La vida de Tiger Woods es un continuo tira y afloja en estos momentos. Da pasos hacia delante, aunque con sufrimiento. Pero todavía le queda mucho terreno por recorrer. Por ahora, no pierde la esperanza y no quiere ni oír hablar de la retirada. Sin embargo, nada ni nadie pueden garantizar que esa situación y esa fortaleza mental vayan a durar para siempre. Por ello, las dudas se ciernen sobre una figura que ha sido inmensa.
El ganador de 15 'Majors' ha reaparecido tras un tiempo alejado de los focos y no lo ha hecho para dar buenas noticias sobre su estado de salud. Su recuperación sigue siendo excesivamente lenta y por eso parece cada vez más complicado un posible retorno al golf de primer nivel y a la competición de élite.
Woods es uno de los jugadores más importantes de la historia y está teniendo también uno de los finales más extraños y complicados que se recuerdan. Desde sus problemas sentimentales a sus líos con el alcohol y las drogas desembocando en ese terrible accidente de tráfico que a punto estuvo de costarle la vida.
Ahora, intenta salir de esa trampa en la que se transformó su coche reconvertido en un amasijo de hierros y que todavía le tiene preso a través de sus lesiones. Las piernas del golfista quedaron destrozadas y por ello, uno de los motivos por los cuales no puede regresar, es porque casi no puede tenerse en pie o caminar. De verse en lo más alto a ser vulnerable dentro de un campo de golf para ir incluso de un hoyo a otro.
La reaparición de Tiger
Con una sonrisa de oreja a oreja, pero con el dolor y la desilusión grabados en su mirada. Así es que como ha reaparecido la leyenda Tiger Woods. Sigue sin saber cuándo podrá retornar al circuito. De hecho, ahora mismo eso no parece ni siquiera una opción real tal y cómo se encuentra su físico.
Woods ha revelado nuevos detalles de su estado actual en la presentación de un torneo que organiza su fundación. El Genesis Invitational ha sido la oportunidad que uno de los mejores golfistas de la historia ha encontrado para volver a sacar a la luz su dura realidad. Poco a poco va superando las secuelas de su accidente, pero todavía le queda mucho camino por recorrer y su ritmo ahora mismo le hace ir muy despacio.
El californiano desconoce totalmente cuando podrá hacer su regreso oficial y cuándo tendrá fuerzas suficientes para aguantar el ritmo de la competición, que ahora mismo es una de las cosas que más preocupado le tiene. Y a juzgar por su rostro, esa preocupación no es para nada pequeña.
La anterior aparición que hizo Tiger, en la que incluso pudo jugar de nuevo al golf, fue en el PNC, el torneo que disputan padres e hijos y en el que él pudo participar de la mano de su retoño Charlie Axel. Su hijo, con el que juega al golf de manera habitual, está siendo uno de sus grandes apoyos para lograr una situación satisfactoria en su recuperación. Ahora afirma estar mejor que entonces. Se siente mucho más fuerte y el trabajo en el gimnasio y con los fisioterapeutas ha dado sus frutos. No obstante, sigue teniendo enormes dificultades incluso para andar.
La recuperación más dura
"Ojalá pudiera decirles cuándo volveré a jugar". Ese ha sido el mensaje que le ha mandado a la prensa el propio Tiger Woods. Unas palabras que con son casi un llanto desesperado al ver en lo que se ha convertido vida y por su actual situación personal. Quiere volver, no pierde la esperanza y no tira la toalla, pero sabe que está más complicado que nunca.
Las secuelas del accidente le siguen torturando y persiguiendo. Woods reconoce que su actividad relacionada con el deporte y con el golf en particular ha sido reducida. Ha podido volver a jugar, pero todavía no se ve capaz de aguantar la exigencia de toda una semana de competición. Es por ello que el camino que le queda por recorrer es mucho mayor del que ya ha hecho.
"Puedo hacer chip y putt muy bien y golpear hierros cortos muy bien, pero no he hecho juego largo en serio." Cada detalle que ha aportado el propio Tiger sobre su recuperación y sobre su posible vuelta a los campos era más alarmante que el anterior. Muestran la debilidad y la fragilidad de alguien que lo ha sido todo y que ha tenido a aficionados de todo el mundo rendidos a sus pies. No obstante, ahora sufre incluso para dar unos golpes.
Sin embargo, el aspecto más complicado de su recuperación está siendo el simple hecho de poder caminar, algo que no hace con facilidad todavía. Sus piernas y sus pies quedaron en muy mal estado después del accidente y la dura realidad de que los campos no sean llanos también añade un hándicap más a su retorno. En el citado PNC, Tiger tuvo que desplazarse siempre en un buggy para poder completar el recorrido completo.
"Puedo jugar de forma recreativa un fin de semana, pero no estar en una semana de competición completa. Sigo trabajando para llegar a ese punto". En esas está el que fuera uno de los mejores golfistas de la historia. No le queda otra que seguir trabajando día tras día para mantener vivo el sueño de su regreso a pesar de que cada segundo que pasa lo tiene todavía más complicado.
Secuelas de por vida
Uno de los dramas más importantes con los que ha tenido que lidiar es precisamente las secuelas que le van a quedar para su vida personal. El regreso al golf, aunque duro y complicado, no dejar de ser una ambición particular para no poner fin a su brillante carrera deportiva de esta forma tan desagradable. Pero su historia ya está hecha y escrita.
No obstante, lo realmente duro para él está siendo verse lastrado para el resto de su vida. El propio Tiger ha explicado en su aparición con motivo del Genesis Invitational la terrible situación en la que se ha encontrado durante todo este tiempo.
"Mi pie derecho quedó un poco dañado hace un año, por lo que la parte de caminar es algo en lo que todavía estoy trabajando, sobre todo en la fuerza y desarrollo". Un drama que se está alargando en el tiempo de manera constante y que parece no tener fin: "Lleva tiempo. Lo que es frustrante es no tener un plazo. Me gustaría estar en un punto determinado de la recuperación, pero no lo estoy. Sólo tengo que seguir trabajando".
A pesar de los dolores y el daño sufrido, de los golpes físicos y también los que la vida le ha dado, Tiger reconoce que poco a poco va andando ese camino que se ha convertido en un vía crucis para él: "Estoy mejorando, sí, pero como dije, no a la velocidad y ritmo que me gustaría. También tenemos que agregar el factor de la edad. Simplemente no te curas tan rápido, lo cual es frustrante". A sus 46 años, Tiger es de todo menos un chaval, pero sigue sin cerrar el libro de su magia porque quiere escribir, cuando pueda, una última gesta.
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