No necesita el Barcelona ayudas arbitrales para ganar un partido de fútbol, porque además de tener ya la Liga cerrada ha demostrado este año que su superioridad en el torneo es total. Es por ello que su victoria ante el Alavés quedó ensuciada por el pésimo arbitraje de Iglesias Villanueva, que empujó a los culés de forma clara a ganar tres puntos que no merecieron de ninguna forma. [Narración y estadísticas: Barcelona 2-1 Alavés]
Un gol de Messi de falta que no se debió lanzar porque la jugada en la que se pitó la infracción venía de un fuera de juego de Paco Alcácer. Una coz de Luis Suárez sin el balón en juego que si bien quizá hubiera sido excesivo ver una tarjeta roja, sí la amarilla. Y, la jugada más importante, un penalti por unas clamorosas manos de Umtiti en el último minuto que el árbitro no quiso ver, porque estaba literalmente al lado.
Al Alavés le perjudicaron (mucho) en el Camp Nou. Su esfuerzo titánico no se vio reflejado en el resultado porque Iglesias Villanueva, que fue el árbitro del Valencia - Barcelona (el del gol de Messi que no se dio), les quitó los tres puntos. Si hubiera sido justo, el segundo gol culé no hubiera llegado de la manera que llegó y el Alavés hubiera tirado un penalti cuando perdía 2-1 que, en caso de anotar, hubiera puesto un empate en el marcador.
Hubiera sido lo más justo, ya que el Alavés jugó de forma brillante en el Camp Nou. Los vascos han sido el mejor equipo que ha pasado por el coliseo azulgrana esta temporada. Abelardo supo mezclar la valentía con la seriedad y por eso se adelantó con un gol de Guidetti, que definió con algo de suerte (se resbaló y eso le vino bien) tras una larga carrera desde el centro del campo. Lo hizo a la contra, una manera que repitió y repitió el conjunto vitoriano para pánico de una defensa excesivamente dormida.
El Barça remontó con un gol de Suárez, que después agredió a un rival, previa perfecta asistencia de y con la mencionada de falta de Messi, en la que sin quitar mérito a su disparo (brillante, como siempre), pudo hacer más Pacheco, el portero del Alavés, al que tampoco hay que reprocharle nada porque fue uno de los mejores del club vasco. Lo paró todo.
En el final, Ibai Gómez cogió un balón en el área, disparó a puerta pero Umtiti (y no Ter Stegen) paró con toda naturalidad. Era imposible no verlo, pero Iglesias Villanueva, que tampoco vio el gol clamoroso de Messi en Mestalla, no pitó. Hoy también se necesita el VAR. Y ayer, cuando marcó Messi en Valencia. Y mañana.
Al Alavés le perjudicaron. No es una opinión, es un hecho. Con una justicia arbitral, y marcando su penalti, hubiera ganado en el Camp Nou. Pero al Barcelona, vista la realidad, es muy difícil pitarle penalti. Van ya 74 jornadas seguidas sin pitarles un penalti en contra. Dos años. Y ha hecho muchos.
La victoria, al menos el empate, hubiera sido un justo premio para un Alavés que se vino arriba con orden, sabedor de que el Barça estaba en esos partidos en los que no sale nada, pero atrás estuvo muy compacto. Solo de balón parado creo verdadero peligro Messi. En jugada, los azulgrana se estrellaban ante el muro bien colocado de Abelardo, que no necesitó ser ultradefensivo para sacar petróleo del Camp Nou.
Sin que se llevaran puntos, fue el triunfo de un viejo conocido culé, Abelardo, al que es imposible quitarles méritos del milagro que está consiguiendo con el Alavés. Cogió al equipo último, con solo seis puntos, y le tiene ahora fuera de descenso, dos puntos por encima, además de llevarle a unos cuartos de Copa en el que solo los penaltis le eliminaron ante el Valencia. De ocho partidos de Liga, solo ha perdido tres (en el Wanda Metropolitano, en San Mamés y en el Camp Nou).
El Barcelona, líder impecable de Liga. Gana y gana. Cuando juega bien, cuando juega mal o cuando no juega. Cuando se le adelanta su rival o cuando le ayudan los árbitros. Es justísimo líder, por eso no le hace faltan estas ayudas. Iglesias Villanueva debe corregir sus arbitrajes. En todos falla.