Los milagros existen en el fútbol. También en Liga, un torneo poco proclive a los cambios radicales por ser la competición de la regularidad. En la España reciente se han visto cosas muy raras, como la que ganó el Real Madrid en 2007, la que perdieron los blancos en 2004 o la que consiguió in extremis el Barcelona en 2016 después de sacar 10 puntos al Madrid en marzo y acabar solo con uno de ventaja.
Con muchos precedentes de casos asombrosos, nunca existió un caso como el que se produciría si el Barcelona pierde esta Liga, algo improbable a estas alturas pero no imposible. En España, la Liga o la gana el Barça o la pierde el Barça. A estas alturas, no hay otra opción, ya no solo por la gran ventaja de puntos que ha tenido (llegó a ser de 11 puntos al inicio de febrero), sino por las sensaciones reales que hay tras los números de la clasificación.
Los dos empates consecutivos ante Espanyol y Getafe han dejado una Liga más abierta y con un grado mayor de presión sobre el Barcelona, que a partir de ahora ya no podrá vivir de forma tan cómoda como en el pasado, aunque podrá seguir viviendo sin tensión. Son siete puntos, aún muchos, pero cualquier descuido, desde este sábado, sí que puede conllevar riesgo.
El Barcelona comienza en Eibar (16:15 horas) una cuenta atrás a la que todavía la quedan 15 partidos, por lo que aún hay esperanza para sus rivales. Se le puede hacer muy largo el calendario al Barça, y más con la Champions entrando en escena, aunque a su favor tiene un calendario 'amable': sus enfrentamientos ante los rivales fuertes de la Liga los tiene, excepto ante el Sevilla, en el Camp Nou.
Por ello, y con el Chelsea a tres días, desconectarse por tercera semana consecutiva del torneo doméstico está permitido, ya que aún tienen ventaja, pero pagarían el precio de apretar definitivamente una Liga que estaba cerrada hace menos de un mes. Y con tan poca distancia, el aspecto psicológico puede ser importante. Algunos proyectos se han venido abajo por pequeños detalles.
Con Messi (siempre ha marcado al Eibar en todos los partidos que jugó) y Suárez, Valverde hará una mezcla de titulares y suplentes porque la Champions llega ya. Iniesta podría tener descanso, al igual que Paulinho, ambos dos titulares en Stamford Bridge. Vuelve Umtiti a una defensa en la que repetirá Yerry Mina, más por obligación (Piqué está en duda) que por convicción.
Más que nombres, la duda en el Barcelona es saber si su pensamiento estará en Ipurua o si a alguno se le pasará por la cabeza el importantísimo duelo del próximo martes ante el Chelsea. En realidad, los azulgrana todavía tienen renta en Liga, mientras que en la Champions es a vida o muerte. Por si acaso, Valverde lo dejó claro: "El partido del martes es importante, pero el del sábado también lo es. Tras el empate del otro día, el de Liga aún es mas importante".
Para apretar la Liga, hacer soñar al Atlético (que recibe al Athletic el domingo) y dar emoción al torneo está un Eibar ya salvado y retando a la lógica del fútbol español. Un equipo al que el término humilde le viene grande. El equipo vasco está ante la oportunidad más grande de su historia. A tan solo un punto de puestos europeos (aunque ahora, séptimo, también iría al haber una final de Copa entre dos equipos en posiciones de Champions/Europa League en Liga), qué mejor manera de confirmar su milagro que sacar algo positivo ante un Barcelona aún invicto.
El equipo de Mendilibar, un entrenador al que ya no se puede catalogar de revelación, tiene una espina en su proyecto ya asentado en Primera: ganar a un grande en Ipurua, un estadio que se presentó como duro pero que con el paso del tiempo se ha demostrado que no era tan difícil. Allí han vencido siempre los grandes sin apenas problemas: el Madrid ganó 0-2 y 1-4, el Atlético 1-3, 0-2 y 0-2 y el Barça 0-4 y 0-4.
Trajo polémica la decisión de colocar a Hernández Hernández como árbitro del partido. Algo que nunca ocurre ha pasado ahora: un colegiado pita tres partidos iguales en un año. El trencilla canario ha dirigido los dos últimos Barcelona - Eibar y ahora repite en el mimo duelo. Se da la circunstancia de que en esos dos partidos pitó tres penaltis a los culés sin que ninguno lo fuera.
El Barcelona busca en Ipurua cerrar la débil herida que se le abrió en Liga. Ceder otra vez puntos daría alas al Atlético y podría provocar un nerviosismo que es necesario parar antes de que se convierta en desesperación. A eso debe ir el Barça a Eibar: a lanzar el mensaje de que la Liga es solamente suya.