El Real Madrid fue al Camp Nou a demostrar que cuando quiere es el mejor equipo del mundo, tal y como lo lleva demostrando en Champions tres años seguidos, y a partir de ahí la mente está puesta en Kiev. Todos los riesgos que se tomaron en el Camp Nou, donde el Barcelona estuvo cerca de lesionar a varios jugadores blancos, ya no se tendrán en los partidos de Liga que quedan. Y uno de esos fue el de este miércoles en Sevilla. [Narración y estadísticas: Sevilla 3-2 Real Madrid]
Con algún que otro titular (Ramos, Casemiro, Asensio, Lucas y Benzema), la clave del once del Madrid no estuvo en los nombres, sino en la actitud. Los de Zidane fueron al Pizjuán a salir ilesos de la intensidad, que no fue tanta, de un Sevilla que se jugaba la vida, ya que está luchando por entrar en puestos europeos. La forma en la que jugó el Madrid reflejó a un equipo que, con lógica, ya que no se jugaba nada, quería quitarse de encima este partido. Ganaron los andaluces, justamente, y a partir de ahí, unos al derbi (sábado, 18:30 horas) y otros a Kiev.
De azul turquesa, la misma indumentaria con la que jugara hace tres meses en el Benito Villamarín, el Real Madrid 'pasó' de la Liga, como hace mucho tiempo, y pensó en la final de Champions. Es lo más inteligente. Este equipo ya corroboró ante el Barcelona que el torneo no se ha perdido por una cuestión de fútbol, porque de ello va sobrado cuando quiere. El baño que les dio a los azulgrana lo presentó a todo el mundo.
Quizá la imagen que mejor represente al Real Madrid en esta Liga es lo que pasó a la hora de partido en el Pizjuán, cuando Sergio Ramos se dispuso a tirar un penalti tan tan claro (falta sobre Lucas Vázquez) que Hernández Hernández hubiera sido capaz de no pitarlo. El camero, siempre excitado en la que fue su casa, lanzó la pena máxima como el que está jugando en el patio del colegio: tranquilidad y sin tensión. Y lo falló (larguero), como tantas veces ha fallado el Madrid en esta Liga. Para más inri, Ramos se metió después un gol en propia puerta, pero acabó metiendo otro más, en el último minuto.
Antes del primer penalti y del 0-3, y en la primera mitad, llegaron los dos goles de un Sevilla transformado por Joaquín Caparrós. A veces al fútbol no hay que darles toques exóticos o nuevo. Con lo viejo puede valer. Alejados ya del desastre de Montella, el técnico utrerano ha recuperado el Sevilla de siempre. Y por eso ganó. Marcaron Ben Yedder (26) y Layún (44') gracias también a la pasividad de una defensa que no tuvo muchas ganas por jugar. Borja Mayoral, en el 86' maquilló el resultado.
El Real Madrid demostró en el Pizjuán que esa lucha por el segundo puesto no va con ellos. Un equipo de esta categoría solo tiene dos posiciones en Liga: o campeón o no campeón. Vender el 'combate' por ser segundos como una batalla para el Real Madrid es no conocer al equipo. Da igual ser segundo que cuarto, plazas que dan acceso de forma directa a la Champions.
Todo va a Kiev. Este duelo ante el Sevilla, el del próximo sábado ante el Celta en el cierre del curso en el Bernabéu y el último en el Estadio de la Cerámica sirve únicamente para no tener sobresaltos en forma de lesión. Es también la penitencia por haber perdido la Liga tan pronto.