El Barcelona jamás se imaginó que sin Neymar (y jugando con Vermaelen y Paulinho) iba a llegar a Navidades como líder de la Liga (a 14 puntos del Real Madrid y 9 del Atlético), que se clasificaría como primero de grupo a octavos de la Champions League y que seguiría vivo en Copa del Rey. No creyó que fuera a ser tan regular, ni tan solvente, ni tan efectivo. Y, de haber creído que todo esto fuera posible, habría pensado hacerlo con Dembélé en el once, el fichaje más caro de la historia del Barcelona (105 millones fijos y casi 140 si se introducen las variables). Y es normal. Parecía extraño pensar lo contrario.
Sin embargo, el Barcelona ha logrado todo eso sin el francés. Es más, lo ha hecho cambiando el sistema: convirtiendo su tradicional 4-3-3 (la Biblia del tiqui-taca nacional y azulgrana) por un 4-4-2. Valverde, ante la baja de Dembélé y la marcha de Neymar, tuvo que improvisar. Colocó a Messi como segundo delantero y a Luis Suárez en punta. A su vez, instó a Jordi Alba y al lateral derecho (en unos casos Sergi Roberto y en otras Semedo) a recorrer la banda de arriba a abajo. Y lo cierto es que todos esos cambios han devenido en un éxito absoluto.
A esto hay que sumarle que el técnico azulgrana tiene un once más o menos fijo en el que va introduciendo pequeños cambios dependiendo del partido y del rival. Por eso, a día de hoy, se antoja difícil ver a Dembélé titular. ¿Significa eso que no tiene sitio? Todo lo contrario. El francés lo puede tener y lo tendrá en un futuro, pero necesitará adaptarse si quiere ser uno de los hombres de Ernesto Valverde. De hecho, en base a lo que ha costado, no tiene otra opción.
¿Y qué opciones le puede ofrecer Valverde? De primeras, situarse por detrás de Suárez, en la mediapunta. Al fin y al cabo, ya ocupó esa posición en el Dortmund en diferentes ocasiones. La otra opción es introducirlo en uno de los laterales, pero incrustado en el centro del campo. Y la última, cambiar de nuevo el sistema –quitando a Paulinho y volviendo al 4-3-3 que tanta gloria le ha dado al Barcelona– y que actúe de extremo, su puesto natural y donde mejor ha rendido históricamente un jugador cuya principal virtud es la velocidad y el centro.
Su llegada, a su vez, trastoca los planes de la dirección deportiva. Su vuelta a los entrenamientos y a los terrenos de juego da pie a que el resto de jugadores disputen menos minutos. Entre los afectados están Aleix Vidal, Rafinha y Deulofeu. Todos tienen ofertas para dejar el Barcelona, pero cada uno tiene sus propias particularidades y sus casos son diferentes.
Aleix Vidal ha tenido oportunidades en este primer tramo de la temporada. Ha jugado 14 partidos y un total de 588 minutos para ganarse el puesto. Valverde cuenta con él y sabe que, aunque no está destinado a ser titular, su rol como secundario está muy bien valorado. El lateral, incluso, marcó en el Clásico contra el Madrid (0-3). Deulofeu también ha jugado (16 encuentros y 883 minutos), pero no acepta ser un secundario. El extremo quiere ser titular, y con el francés en el once tiene las de perder. Sobre todo, porque su importancia dentro del equipo ha ido de más a menos este curso. Y el último es Rafinha, que llega de una lesión y tendrá que hacerse un hueco a base de trabajo.
Estos tres tienen dos opciones: quedarse a pelear por un puesto o marcharse. Saben que pueden hacerlo. Roma e Inter se han interesado tanto por Deulofeu como por Aleix Vidal y serán ellos los que decidan si quieren seguir o salir. El caso de Rafinha es diferente. Tiene una oferta del Celta, donde sabe que tendría minutos –y donde ya estuvo cedido en el pasado– y podría considerar irse a préstamo para recuperarse de su lesión y pelear un puesto el próximo curso.
En cualquiera de los casos, Dembélé ya está de vuelta. Ha entrenado con sus compañeros y quiere jugar. De hecho, seguramente lo hará después de que el Barcelona invirtiera 140 millones en ficharlo. Y el resto tendrán que decidir: los jugadores y Ernesto Valverde, que necesitará acomodarlo dentro de su once tipo de esta temporada. Otro reto para el técnico. De momento, ha cumplido con todo lo requerido y no parece que vaya a cambiar. Ni siquiera con el francés en el equipo.
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