El Atlético puede caer hasta ser eliminado –de hecho, esta temporada, lo ha hecho hasta en dos ocasiones (en la Champions y en la Copa del Rey)–, pero resiste en la Liga. Sabe que el Barça está lejos, que parece invencible, pero que, quizás, exista una mínima oportunidad y no va a cejar en su empeño por aprovecharla. No quiere tirar la competición. No, eso, en el Metropolitano, no se contempla, y en esas está cuando apenas acaba de comenzar la segunda vuelta y se encuentra por delante con un calendario en el que sólo aparecen la Europa League y la competición doméstica. De ahí la persecución a los azulgranas, y de ahí la victoria ante Las Palmas con tantos de Griezmann, Torres y Thomas [narración y estadísticas: 3-0].



La cosa, huelga decir, no empezó de la mejor manera. Hacía frío en la grada, en el Metropolitano, construido sin calefacción –es lo que tienen las prisas–, y en el campo. Y el Atlético no quiso depreciar el parte meteorológico. Para qué. Tras la eliminación de Copa del Rey frente al Sevilla (3-1), urgía calentar al personal. No quedaba otra. Sin embargo, el equipo de Simeone no lo consiguió. No, al menos, en la primera mitad. Ni trenzó jugadas con peligro ni creó ocasiones en demasía. Eso sí, tuvo una y pudo irse por delante al descanso. Griezmann, con un taconazo, le pegó al larguero y propició un tímido murmullo. Pero ahí se acabó todo para los colchoneros. ¿Y al otro lado? Poco más. Las Palmas controló, como rezan el guión y el estilo que propone Paco Jémez, pero apenas si tentó con poner en problemas a Oblak.



Simeone, que vio lo mismo que el resto, intentó cambiar la dinámica en la segunda mitad. Dio entrada a Carrasco y mandó al banquillo a Koke. Buscó incrementar el vértigo a costa de la posesión. Y, de primeras, el Atlético consiguió llegar a la portería de Chichizola. Tuvo una buena ocasión Fernando Torres, que falló en el área chica, y otra Griezmann, que mandó el cuero por encima de la portería. Sumó intentonas el conjunto rojiblanco y encontró el hueco. El ‘Principito’, en una carrera soberbia, llegó hasta el área amarilla y resolvió como sólo saben hacerlo los buenos delanteros, picándola por encima del portero. 1-0 y a seguir.



Carburó, por fin, el Atlético, y en tres minutos estuvo a punto de romper el partido. Carrasco, primero, colocó el balón cerca de la cruceta, y Griezmann, después, le pegó al palo. Se desencadenó el conjunto rojiblanco y, con una estrategia tan taxativa como inteligente, fue arrinconando a Las Palmas a pesar de renunciar a la pelota. ¿Cómo lo hizo? Por un lado, aguantando en su campo las arremetidas canarias –poco efectivas, en gran parte–; y por otro, aprovechando los huecos para salir a la contra y tirarse a al cuello de su rival.



Y así llegó el segundo. Fernando Torres, titular, en un arrebato de vértigo, se llevó a su defensa y la colocó en la escuadra de la portería de Chichizola. Y fin de la historia. Con el Atlético por delante, Las Palmas tocó en la irrelevancia para someterse en el Metropolitano y vio cómo le caía otro, obra de Thomas. Y el Atlético, a otra cosa. Esta semana, con tres puntos más, sin Copa y a preparar el partido contra el Valencia del próximo domingo. Por si el Barça se despista…

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