Dani Ceballos: el mago andaluz que descartó al Barça para triunfar en el Madrid
Es una de las figuras más prometedoras del panorama futbolístico actual. Rechazó la oferta azulgrana y se decidió por el club blanco, con el que brilló en su primer partido en el once inicial contra el Alavés.
14 julio, 2017 10:09Noticias relacionadas
Dani Ceballos es como la comunidad de Andalucía. Te hechiza desde el primer instante, te conquista hasta el último. Su juego es explosivo y sus movimientos refrescantes: hoy, es un todocampista total. Su textura futbolística se teje sobre un conjunto de estilos; ha heredado la visión en el campo que tanto ha potenciado el fútbol español, regatea como un delantero brasileño y va al suelo como un zaguero italiano. Atesora el duende y la alegría propias de su tierra. Su fútbol agita los partidos y su acento salpica cada entrevista. Ceballos vive Andalucía, pero murió por su Betis y ahora lo hace por el Real Madrid: primer partido como titular, primeros goles con la camiseta blanca (dos) para vencer al Alavés.
Fue su pretensión por crecer lo que le llevó a la capital española, donde hace piña con sus compañeros Asensio, Llorente, Vallejo y Borja Mayoral, con los que compartió vestuario en la Selección sub-21 en el último Europeo, del que fue elegido mejor jugador del torneo. Ha llegado su momento. Está preparado. Como en su día lo estuvieron Joaquín Sánchez o Beñat, las últimas perlas de la cantera verdiblanca de la que Ceballos también salió.
Aunque su calidad despuntaba desde su infancia, los inicios del veinteañero no fueron sencillos. El Sevilla lo descartó cuando tenía 13 años por los problemas bronquiales que arrastraba y su espigado físico. El equipo de su pueblo, Utrera, lo rescató. Sin embargo, el conjunto de su corazón, el Betis, no tardó en reclutarlo. Con 17 años lo hizo debutar en la temporada 2013/2014. Fue su sueño más agridulce. El Calderón vio nacer su estrella en un partido intrascendente para el ya descendido club verdiblanco.
El año siguiente, en Segunda, anotó cinco goles y dio cinco asistencias como interior junto a Portillo. Desde entonces, el futbolista ha vivido una progresión discontinua, jalonada por la inconstancia y la falta de confianza que le mostraban técnicos como Poyet, pero Víctor del Amo, a través de su fe ciega en él, lo recuperó. El técnico madrileño le situó por delante de dos mediocentros defensivos y le confirió una libertad vital para la circulación del conjunto.
A pesar de que por sus venas corre sangre andaluza, su idioma, sobre el césped, es universal. Resultado de un inmediato proceso de evolución, entiende el juego como Xavi e Iniesta, pero también como Modric.
Su fútbol ya no es el de sus primeras zancadas. Apuntaba a mediapunta, irregular en su presencia y en su rendimiento. Sin embargo, en la campaña pasada se destapó como un centrocampista omnipresente y omnipotente. A sus tres cualidades primigenias, un último pase sin mirar que atrae las miradas de todos los espectadores, un delicado control de balón y la calidad suficiente para protegerlo, se añaden su capacidad para salir con el esférico desde la mitad del terreno de juego y una habilidad defensiva impredecible en los albores de su carrera.
Ceballos es la mente de sus conjuntos, pero también puede ser su músculo. Y, sobre todo, su referente. Llegó al Bernabéu con su varita y su chistera, preparado para poner en práctica todos sus trucos. Ya ha empezado a hacerlo. Porque la magia se lleva en la sangre.