¿Se imaginan ustedes que un juez que ha intentado empurar a dos estrellas del Manchester United visitase alegre y constantemente el palco del estadio del Manchester City? ¿Se imaginan ustedes que una jueza que ha llevado a los tribunales a un par de cracks del Bayern de Múnich visitase alegre y constantemente el palco del estadio del Borussia de Dortmund?
¿Se imaginan ustedes que el Real Madrid hubiera protagonizado la mayor remontada de la historia de la Champions, en un partido histórico que nadie podrá olvidar, pero buena parte de la prensa deportiva barcelonesa (y barcelonista, claro) se dedicase permanentemente a cuestionar y restar importancia a esa proeza innegable porque uno de los seis goles marcados llegó merced a un penalti dudoso?
¿Se imaginan ustedes que un jugador del Real Madrid defendiese a un grandioso y simbólico exjugador del Barça que ha ganado multitud de títulos con el club azulgrana y ahora está siendo vituperado y linchado por haber dicho simplemente que no descartaría entrenar al eterno rival en el futuro?
¿Se imaginan ustedes que un jugador del Real Madrid reconociese públicamente, en un ejercicio de esa sinceridad tan poco habitual como necesario, que los dos clubes más grandes del fútbol español no tienen derecho a quejarse por el trato arbitral en comparación con otros equipos más modestos como el Leganés o el Osasuna?
¿Se imaginan ustedes que un jugador del Real Madrid destacase su amistad con los jugadores del Barça al mismo tiempo que reconoce, en otro caso de honestidad y clarividencia por encima de los usos de este deporte, que no le gustan los valores del club contra el que lleva compitiendo toda su vida?
Si han llegado hasta este párrafo, es porque lo han imaginado todo. Y seguramente, tras un ejercicio de imaginación tan exigente, concluirán que las palabras de Piqué sobre el palco del Bernabéu serían igual de lógicas si hablásemos del palco del City o del Borussia de Dortmund. Pensarán que es más relevante la remontada del Barça frente al PSG que una o dos jugadas polémicas en dicho partido. Estarán de acuerdo con el central del Barça y la Selección en que no es justo vilipendiar así a Raúl González. Opinarán que no es una locura reconocer que Barça y Madrid son los clubes más favorecidos por los árbitros en la Liga y, por último, entenderán como normal que un antimadridista muestre su desagrado con los valores del club blanco.
En suma, se darán cuenta de que Piqué, además de ser sincero, tiene más razón que un santo.