Si hace unos meses se convirtió en el primer español en ganar la Orden del Mérito Europeo, ahora es el primero en conseguir el número uno mundial tras Severiano Ballesteros. Más que nunca, ya podemos proclamar que Jon Rahm es un genio que rastrea con precisión los pasos del mito.
Porque Seve cambió el golf para siempre y fue inspiración para muchos. Para los europeos, que no podían con los estadounidenses, y para los españoles, que arrastrábamos el complejo secular de no poder con casi nadie. La escasa -aunque excelente- producción de la cantera patria se transformó en prolífica. Los niños ya querían ser como el cántabro. Algunos -Olazábal, Sergio García- se acercaron, si bien, sólo Rahm se le parece como una gota de agua a otra.
Quizás porque el adolescente Jon ya quería ser el número uno del mundo. Tanto, que no tenía el reparo en decirlo. Querer no es poder, pero querer es el primer paso para poder. No todos los deportistas llegan, y algunos, muy dignos, se quedan a mitad de lo que pretendían. Muy pocos, en cambio, lo consiguen: estos son los genios, los que están tocados con la varita mágica del destino.
Y la varita toca el cuerpo, y, sobre todo, la cabeza. El vizcaíno tiene el mismo pulso firme y la determinación acerada de Severiano Ballesteros. Es un mago de los golpes cortos que le acercan al green, lo necesario para que su seguridad con el putt termine la tarea. Tal para cual, el discípulo cabalga con la confianza que da la maestría o viceversa, que la retroalimentación entre ambas es tan cierta como efectiva.
Con la normalidad de la que abusan los genios, ocurrió de nuevo en el recorrido que le aupó a la cima. Tras fallar en los hoyos 14 y 15 del Memorial Tournament, nuestro vizcaíno embocó la bola con un golpe que ya están en los anales del golf. Lo que vino después fue el escenario perfecto para redondear su hazaña. El fundador y diseñador del campo, el más grande entre los grandes, Jack Nicklaus, le entregó un trofeo que llevaba inscrito invisible el número uno que todos ya veían.
Con una humildad que es su mejor tarjeta de presentación, Jon declaró su admiración por el maestro que ya no está y su fortuna por entrar en la historia de España al lado de Severiano Ballesteros. Hace unos días el cocinero español con más estrellas michelín, Martín Berasategui, declaraba en EL ESPAÑOL que su propósito último es ser embajador de su país y de su oficio. Jon Rahm es otro de su casta: un embajador que honra su profesión y que nos honra con su juego y su actitud.