La sociedad, a menudo, se organiza en torno a dos tipos de personas. Las primeras son aquellas que subyugan su personalidad a los deseos del grupo, esas que cumplen con religiosidad los dictámenes de la sociedad. Escuchan, observan y reproducen. ¿Por qué? Porque todo el mundo lo hace. El individuo se somete. Y no pasa nada. Por eso se imponen tradiciones, se inventan modas o existen los Trending Topics. Las segundas, en cambio, no ceden. O no lo hacen tanto. Saben que pueden leer el periódico en Internet, pero van al quiosco; ven a sus amigos beber Jägermeister, pero ellos piden Coca-Cola; respetan a aquellos que comparten sus comidas y rutinas por las redes sociales, pero se quedan al margen.
Ambos prototipos existen; son reales. Pero, dependiendo del entorno, predominan comportamientos de uno u otro tipo. Y, en el mundo del fútbol –y posiblemente en el de la vida, en general–, hay más personas del primer grupo que del segundo. A Jesús Vallejo, sin embargo, le da igual. Él, por edad (20 años) y club (Real Madrid), debería intentar parecerse a los que imponen la moda. Sin embargo, ha tomado un camino diferente. Cambiará, porque la profesión y el marketing lo exigen, pero, de momento, se mantiene firme: no se hizo Twitter hasta hace poco –más allá del personal– y sólo ha colgado 14 fotos en Instagram. Y en ellas, ni rastro de comida, vida privada o algo que se le parezca.
Jesús Vallejo, que debutó ante Las Palmas con el Real Madrid (3-0), es un tipo diferente, especial. Su verbo lo delata. A sus 20 años, habla como si llevara décadas atendiendo a la prensa. No duda, no cae en trampas y no cede. Responde siempre con inteligencia y cuidado. Intenta evitar las sorpresas o cualquier resbalón a destiempo. Escucha, piensa y contesta. Sin meterse en jaleos o polémicas. Para qué, pensará. Es joven, pero su carrera le ha llevado a madurar rápidamente tanto en lo personal como en lo futbolístico.
Su vida quiso que naciera en una noche de Reyes dos años después del gol de Nayim y que su abuelo y sus padres lo hicieran del Zaragoza. Vallejo quedó marcado desde el principio. El destino movió los hilos del futuro por él y el central creció escuchando a La Romareda hasta debutar con el primer equipo. “No he visto un jugador así ni como futbolista ni como entrenador. Ese chico es un escándalo”, dijo Niko Kovac de él. Y acertó.
Florentino Pérez, con ojos de búho, compartió la tesis y decidió desembolsar cinco millones de euros para asegurarse su futuro. Y Jesús aceptó. Eso sí, no quiso buscar el Bernabéu en su primera mirada. Tras firmar con el Real Madrid, se quedó cedido un año en el Zaragoza para terminar bachillerato e iniciar la carrera de Derecho. Pero, tras quemar etapas en su ciudad, decidió volar. En su segunda temporada, se fue de 'Erasmus'. Recaló en el Eintracht de Frankfurt y se prometió ir a contracorriente. Al llegar, le dijeron que firmase por dos años porque en el primero no iba a jugar. Sin embargo, el central de Zaragoza se despidió de la Bundesliga tras aparecer en 27 partidos y clasificar a su equipo para la final de Copa.
Mientras tanto, en Alemania, entre partido y partido, continuó con sus estudios. Cambió Derecho por INEF (Ciencias de la Actividad Física y del Deporte) y pidió (firmado por contrato) tener un profesor que le enseñara alemán. Asistió a clases durante dos o tres días a la semana y se ganó a la afición a pesar de no beber Glühwein (vino típico de Navidad) o cualquier otro tipo de alcohol (“no hago nada de eso”, reconoció en este diario). Y ni hablar de comer salchichas (“seguimos la dieta mediterránea”). Total, que cuando estaba plenamente adaptado, volvió a hacer las maletas para acudir a su presentación con el Real Madrid.
Vallejo llegó a la capital y no se puso nervioso. Compareció ante la prensa y comenzó a entrenar como uno más. En principio, partía como cuarto central (por detrás de Ramos, Varane y Nacho), pero se ha ido haciendo un hueco tras recuperarse de una lesión que lo tuvo apartado en los compases iniciales de la temporada. Debutó el domingo, frente a Las Palmas (3-0) y no desentonó. “Sergio Ramos me dio consejos durante todo el partido”. Y él, como siempre, escuchó, pensó y actuó correctamente.
Cumplió con su papel y con su rutina. Antes del partido, como establece su orden vital, desconectó el móvil (no quiere distracciones 48 horas antes de jugar) y se preparó mentalmente. Y, sobre el campo, demostró que tiene condiciones para ser uno de los mejores. Goza de buen toque, de anticipación, de rapidez y de cintura. Incluso va bien por alto. Tiene todo un futuro por delante y la obligación de aprovechar sus oportunidades. Y el resto, pasar más tiempo del necesario en Twitter, los tatuajes y las estridencias ya llegarán. De momento, le va bien así y no tiene pinta de que (por suerte) vaya a cambiar.
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