Imposible que se lo hubiera imaginado el Barcelona, Luis Enrique o cualquier aficionado. Jamás. No, al menos, con dos protagonistas tan antagónicos. Por un lado, Míchel, exjugador del Real Madrid y arquitecto de la victoria del Málaga; y por otro lado, Sandro, excanterano culé, autor del primer gol en La Rosaleda y verdugo este sábado de ‘Lucho’ -seguramente, la persona que decidió que lo mejor era su marcha-. Ellos son los artífices de un golpe sin paliativos al club del que todavía no se adivinan las consecuencias. No es posible hacerlo ahora, pero se verá en las próximas semanas, en Champions, contra la Juventus. Sólo entonces se podrá calibrar hasta qué punto ha hecho daño esta derrota. Contundente y, sobre todo, mortal [narración y estadísticas: 2-0].



Tenía que ganar el Barcelona. No le quedaba otra. Lo obligaba el empate del Madrid en el derbi (1-1). Sin embargo, por los hombres que partieron de inicio (André Gomes, Denis Suárez, Mathieu…) no parecía que Luis Enrique se lo tomara en serio. Y lo pagó. Y de qué manera. Porque ni el juego azulgrana fue el habitual ni lo fue su defensa. Los culés tocaron, pero sin la profundidad ni el criterio de otros días. Y el Málaga lo aprovechó en una contra de libro. Sandro, ex del Barcelona, tiró el desmarque desde el centro del campo, Mathieu no reaccionó y dejó que se fuera solo hacia el área para batir a Ter Stegen en un mano a mano.



Se adelantó el Málaga y padeció el Barcelona. En gran medida, porque Luis Enrique se pegó un tiro en el pie con sus decisiones. ¿La prueba? En el minuto 60 ya había cambiado a sus tres sorprendentes apuestas para intentar asaltar la primera plaza. Quitó a André Gomes, Denis Suárez y Mathieu; y dio entrada a Iniesta, Sergi Roberto y Alcácer. Y con estos tres últimos sobre el campo, el equipo reaccionó. Jugó mejor, mantuvo la pelota, tuvo el control y pudo remontar el partido. Pero el Barça, entonces, ya había perdido ese tiempo tan preciado.



Y lo pagó. Primero, con la expulsión de Neymar por doble amarilla (una por molestar antes del saque de una falta y otra por entrar a destiempo). Y en segundo lugar, si no recibió otro gol fue por una decisión arbitral. En otra contra, Sandro se la puso a Peñaranda -que estaba en posición reglamentaria- y el colegiado decidió pitar fuera de juego. Pero, aun así, el Barça tuvo otra opción para recortar: Sergi Roberto cayó dentro del área y, de nuevo, el árbitro quiso tomar una decisión errónea y señalar la falta fuera.



No obstante, esas dos decisiones no tendrían que tapar los problemas que tuvo el Barcelona: perdió 60 minutos y lo pagó al final del encuentro. Y, además, demostró que el equipo no tiene una segunda línea poco fiable. Cuando no juegan los once titulares, el equipo pierde en juego y, en muchas ocasiones, también los partidos. Este sábado, además, la Liga.

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