Cuando llegó a Barcelona muy pocos le conocían. Venía del Olympique de Lyon, el equipo en el que se formó, y costó 25 millones de euros. Casi dos años después, Umtiti no es que solo sea fijo, sino que se ha convertido en uno de los mejores centrales del mundo. No ha necesitado grandes titulares o un marcaje mediático. Solo esfuerzo y progresión.
En una posición en la que el Barça hizo aguas en las últimas temporada, la peor línea de todas las que tenía, el central francés se ha ido asentando espantando viejos fantasmas y compenetrándose a la perfección con un Piqué que igual da una de cal que de otra de arena. Umtiti, en cambio, siempre es fiable.
Son estos los fichajes los que encumbran a un equipo y a su parcela deportiva. A un Coutinho, a un Dembélé o a un Luis Suárez, y más con las altas cantidades que costaron, es muy fácil ficharlos. Son ya jugadores reconocidos. El mérito está en esos futbolistas que tienen un estudio detrás. Umtiti es uno de ellos. Y de los fichajes del último lustro, es junto a Paulinho (aunque el brasileño ha ido perdiendo relevancia en los últimos meses) la contratación más rentable y acertada de todas las que hizo el club catalán.
Umtiti será titular este sábado en el nuevo reto del Barcelona ante los récords. Los culés reciben al Leganés en el Camp Nou (20:45 horas) con el objetivo de alcanzar los 38 partidos consecutivos invictos en Liga, una cifra que consiguió la Real Sociedad en 1980. Si el Barça no pierde ante Leganés y ante el Valencia (próximo sábado 14), lo habrá superado.
El central francés está en medio de un tira y afloja con su club por una renovación que se ha ganado, es indudable, pero que también refleja el ansia insaciable del futbolista de primer nivel: a la mínima que va bien, busca una mejora, a pesar de que aún le queden tres años de contrato. Eso sí, las condiciones han cambiado, la baja cláusula (60 millones de euros) anima a otros clubes a intentar su fichaje y por eso es entendible sus nuevas pretensiones.
El balón está en el tejado de Umtiti. Es fijo en este Barcelona (y sus sustitutos, Vermaelen y Yerry Mina, están años luz) y cualquier equipo grande pagaría sin problemas esos 60 millones. Es el club el que deberá amarrar al que es su mejor fichaje de los últimos años.
Desde que reapareciera de su lesión en el bíceps femoral de su pierna derecha (mitad de enero), Umtiti ha jugado todos los partidos excepto el de Liga ante el Getafe (uno de los pocos tropiezos de los culés). Y todos de titular (y jugando el completo al partido), excepto el primero tras la lesión ante el Real Betis en el Villamarín.
Este miércoles, en el duelo de Champions ante la Roma, celebró un gol (que no fue suyo, sino en propia puerta de Manolas) llevando su mano al escudo, mostrándolo al Camp Nou y celebrando con efusividad el tanto. No es casualidad. Es un mensaje más, este sin palabras, en pro de una suculenta renovación que ya dejó caer días atrás.
“Mi cláusula no es muy grande, todo el mundo lo sabe", dijo el francés, también pieza clave en una de las selecciones favoritas en el Mundial de Rusia. "La verdad es que hay interés de otros equipos", añadió, dejando abierta la puerta. No es otra cosa que una elegante presión al Barcelona, del que dijo que tiene "tantos objetivos por cumplir" y que "me hace disfrutar".
Mientras se arregla su situación (en realidad, su contrato dura hasta 2021), Umtiti sigue con su progresión en el mundo del fútbol. Ya es un central reconocido y ahora le falta asentarse durante años. Y es muy joven aún, tiene 23. Y un 'chollo' en el mercado a este ritmo.