Algunos de los acontecimientos más icónicos, de los conflictos celebérrimos de la historia, vienen precedidos por movimientos estratégicos, decisivos para el estallido de toda una contienda. Paris, príncipe troyano, arrebató a Helena de los cariñosos brazos de un ingenuo Menelao y desató la sangrienta Guerra de Troya. Nasser Al-Khelaïfi, el dueño del fútbol en París, parece dispuesto a desencadenar una batalla con visos de derivar en un resultado análogo. En esta aventura, Neymar es el premio, el objeto de hurto ¿o de robo? Su traspaso al conjunto francés podría provocar numerosas acciones por parte de los grandes clubes, que de momento han firmado la tregua, pero que, a la mínima señal, prometen entrar en guerra.
La primera víctima de este ataque es el equipo catalán. El que iba a ser el verano de los grandes fichajes, el que iba a determinar el equipo del futuro, va a convertirse, si continúa por estos derroteros, en el verano de los fracasos. En un Barcelona que durante esta última campaña se ha mostrado resquebrajado, partido, la única pieza que permanecía unida y compacta era la MSN, cuyos integrantes han sido capaces de funcionar al unísono, en perfecta armonía. Sin Neymar, que ha comunicado a sus compañeros que se marcha al PSG, la sociedad pierde a uno de sus miembros fundadores y a quien estaba llamado a heredar el testigo de Messi. Si es que eso es posible.
Sin embargo, el mayor miedo que se cierne sobre la deprimida afición culé es la poca confianza que transmite su presidente, Bartomeu, como hombre de negocios. El máximo dirigente dispara a todos los blancos que se abren a su paso, sin una hoja de ruta, sin reservarse una bala en la recámara. Dybala, Coutinho, Özil, Griezmann... cada día nuevos nombres copan las portadas de la prensa, pero a todos les sucede la misma palabra: no. En algunas ocasiones, es el club el que se niega a facilitar la transacción; en otras, el jugador, directamente, se niega a aceptar cualquier oferta.
No obstante, entre la hinchada azulgrana, un nombre resuena, como el zumbido de un insecto insoportable, en los oídos de todo culé: Paulinho. El jugador brasileño, por el que la entidad pagaría hasta 40 millones, despierta la misma ilusión en el aficionado culé que en su día transmitieron Vermaelen o Douglas. ¿Su rendimiento? Cualquiera juraría que será el mismo. Los azulgranas están hastiados de recibir en el Camp Nou a jugadores de talento edulcorado, con los que tienen que conformarse en detrimento de otras estrellas que, decían, iban a llegar. Pero que nunca llegaron.
El verdugo de la entidad catalana habla francés y tiene dinero. El PSG lleva mucho tiempo detrás de un líder, de un "jugador del Top 5", según su entrenador, Unai Emery, que decida las noches europeas. Después de haber desembolsado más de 200 millones de euros por puntales como Cavani, Pastore, Di María o Thiago Silva, el jeque contemplaba dos opciones. O Neymar o Mbappé. La predisposición del brasileño por aumentar su hucha habría terminado desequilibrando la balanza a su favor, lo que no deja de sorprender, ya que hasta hace dos semanas el PSG lo apostaba todo por el 'nuevo Ronaldo': Le Parisien sostenía que el PSG iba a igualar cualquier oferta que hicieran el Real Madrid o el Arsenal por Mbappé.
Con el coloso francés fuera de la pelea por la figura del Mónaco, el Real Madrid avanza por un camino despejado. Florentino Pérez lleva tiempo sin fichar a un galáctico, a un jugador que llene el Bernabéu en su presentación y que agote en pocos días las camisetas con su nombre. Los merengues ven en Mbappé al sucesor de Cristiano Ronaldo, que, no obstante, se resiste a entregar su trono. La llegada del francés, de 18 años, aseguraría el porvenir blanco.
Pero para que Mbappé desembarque en Concha Espina, el Real Madrid debería vender a un integrante de la BBC. Pocos se creen que el equipo vaya a pagar más de 150 millones de euros por un jugador para sentarle en el banquillo a esperar su oportunidad. Ronaldo, que ya no está para muchos trotes pero sí para pelear en los últimos metros, se perfila como el '9' de los próximos días y Benzema, el pupilo por excelencia de Zidane, resulta imprescindible para abrir huecos y surtir de balones a su compañero portugués.
En esta regla de tres, la solución se antoja simple: Bale, que se prodiga más por el quirófano que por el área, ocupa todas las quinielas para salir. Los seguidores todavía esperan su mejor versión y algunos se preguntan si su alta fue, en realidad, un buen negocio. Además, las magníficas actuaciones en su ausencia de Isco, Asensio y Lucas Vázquez han puesto de relieve el gran funcionamiento de un sistema que no añora a la BBC. Este Real Madrid es de los centrocampistas. De Kroos, de Modric, de Casemiro. No de sus delanteros.
Por otro lado, la pérdida de Neymar sería insoportable para el Barcelona. Pero tan insoportable o más sería el fichaje del próximo crack mundial, Mbappé, por el eterno rival, el Real Madrid. Por ello, el club catalán está preparado para contraatacar. Según Le Parisien, el Barcelona ya ha contactado con el delantero francés para tantear su predisposición por recalar en el Camp Nou.
De momento, todo son rumores, jugadas sobre un papel que podrían concretarse. ¿Se producirán todos estos movimientos? Ni siquiera Homero se atrevería a aventurarlo.
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