio o James Rodríguez, con la baza del gallego como más lógica por el estilo en cuestión. No quedaría otra porque no hay más jugadores. "El sistema siempre se puede cambiar pero la idea que tenemos es una", comentó Zidane en la rueda de prensa previa. La idea, claro, será ganar. El como hacerlo es lo que se debate este sábado.
El derbi, ese "partido increíble" que define Zidane, da algo más que tres puntos al Madrid si gana. Los blancos deben mostrar su fiabilidad en grandes estadios y ante ocasiones únicas, y más cuando un equipo está mermado. En el fútbol no se ganan las cosas solo en los 90 minutos de juego y lo que ocurra en el Calderón puede ser trascendente para el futuro. El técnico francés también se cura antes de herirse y asegura que "el Atlético es mucho más que un equipo que defiende bien", en otro elogio a su rival. Piropos de Zidane también se llevó Ramos, la viva imagen de la salvación blancas en los duelos ante sus vecinos. El camero es el más reconocible enemigo de un Atlético de Madrid que de perder se alejaría a nueve puntos de la cabeza. En el cierre de los derbis en el Calderón, sobrevuela Ramos, el quebradero de cabeza de un Simeone que esta vez tendrá la fortuna de no luchar contra el antídoto que anuló su filosofía: Carlos Henrique Casemiro.