Si en 2016 Sergio García terminó con una sequía infinita en la PGA estadounidense -cuatro años tardó en volver a 'hacer las Américas'- en 2017 ha puesto fin a 20 meses sin ver a un español en lo más alto del Circuito Europeo. El castellonense, 19 bajo par, se ha impuesto en el Dubai Desert Classic inaugurando una nueva era para el golf español, pues supone la segunda victoria consecutiva de golfistas españoles a nivel mundial tras el triunfo de Jon Rahm en el Farmers Insurance Open del PGA.
Como si de un regalo de bodas se tratara -se casa este año con Angela Akins, periodista del canal de televisión The Golf Channel- el castellonense realizó en el campo dubaití un ejercicio de control impropio de él mismo en pasadas temporadas, cuando la cabeza permitía dudas y estas llevaban al error. No fue así esta vez y el de Borriol volverá el lunes al topten del ránking mundial en un aviso, otro más de que puede volver a ser candidato a todo y el golf aún le debe un grande.
"He manejado bien los momentos clave y aunque he querido ser siempre agresivo, me he mantenido calmado". Sus palabras, ya con el trofeo en las manos, reflejaban la realidad de una última jornada que no tuvo nada de plácida.
Pese a que el español partía en la última ronda como líder con tres golpes de ventaja, la presión se dejó notar con dos birdies consecutivos del sueco Henrik Stenson en los hoyos 13 y 14 -"es duro de pelar aunque no esté jugando su mejor golf"-. Sin embargo, una magistral salida desde el tee del 15, marcando territorio, y la templanza para salvar el error en el 16 le dieron a García la posibilidad de enfrentar el tramo final con cuatro golpes de ventaja y la serenidad necesaria.
Con esta victoria, el castellonense ya suma 12 victorias en el circuito europeo y un total de 26 triunfos profesionales a lo largo del planeta. Sin embargo, la gran noticia son las victorias consecutivas de Sergio García y Jon Rahm, pues el castellonense y el vasco lideran ahora una nueva ofensiva del golf español. De hecho, la victoria de García certifica que la edad no es un elemento clave para ganar grandes y los 22 años del jugador de Barrika aseguran el relevo generacional, más allá de las opciones que siempre han representado Rafael Cabrera-Bello, Pablo Larrazábal o Gonzalo Fernández-Castaño.