El mejor… hasta que llegó Carolina
Pablo Abián reivindica que un día fue el jugador español de bádminton más talentoso tras conseguir su primer título del año en Bulgaria y acercarse a las plazas que dan acceso directo a los próximos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016.
5 octubre, 2015 01:21Pablo Abián (Calatayud, 1985) llevaba tiempo buscando su redención deportiva. La ha encontrado en los Internacionales de Bulgaria, con el 2015 apurando ya sus últimos meses. El segundo título del aragonés en lo que va de temporada ha servido para arrojar algo de luz a un camino demasiado ensombrecido desde hace años. El mismo que parecía augurar muchas alegrías allá por 2012. Un tiempo en el que, aunque parezca mentira, Pablo era más conocido que Carolina Marín en España.
Entonces, Abián fue el primer jugador de bádminton del país en adjudicarse una victoria en los Juegos Olímpicos. El hito se materializó en Londres con un triunfo ante el checo Petr Koukal en tres sets (21-17, 16-21 y 21-16). El jugador ya había hecho historia cuatro años atrás en Pekín, convirtiéndose en el primer español olímpico de la disciplina. También llegó a ser el número 20 del ránking mundial y el primero de la clasificación europea. En Mundiales y Europeos, el aragonés consiguió una novena y una quinta plaza respectivamente en su día. Era, sin duda, el mejor de España.
Y continúa siéndolo hoy en día a nivel masculino, ya que no pierde con un jugador español desde hace casi diez años. Sin embargo, la realidad de Pablo ya no es la que fue. Tanto sus grandes hitos como los 13 campeonatos nacionales que posee (ocho en individuales y cinco en dobles) han perdido caché ante la aparición de una figura que ha acabado eclipsándole: Carolina Marín. Mientras la onubense subía y subía sin haber alcanzado aún techo, Abián bajaba sin frenos por la cuesta del olvido. No obstante, hay una circunstancia que ha unido a ambos jugadores en los últimos tiempos. Se trata de los conflictos con la Federación Española de Bádminton.
Carolina basa su pulso con el ente federativo en la puja por sus derechos de imagen. Pablo lo hace en las pocas ayudas que se le han brindado desde el pasado ciclo olímpico. Su ránking cayó tras la cita de Londres por no disputar torneos internacionales, en los que el aragonés no competía por supuestas carencias presupuestarias mientras otros jugadores sí lo hacían. Se le ofreció fichar por un club danés, al igual que hizo Marín, pero Pablo rechazó la proposición. A partir de la negativa, su club, el Recreativo Bádminton IES La Orden, pasó a ser prácticamente irrelevante en el escenario nacional.
También se le llegó a quitar la plaza en la Residencia Blume, donde Pablo llevaba becado desde los 18 años. Al volver por intermediación del Consejo Superior de Deportes, Abián se encontró con que no podía utilizar las instalaciones del Centro de Alto Rendimiento. Además, tuvo que entrenarse en solitario, evitando que trabajase con el resto del equipo nacional y sin apenas relación con los entrenadores.
La polémica siguió aumentando al no poder competir durante los tres meses previos al Mundial de 2014, de nuevo por supuesta falta de presupuesto. La situación rozó el surrealismo cuando Pablo fue convocado para el Mundial Universitario de ese año. No podía disputarlo por su edad, pero el jugador aragonés acabó perdiéndose la concentración previa al Mundial absoluto en Tailandia por culpa de este torneo. Acabaría siendo de la partida en Dinamarca, donde Abián caería en segunda ronda mientras Carolina Marín se convertía en campeona del mundo de bádminton por primera vez.
El vaso acabó colmándose el pasado febrero, cuando el de Calatayud no fue seleccionado para disputar el Europeo por Equipos. Abián emitió entonces un comunicado en el que acusaba de “maltrato deportivo” a la Federación, tildando de “inexplicable” su no convocatoria y definiendo como “arbitraria” la decisión. Pablo concluía que aquel era “uno de los despropósitos más descarados de los últimos años”, pero logró resarcirse meses más tarde conquistando la medalla de oro en los Juegos Europeos de Bakú.
El Mundial de Indonesia volvió a ser fruto de contrastes. El jugador aragonés cayó en su debut en el torneo y, por segundo año consecutivo, Carolina Marín conquistó el oro. El foco del bádminton español parecía apuntar inexorablemente a la onubense y a su compañera Beatriz Corrales hasta que Pablo Abián ha vuelto a reclamar protagonismo en Bulgaria. Con su victoria, se encuentra al borde de los puestos del ránking mundial que dan acceso a los Juegos Olímpicos de Río. ¿Será otro paréntesis en su travesía por el desierto o una reivindicación con fundamento?